Se ha dicho que una paradoja es una verdad que se pone patas para arriba para llamar la atención, y en el caso de la carrera política del cura Fernando Lugo, puede decirse que la sentencia se cumple con todas sus letras.
De la misma manera que nos asombró ver a la prensa ultraderechista paraguaya apoyar las supuestas candidaturas de izquierdas en este país, buena parte de los paraguayos quedó sorprendida cuando durante la presidencia de Juan Carlos Wasmosy, el gobierno paraguayo entregó una condecoración a David Rockefeller.
La distinción era inoportuna considerando que todavía vivían muchos paraguayos que participaron de la guerra del Chaco que en la década de 1930 enfrentó a los ejércitos de Bolivia y Paraguay por la posesión del subsuelo de dicha región, entonces disputado por la Shell y la Standard Oil Company, que desató la guerra prometiendo financiación y jugosas ganacias por su apoyo a la aventura bélica al presidente boliviano Daniel Salamanca.
Rockeller había sido invitado por un connotado miembro de la distinguida Sociedad de Las Américas (The Americas Society), "institución sin fines de lucro dedicada a informar a la gente de Estados Unidos sobre las sociedades y culturas del Hemisferio Occidental". En esta sociedad departen entre otros los chilenos Agustín Ewards, Alvaro Saieh, Fernando Léniz, Edgardo Boenninger, el venezolano Eugenio A. Mendoza -de la segunda familia más millonaria de ese país y la tercera continental-, el brasileño José Ermírio de Moraes, de la cuarta familia latinoamericana; la multimillonaria argentina Amalia Lacroze de Fortabat, el estadounidense David Rockefeller, Gustavo Cisneros, entre otros grandes multimillonarios e influyentes políticos del continente.
El anfitrión, el paraguayo Conrado Pappalardo, era entonces un influyente diputado oficialista, antes de bajar el perfil a raíz de las investigaciones que se le abrieron por el asesinato del vice-presidente Luis María Argaña en marzo de 1999. Estamos hablando de la misma persona que, desempeñándose como jefe de Protocolo de la Cancillería de Alfredo Stroessner, en julio de 1976 presionó a George Landau, el embajador de Estados Unidos de la época -invocando "un favor" solicitado a Stroessner por su colega Augusto Pinochet-, para que obtuviera sendas visas en dos pasaportes paraguayos falsos a dos supuestos empresarios cuyos nombres eran Juan William Rose y Alejandro Romeral.
El verdadero “negocio” de estos hombres, cuyos verdaderos nombres eran Michael Vernon Townley y Armando Fernández Larios, era asesinar a Orlando Letelier en Washinton el 21 de Septiembre de ese año.
Hoy conocemos de aquella conjura del Plan Cóndor porque el embajador Landau fotografió los pasaportes antes de estampar las visas y ésa fue la clave que le permitió al fiscal Eugene M. Propper desenredar el ovillo del crimen.
La paulatina desclasificación de documentos ha revelado los entretelones de aquella tenebrosa conjura para asesinar al canciller chileno con escalofriante precisión, incluyendo las razones por las cuales los sicarios de Letelier terminaron utilizando documentos chilenos en lugar de los paraguayos, en virtud de información que sólo pudo venir de la inteligencia estadounidense.
Un memo del Departamento de Estado demuestra que éste estaba al tanto de las extrañas maniobras en la sede diplomática de Asunción desde el 1 de septiembre de 1976. Un anexo de un informe de la CIA a su vez demuestra que la oficina de Langley estaba en conocimiento de la trama que acabaría con el ex canciller chileno desde el 29 de julio de 1976, aunque no se explicaba porqué los asesinos incluso tenían el teléfono de la oficina del general Vernon Walters que le había proveído Pappalardo.
La documentación también explica que el 5 de agosto el embajador notificó al Secretario Adjunto de Estado Harry W. Shlaudeman del asunto, y al día siguiente se recibieron en Washington copias fotostáticas de los documentos que había tramitado Pappalardo para los asesinos. Shlaudeman notificó del extraño caso al servicio de Inmigración y se tomaron las medidas para negar la entrada a Estados Unidos a los sospechosos.
Este detalle del pasado de Conrado Pappalardo resuelve el misterio de la encendida defensa a la impunidad de Pinochet que acostumbra hacer el diario ABC Color de la capital paraguaya, como cuando el ex dictador chileno fue detenido en Londres por orden del juez Baltasar Garzón. Es que su cuñado el propietario del periódico, Aldo Zucolillo, estuvo a punto entonces de soportar un bochorno familiar con la extradición a Inglaterra de su pariente.
El enigma que sí queda sin resolver corresponde a cómo personajes de esta calaña y con estas vinculaciones pudieron urdir un inicuo contubernio para apoyar la candidatura “izquierdista” del obispo Fernando Lugo a la presidencia del Paraguay, patrocinando a la izquierda, y simultáneamente defendiendo a Pinochet y encubriendo a los asesinos de Orlando Letelier.
Enigmas lancinantes
Uno de los enigmas más lancinantes que rodea la campaña del obispo Fernando Lugo a la presidencia del Paraguay lo constituye la extraña fascinación que un teólogo de la liberación tercermundista parece ejercer sobre ciertos zares de la prensa paraguaya, recalcitrantes anticomunistas que la sociedad heredó de la dictadura de Alfredo Stroessner y poseedores de las más opulentas opulencias mal habidas en un país sumido en la más miserable miseria como Paraguay.
El diario más jugado a favor de Lugo durante su campaña electoral, el ultraderechista periódico del maccartista Aldo Zucolillo, ABC color, (conocido por ser favorecido de los organismos de coacción imperialista basados en Washington, que por mucho tiempo lucró gracias a su amistad con el dictador Stroessner) es uno de los más acérrimos enemigos del MERCOSUR en el ámbito periodístico sudamericano. Eso además de ser conocido por haber alabado en sus editoriales al genocida Jorge Rafael Videla, defendido a Pinochet cuando fue detenido en Londres y por solo haber abierto la boca para condenar al imperio norteamericano cuando Jimmy Carter impulsó la defensa de los Derechos Humanos.
Uno de sus columnistas estrellas fue –antes de convertirse en zoquetero arzobispal- Ricardo Canese, quien utilizó su espacio para promocionar las políticas energéticas de George W. Bush, y ofrecer una catarata de cifras, ecuaciones, números y fechas para concluir indefectiblemente que el Paraguay es permanentemente agredido por Argentina y Brasil en el manejo de las hidroeléctricas binacionales de Itaipú y Yacyretá. Eso aunque nunca estrenó su grado de constructor erigiendo cuando menos un gallinero o una letrina, y que como ingeniero lo único que ha demostrado es ser muy buen periodista.
Estas retrógradas campañas contra la integración regional, que en su momento fuera un gran negocio editorial y político, se explican por los intereses de la poderosa embajada norteamericana en Asunción, eterna antagonista del MERCOSUR a través su prensa adicta.
Muchas son las preguntas, en contrapartida, que Canese ha dejado de responder en sus permanentes diatribas contra la integración y los países vecinos con los cuales Paraguay, una isla rodeada de tierra como la describiera Roa Bastos, necesita un buen relacionamiento como los pulmones necesitan del aire.
¿Cuántos voltios se necesitan para provocar un cortocircuito que desencadene un incendio en la Ferretería Nueva Americana, propiedad de su patrón Aldo Zucolillo? Pues a pesar del poco conocimiento en tales asuntos, puedo asegurarle que la cifra exacta son 850.000 dólares de deuda tributaria.
El incendio de comercios, según versiones que se manejan en el ámbito periodístico paraguayo, era la recurrente vía con que el zar de la prensa paraguaya evitaba pagar con recursos torcidos un “precio justo” por sus negocios al Estado Paraguayo, como puede verificarse revisando la resolución nº 54 del 6 de marzo de 1972, y las 327 y 328 del 26 de julio de 1991. El acta de la intervención de los inspectores de Hacienda estaba fechada el 1 de julio de 1991, y tres días más tarde la firma del entonces jefe de Canese solicitó el fraccionamiento de su deuda. Desafortunadamente, el Ing. Ricardo Canese no estaba a cargo de asesorar con su sapiencia a los responsables de las instalaciones eléctricas del comercio, y en diciembre de ese mismo año, a raíz de supuestos cortocircuitos, las llamas del averno consumieron a la ferretería.
Nunca fueron aclaradas las muertes de José Antonio Valiente y Jorge Luis Marchi, fallecidos en nebulosas circunstancias relacionadas a esos incendios.
Otra pregunta que nunca contestó nigún periodista de ABC color es: ¿Cuántos wattios de potencia aplicaba en su descarga la picana eléctrica que utilizaba su compañero de redacción Alcibíades González Delvalle, en tiempos en que trabajaba como policía de Edgar L. Ynsfrán? Y sobre sus protegidos de Tekojoja: ¿Retribuyó con un precio justo a la sociedad paraguaya el lucro antisocial de los puertos privados de la empresa PAKSA, privilegio concedido por los mafiosos y corruptos gobiernos que ahora sus dueños supuestamente combaten?
