Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Humanidades | Educación

El asesinato silencioso de la actitud crítica

La progresiva merma de peso de las Humanidades en el curriculo formativo deja desatendidos el aprendizaje de habilidades comunicativas, analíticas y plásticas como la expresión literaria, la actitud crítica, el análisis discursivo y la sensibilidad artística
Jesús Portillo Fernández
lunes, 24 de abril de 2017, 00:00 h (CET)
¿Nadie piensa hacer nada por las humanidades? ¿De verdad os han convencido de que no aportan nada realmente valioso a la sociedad? ¿Serán suficientes los contables, los administrativos, los empresarios y los comerciales para mantener el patrimonio cultural? Recordaré el secreto a voces que no conviene a nuestros dirigentes: “controla el plan de estudios de los niños de hoy y tendrás asegurado un punto de vista determinado en los votantes de mañana”. Han hecho desaparecer la literatura de bachillerato y a la filosofía le han ido restando horas e importancia hasta que la han sacado de la fase general de la EBAU; siendo solo opción para los bachilleratos de Sociales y Humanidades, como si no fuera una materia de interés para Ciencias Tecnológicas y Ciencias Salud. ¿Quién planteará debates sobre el sentido de la vida, el compromiso social, la dimensión artística del ser humano y el gobierno de la ciudadanía? La respuesta es “nadie”. Sin horas en las aulas para fomentar el espíritu crítico y la sensibilidad artístico-literaria, para pensar la regulación del tiempo que invertimos al ocio y al negocio, para analizar las opciones de gobierno y funcionamiento de éste, para escapar y expresarse mediante la poesía; ¿qué se espera de las futuras generaciones? Sencillamente, que sean dóciles y manipulables.

A cambio nos agasajarán con más entretenimiento, garantizarán nuestra seguridad a cambio de sumisión, intentarán confundir “diversidad” y “perjudicial”, simplificarán y querrán hacer ver que la pluralidad es algo peligroso. Las humanidades sobran en las aulas para aquellos que ven solo un negocio en el mundo, habiendo lugar y siendo importantes todas las disciplinas. Si creen que exagero échele un vistazo a la LOMCE e incluso a los libros de Historia de editoriales conservadoras, las cuales plantean la privatización de servicios básicos y universales, garantizados teóricamente por nuestra Constitución, como la educación, la sanidad, la justicia y las pensiones como un medio para hacer sostenible el Estado. ¿Cómo aprenderán a apreciar la manipulación mediática si no contrastan ni analizan lo que leen? ¿Cómo serán capaces de diferenciar la opinión de la información, si no tienen formación suficiente para distinguir las otras opciones que no conocen? Y la pregunta más básica: ¿quién creará hábito de lectura si no se hace desde casa? Desgraciadamente, cada vez se lee menos y se consume más audiovisual, un formato completo que tiene el inconveniente de darlo todo hecho y no ejercitar la imaginación.

¿Estarán preparados nuestros jóvenes cuando tengan que votar para decidir en primera persona o se dejarán llevar por la decisión heredada? ¿Sabrán las formas que tienen para defenderse o seguirán anestesiados esperando un cambio que no llega? Para aquellos que no lo sepan, el gobierno eliminó Ética de secundaria, una asignatura fundamental para estar al tanto de los problemas sociales más comunes como el clasismo, el racismo, la xenofobia, la intolerancia religiosa, la homofobia, etc. Era una materia que enseñaba a los alumnos los documentos que sirven de marco legal a nuestras leyes, como la Declaración Universal de los Derechos Humanos y las formas de adhesión; las diferentes formas de gobierno, las instituciones civiles y políticas, la importancia de la independencia y la división entre poderes, el valor de la educación, el cultivo de la tolerancia en sociedades multiculturales, la relativización de perspectivas y sobre todo los límites de la acción y el lenguaje. ¿Cómo sabrán cuáles son sus derechos y cómo defenderlos? Es fundamental que nuestros jóvenes sepan qué es la seguridad jurídica, qué es el “habeas corpus”, qué valor tiene la manifestación pública y el derecho a la huelga (siempre pacífica y claramente organizada). ¿No interesa que nuestros jóvenes sepan que es la “desobediencia civil”, la diferencia entre “legalidad” y “legitimidad”, la importancia del cumplimiento de la ley y la vigilancia de los poderes públicos?

Aprendiendo a analizar el discurso, aprenden a analizar las intenciones, a anticiparse a acontecimientos potencialmente hostiles, a proponer y expresar correctamente alternativas. Y desde el plano personal, ¿serán capaces de expresar sus ideas con un vocabulario pobre o bastarán las letras de la música comercial? No parece muy fiable la esperanza de que la gente se interese por temas que no conoce, se pregunte por el punto de vista del otro, se apiade de realidades a las que no tiene acceso y se preocupe por hacer que el mundo sea mejor.

¿Y qué hacemos con Historia? La versión que los niños tendrán como verdadera de lo que sucedió, la herramienta que moldea la cosmovisión de una generación. ¿Qué papel juega actualmente el estudio de la historia contemporánea y reciente? Muchos no saben qué modelo de organización territorial y política tiene nuestro país, qué importancia tienen los estatutos y cómo cambiarlos, porqué utilizamos la ley D'Hondt y no un sistema de voto por persona, cómo se transmite y normaliza la corrupción en la sociedad civil. Las humanidades juegan un valioso papel en la construcción de la ciudadanía, porque, al fin y al cabo, es la soberana de la nación, la dueña de las decisiones que deben escoger y quitar a sus representantes políticos. La producción de las humanidades no es material, es fundamental, ideológica y creativa; constituye la superstructura de la cultura, los andamios de la comunicación y de la comprensión de la población.

Cada vez que alguien lee un buen libro viaja a otro lugar, conoce a gente nueva, experimenta emociones, aprende lecciones y, sobre todo, descubre que su punto de vista no es la verdad, sino una perspectiva de muchas que debe hacer compatible con la de los demás: aprende a ser tolerante. “La lectura de un buen libro es un diálogo incesante en que el libro habla y el alma contesta” (André Maurois).

Noticias relacionadas

Una noche de fiesta y alcohol, después de pelear a puñetazos con otros intelectuales como él, concretamente con Jason Epstein y George Plimpton, volvió a casa con un ojo amoratado, un labio hinchado y la camisa ensangrentada. Su segunda esposa, Adele Morales, le regañó. Él sacó una navaja con una hoja de seis centímetros y la apuñaló en el abdomen y en la espalda. Tuvo suerte de no morir.

Resulta sugestiva la emergencia de las religiones no teístas. No me refiero al budismo o al taoísmo, sino a esas otras creencias que proliferan en nuestros días. Ciertas teorías de la conspiración funcionan como religiones, pero, además, se van conformando otras, entre las que cabría destacar la denominada “ecolatría”, por utilizar el nombre que le dio Fernando Savater hace ya tres décadas.

La antipolítica ha encontrado su mayor triunfo: un apoliticismo político que encarna un rechazo consciente a la política tradicional. Y aquí es precisamente donde la paradoja se vuelve elocuente. La falta de propuestas, los escándalos recurrentes, la constante guerra entre bandos, empuja a un desinterés de la política con nombre y apellidos que desemboca en un afán antipolítico visceral, construido alrededor del rechazo. 

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2024 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2024 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto