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Lucha contra el cáncer, una tarea colectiva

En pocos días se han multiplicado por cuatro las llamadas y por diez los correos electrónicos de personas que desean entrar en el registro de donantes de médula ósea
Carlos Miguélez Monroy
miércoles, 8 de marzo de 2017, 00:01 h (CET)
La muerte de un joven atleta provocó conmoción social en España no sólo por la entereza con la que enfrentó su enfermedad, sino por la campaña que emprendió a favor de las donaciones de médula para tratar a personas como él. Pablo Ráez recibió un trasplante de su padre y tratamiento de quimioterapia cuando le detectaron leucemia por primera vez en 2015. El joven atleta aprovechó las redes sociales, donde ya tenía mucha actividad desde mucho antes de que le detectaran el cáncer, como muestra su perfil de Instagram, para animar a las personas a que hicieron donaciones de médula ósea.

La campaña de Ráez resultó crucial para conseguir un aumento de las donaciones de médula ósea en Málaga en un 1.300% el año pasado con 11.200 donantes nuevos, como reconoció el director del Centro Regional de Transfusión Sanguínea, Isidro Prats. Parecía una historia perfecta. Su campaña había tenido éxito y además parecía haber superado su leucemia. Pero nuevas pruebas detectaron un nuevo avance de la enfermedad. Se sometió en diciembre a un nuevo trasplante, que su cuerpo rechazó. El joven reconocía las dificultades de su tratamiento pero sin perder cierta esperanza que puede seguir inspirando a miles de personas para que recojan el testigo de su campaña. Se trata de impulsar nuevas donaciones, de concienciar sobre algo que muchas personas sanas pueden hacer sin perjudicar su propia salud, que resulta mucho más sencillo de lo que parece y que puede salvar vidas de personas aunque él no haya podido superar la leucemia.

“La muerte forma parte de la vida”, dijo como cierre a su última publicación de Instagram, que refleja lo que supone enfrentarse a una enfermedad como el cáncer. “He estado más ausente estos días ya que estoy centrando en mí la poca energía que tengo para superar esta etapa que está resultando difícil, pero no imposible”. Contaba que las revisiones indicaban una mayor presencia de las células del donante que de las suyas, en una proporción de 80/20, cuando debería ser al revés.

“Por consecuencia a esto he recibido 7 días de una quimioterapia que […] me deja cansado, estoy con una especie de bronquitis y superando los baches que me van saliendo. Admito que es un momento duro, dan ganas de tirar la toalla, de dejar de sufrir, de descansar de una vez... pero no me rindo, sigo y seguiré luchando, día tras día hasta que llegue mi día, sea mañana o en 70 años. Disfrutemos cada día, que es único. Empiezo a valorar las cosas de una manera increíble y de verdad que la vida sabe mejor así. Amad todo lo que forme parte de la vida, disfrutad de todo lo que forme parte de la vida, no os arrepentiréis […]”.

En algunas regiones de España, en pocos días se han multiplicado por cuatro las llamadas y por diez los correos electrónicos de personas que desean entrar en el registro de donantes de médula ósea. A pesar de esta ola de solidaridad, las autoridades advierten de que muchos pacientes se echan para atrás en el momento de la donación, lo que demuestra que las campañas tienen que explicar mejor en qué consiste una donación.

Primero se comprueba la compatibilidad de la sangre del posible donante con la del paciente. Pueden pasar meses o años hasta que llega el momento del trasplante; una vez que se confirma con una nueva muestra la compatibilidad genética, el donante se somete a la intervención. Se somete a una anestesia general mientras recibe punciones en el hueso de la cadera para aspirar las células de la médula que se van a trasplantar. Un día en el quirófano y algunos dolores que se superan con analgésicos básicos, pueden contribuir a que el paciente pueda reconstituir sus células y superar su enfermedad.

En algunos medios de comunicación y en las redes sociales se traza muchas veces una línea entre los luchadores que vencen en su lucha contra el cáncer y quienes se quedan en el camino. Pablo Ráez murió pero no ha sido derrotado porque ha inspirado a miles de personas y ha demostrado el componente colectivo de la lucha contra esa terrible enfermedad, sin buenismos ni pensamientos mágicos.

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