¿Cuántos niños desnudos y hambrientos podrían comer tres veces al día si se formalizaran algunos privilegios como ése? ¿Qué precio se pagaba por aparecer en los álbumes estronistas de Monte Domecq, hoy vinculado a USAID a través de la ONG Gestión Local? ¿Qué marca de fósforo usó Nerón para incendiar Roma?
Una pista para resolver estos acuciantes laberintos de nuestro tiempo la sembraron algunas décadas atrás el director griego-turco-norteamericano Elia Kazán, y el periodista Humberto Pérez Cáceres. Kazan, cuyo trabajo como director incluye títulos tan conocidos como Nido de ratas, Al Este del paraíso y Un tranvía llamado deseo realizados durante la década del ‘50 –su mejor momento artístico-, ha sido siempre señalado como un traidor y delator durante la llamada caza de brujas macartista, debido a su colaboración con el Comité de Actividades Anti-americanas uno de los últimos avatares de la perversa Guerra Fría que contaminó la industria cinematográfica norteamericana en aquellos años.: “Los nombres que di (una docena de ex integrantes del Partido Comunista) ya eran conocidos por el Comité” se defendió en una oportunidad Kazán.
Su amigo Arthur Miller dio una versión distinta de ese episodio y Dashiell Hammett, en iguales circunstancias que Kazan, calló y terminó en la cárcel y en la ruina. En su famoso film “Nido de ratas” (cuyo nombre original en inglés era “On the Waterfront”), Kazan glorificaba al delator Terry Malloy, personificado por el legendario actor Marlon Brando.
Inspirado en el argumento, Humberto Pérez Cáceres tildó alguna vez al diario de Aldo Zucolillo con el nombre castellano de la película de Kazan, quien en 1999 recibió un discutido Oscar por su trayectoria de manos de la misma comunidad que había sido su víctima.
En sus tiempos de “revolucionarios” José Luis Simón, María Jesús Caballero, la izquierdista arrepentida Guillermina Kanonikoff, etc, eran presentados como peligrosos terroristas con sus fotos en tapa de ABC (como buscados al estilo del Far West), azuzando a los grupos de tareas de Pastor Coronel.
Durante el proselitismo luguista vimos el apasionado entusiasmo con que su delator de otrora, Aldo Zucolillo, promovió políticamente a sus perseguidos de antaño desde el mismo diario donde los señalaban como bestias a cazar por sus represores.
En conclusión, aunque muchos enigmas quedarán sin duda para la discusión de los arqueólogos, que siglos adelante analizarán con inexorable asombro las ruinas de nuestra actual era arzobispal, existen otros acertijos que fácilmente pueden develarse en el presente, como la pregunta: ¿Cuál es el secreto entendimiento entre la prensa de ultraderecha y el obispo Fernando Lugo?
El animador de los cumpleaños de Stroessner
Pero Aldo Zucolillo no es el único cómplice de la dictadura de Stroessner arrepentido, lo acompaña su amigo del alma Humberto Rubín, beneficiario de una de las historias más complacientemente contadas dado que a pesar de haber estado estrechamente vinculado a la dictadura por décadas hoy es considerado en héroe de la democracia. Si Aldo Zucolillo es sobornado por el gobierno de Lugo con dos mil millones de Itaipú, el ex animador de Stroessner se encuentra comprometido hasta los tuétanos con el luguismo a través del cupo de la familia ocupado por su mujer Gloria Rubin. Conozcamos la historia de estos profesionales del acomodo con el oficialismo..
Según señala Nemesio Barreto Monzón, “Uno de los principales beneficiarios de la sanguinaria dictadura de Alfredo Stroessner fue Humberto Rubín, quien ha dedicado en los últimos años un considerable esfuerzo tratando de borrar de la memoria colectiva su muy provechosa vinculación con el régimen dictatorial”.
Entre otras cosas, Rubin debe a sus amigos "stronistas" de antaño la adjudicación de enormes extensiones de tierra, además de su propia radio.
NACIMIENTO DE RADIO NANDUTÍ
Radio Nandutí era un emprendimiento conjunto del músico Teófilo Escobar(l) Humberto Rubín y del coronel Pablo Rojas, recaudador de Stroessner. Uno de los motivos de la apertura de Radio Nandutí fue "apoyar la campaña electoral Stroessner Presidente, 1963-1968". El 29 de noviembre de 1962 el dictador Stroessner asistió a la inauguración de la radio, acompañado de su esposa, doña Eligia Mora de Stroessner. Por consiguiente, "Radio Nandutí" es un emprendimiento que contó desde su origen con la bendición del general Stroessner. Entre los amigos de Humberto Rubín -en orden de aparición-, figuraban Francisco Feliciano "Manito" Duarte (Presidente de la telefónica estatal, Antelco), Alejandro Cáceres Almada (locutor de la "Voz del Coloradismo") y Adán Godoy Jiménez (Ministro de Salud, 1969-1989). Teófilo Escobar, músico y cantante paraguayo, autor de la canción "Agüita Mansa", nació en asunción en 1924. Falleció el 16 de junio de 1993.
