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Imposible gritar “Libertad” (I)

Reducir a la mitad el hambre y la miseria en el mundo
Aurora Peregrina Varela Rodriguez
miércoles, 3 de mayo de 2017, 00:26 h (CET)
He aquí mi canto a la igualdad de las razas, de los seres, quisiera también de las ideas y la religión, que tantas veces nos separa a traición, provocando muertes, enfrentamientos y guerras.

He aquí mi canto y es amable, quiero convencer, ayudar a mejorar.

He aquí mi canto que nace de mi soledad, y me ha hecho descubrir la verdadera felicidad, aquella de la que jamás te divorciarás.

Estoy aquí, somos la familia Warrely, grandes amantes de los animales y las causas, enemigos del tabaco, la mala vida y el alcohol, pero no aburridos, eso no.

Buscamos simplemente un mundo mejor, más cordial, donde no te de miedo salir a la calle y todos seamos hijos de Dios. Y que se note.

Aquí me encuentro, aquí bailo, aquí me muevo, no me mueven, sé a qué sitios voy y con qué palabras debo hacerlo.

No me equivoco, me entenderá, pero espero que no se vayan a dormir sin reflexionar, sobre lo que aquí se expresa con lágrimas, no a la desesperada, no vale de nada, pero sí pidiendo “por favor”.

Solidarios a pesar de todo, la soledad, la incomprensión, la intolerancia, las dificultades económicas, el desamor y la vejez. Solidarios con la causa: que nadie pase hambre.

Ayuda blanca, lealtad, moral, honor, porque todos somos iguales ante los ojos del único Dios, entonces todos debemos vivir de forma parecida, sin carencias, con la barriga llenita, que tan bien nos sienta… tenerla.

Debemos respirar profundamente contemplando un hermosos valle lleno de amapolas rojas y reflexionar sobre la forma en que podemos colaborar. Todos podemos, grandes y chicos, olvidar un poco nuestras tristezas ya que al menos… tenemos que comer todos los días y podemos tender la mano y abrir los brazos, fuerte, muy fuerte que sea ese abrazo.

Yo también tuve un oso de peluche con el que me gustaba jugar porque tenía el estómago lleno y la nevera repleta de sanos alimentos.

Sé que todo van a terminar olvidando los que no me comprendan... y no llorarán, se reirán de la mujer nacida en el Sur, país de poco peso mundial... y de ahí salió ella que supo mantenerse en su perfecta virtud y en sus ganas de ayudar a los demás.

Frente a los que no me entiendan… hay que disimular la rabia... y me cuesta la tarde entera... no comprendo lo que hacer y lamento un fuerte dolor de pecho, angustia que no me abandona, pena sin descanso, traición y acción, contradicción... temblor de manos, calenturas de joven...¿a dónde iré, después?. Quiero ser parte de la lucha contra la marginación y la desnutrición.

Josefina de oro negro... de cruel mirada cuando el hambre de triste sombra la habitaba y todo sin ser ella… mala. De ojos verdes cual un paisaje de verano belga, Josefina, hoy vive y ha estudiado Psicología gracias a las buenas acciones de hombres de fe. Tiene una gata. Se llama Petunia... gatita loquita, de tres selectos colores, presumida como ninguna otra. Nena, nenita, neniña, misericordiosa y sonriente, que le gustan las golosinas gatunas, que le gusta la comida de la lata, que durante la noche se acuesta en las alfombras rojas y peludas de la sala, Petunia, nena de suave pelo, de seda fresca y de dulce tez... gran colorido en armonía te habita, y una niñez... en el rostro sombrío de quien ha sufrido debajo de un camión en las calles del olvido. Josefina la recogió de la calle porque también aprendió a ser solidaria con quienes nos necesitan. En este caso, los animales desamparados, abandonados a su suerte.

Continuará…

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