RUBÍN Y SUS "MICRÓFONOS DE ORO"
En el séptimo aniversario de Radio Ñandutí, el 29 de septiembre de 1969, Stroessner dio luz verde para que el "Canal 9 de Televisión Cerro Cora" (propiedad de Gustavo Stroessner Mora) transmita desde el Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social la entrega del "Micrófono de Oro" al doctor Adán Godoy Jiménez, nombrado ministro el 21 de agosto de ese año, "por ser el primer locutor que llega a Ministro". Era una distinción que entregaba Radio Ñandutí a los más destacados personajes que realizaban “servicio público. Entre los "méritos" del ministro Godoy Jiménez no sólo figuraba el de ser locutor de "La voz del coloradismo" y de "Habla el Partido Colorado", sino también el hecho de haber demostrado una increíble crueldad como médico del Policlínico Policial, lugar donde se revivía a los torturados para que no murieran antes de declararse comunistas.
DE MICRÓFONO DE ORO A MICRÓFONO DE LATA PLATEADA
Entre los laureados con el "Micrófono de Oro" estaba el Comandante de Transmisiones Francisco "Manito" Duarte. Radio Ñandutí lo distinguió "por haber facilitado la transmisión desde Venezuela y Colombia de los partidos de fútbol de las eliminatorias del mundo". Nunca como en este caso es más aplicable el proverbio de "quien siembra vientos recoge tempestades", pues "el laureado Manito" integró después la "murga" que interferiría las transmisiones de Radio Ñandutí.
También el Dr. Raúl Alfonsín fue premiado, pero tuvo menos suerte que los otros. El 21 de julio de 1990 le fue otorgado el "Micrófono de Plata", seguramente porque para Humberto Rubín el ex presidente argentino no reunía los méritos de sus ilustres predecesores.
EL DESPRECIABLE NEGOCIO DE LA "ADULONERÍA"
Desde que el dictador decidió retirarle su "patente de corso", Humberto Rubín pasó a la vereda de enfrente y después de la caída de Stroessner reivindicó para sí el "don" de la infalibilidad, que hasta entonces estaba reservado exclusivamente al Santo Padre. Mucho antes de ponerse al servicio de Stroessner y de los gobiernos de turno, según puede verificarse en el archivo fotográfico de Montoya Correa Palacio, Rubín y otros caballeros del pasado practicaban ya la rudimentaria ecología de andar detrás de las botas.
Humberto Rubín fue el eterno animador de los cumpleaños del general Alfredo Stroessner. Aún hoy se recuerda el kilométrico elogio que le dedicó al "Ilustre Jefe" el 3 de noviembre de 1979, en ocasión del gran Festival de Gratitud por la Paz, organizado por APA en el Estadio Comuneros. Stroessner ya llevaba más de 25 años en el poder, y de las brutales represiones internas se pasó a una multinacional del terror con la "Operación Cóndor". Pero Rubín, tal como queda probado, seguía elogiando al dictador. Profesó fervientemente "la paraguaya teoría de las medias", cuya aplicación suponía siempre que la adulonería debía ser proporcional a la ventaja que se quería obtener.
CAJA COMPENSADORA
El "puñado de tierra" que no lograron los campesinos en décadas de lucha organizada, Humberto Rubín consiguió con la infalible receta de la adulación, que era la moneda de curso legal en aquellos años interminables de tranquilidad desesperada. El servilismo tenía abultados precios en las ventanillas gubernamentales.
Tanto es así que durante la prolongada dictadura de Stroessner, funcionaba una suerte de Caja Compensadora donde el servilismo y la adulación eran facturados a un precio sumamente razonable. De allí salían adjudicaciones de dilatadas extensiones de tierra, que favorecía a una selecta colectividad. Rubín, ambicioso y listo como el hambre, también explotó exitosamente el despreciable negocio de la adulonería. Conforme al expediente Rubín / Irala 1973, que contiene documentos sobre adjudicación de tierra, obrantes en el Instituto de Bienestar Rural, Rubín fue beneficiado con 2.000 hectáreas de tierra en la localidad de Domingo Martínez de Irala, contrariando expresas disposiciones del Estatuto Agrario, Ley No 864/63.
Rubín ciertamente no era ni fue nunca sujeto de la reforma agraria, pero para un privilegiado animador de los cumpleaños del dictador poco importaba ser sujeto de la reforma agraria. Por sus servicios a la dictadura, Humberto Rubín figuró en la lista de beneficiarios del dictador hasta bien entrada la década del '80. De las tierras adjudicadas a Rubín quedan constancia en la Resolución No 862 del Instituto de Bienestar Rural, de fecha 25 de mayo de 1977. Ante semejante privilegio, cabe preguntarse: ¿Cuántos fueron los campesinos asesinados por reclamar la centésima parte de esta adjudicación?
HUMBERTO RUBÍN DESCUBRE LA DICTADURA Y UN NUEVO NEGOCIO
Poco más de treinta años después de iniciada la dictadura, Humberto Rubín descubre que el general Alfredo Stroessner no era un demócrata, sino un "deslustrado déspota". Inmediatamente cruza a la vereda de enfrente para convertirse sin más trámites en un ferviente demócrata y en un cliente privilegiado de la “National Endowment for Democracy”. Desde 1986 Rubín pudo comprobar que ser "demócrata" era tan rentable como lo fue en otro tiempo el negocio de la adulonería.
A diferencia del propietario de "Radio Ñandutí", los campesinos siempre recibieron tortura y plomo por alzar su voz de valiente contra la dictadura y no hubo para ellos lluvia de dólares de la NATIONAL ENDOWMENT FOR DEMOCRACY, de donde en 23 meses "emigraron" 342.000 dólares para Radio Ñandutí.
RUBÍN Y LAS VENTAJAS DE LA TRAGEDIA AJENA
El 28 de enero de 1968, dos semanas antes de las elecciones nacionales, fueron apresados Saturnina Almada y Alfonso Silva, quienes en orden de precedencia se convirtieron en los primeros presos políticos del "proceso democrático" que tanto elogio mereció por parte de Humberto Rubín y que la oposición rastrera se encargaría de legitimar en las farsas electorales del 11 de febrero de 1968. El dictador Stroessner no había hecho ninguna concesión en materia de derechos humanos. Y no sólo no hizo concesión, sino que a los centenares de presos políticos que llevaban ya años en las comisarías, se sumarían con el correr del tiempo otra cantidad tan grande de presos, a tal punto que en el mes de septiembre de 1976 se tuvo que habilitar como campo de concentración la antigua prisión de Emboscada.
OPOSICIÓN RENTADA PREFIERE RADIO ÑANDUTÍ
A principios del mes de febrero de 1977, dos dirigentes liberales eligieron la radio de Humberto Rubín para hablar sobre "la auténtica democracia que vive el pueblo paraguayo, gracias al constructivo gobierno del general Stroessner". Claro, después se supo el verdadero motivo de semejante elogio. El 18 de enero de 1977, llegaron al Departamento de Investigaciones los señores Fulvio Hugo Celauro y Serviliano Alonso Peralta, dirigentes del partido liberal (Archivo del terror, CDA, Libro P.34). Eran las 19:30 cuando el oficial de guardia hizo pasar a los dos caballeros a la oficina de Pastor Coronel, Jefe de Investigaciones. Estos ilustres visitantes, hay que decirlo, ya no estaban dispuestos a alquilarse como en otros tiempos; estaban allí para venderse y para solicitar el laudo arbitral de Don Pastor Coronel para resolver las rencillas internas del Partido Liberal. El Jefe de Investigaciones resolvió las disputas entre liberales tal como se esperaba, es decir, a favor de Celauro y Alonso.
RUBÍN PREMIADO POR DOBLE PARTIDA
La complaciente historia que presenta a Rubín como un luchador insobornable contra la dictadura de Stroessner, es interesadamente falsa y cuya falsedad puede ser demostrada con hechos, actos y documentos. En honor a la verdad histórica hay que decir que este "verso" fue inventado, corregido y aumentado para que Humberto Rubín pudiera recibir el Premio "Pablo Iglesias" y la plata dulce de la National Endowment for Democracy. Rubín fue sin duda alguna el opositor mejor rentado en los últimos años de la dictadura de Stroessner: a partir de octubre de 1986 a noviembre de 1989 recibiría un respetable promedio mensual de 14.200 dólares americanos.
Decía Thomas Carlyle que la unión sólo es posible cuando los hombre son sinceros, nexo que difícilmente podamos encontrar entre los personeros del adefesio político conocido como luguismo, y sus patrocinadores de la ultraderecha.
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