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Los días de Gilgamesh | |||
"Una novela exquisita y perturbadora" | |||
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La historia arranca en algún año indeterminado, hacia el 2012, cuando, sin saberse ni cómo ni por qué, se desata una epidemia planetaria que impide que el ser humano procree. Mas es la única especie del planeta en esta tesitura, entretanto las demás pueden continuar con su andadura. Por estos días llega a Lubitana don Gilgamesh, un hombre del que nadie sabe nada o casi nada, y a quien enseguida se le vincula a unas muertes que se han producido el mismo día en que violaron a la Niña Sara, una autista que había tomado por tan extraño personaje particular predilección. A partir de aquí, mientras los científicos se empeñan en encontrar una solución al arduo problema de la supervivencia de la especie, la humanidad comienza a extinguirse, replegándose de lo mayor a lo menor. Si al principio de la novela el mundo está dominado por el Imperio, si la sociedad parece haber alcanzado unos niveles de confor y seguridad elevadísimos, poco a poco, a medida que el género humano se extingue, todo va regresando al principio, a la tribalidad, al Paraíso... o a la nada. Un viaje al ayer que se realiza a lo largo de 40 capítulos. Sin holocaustos, sin explosiones atómicas ni nada que se parezca, y aun sin ninguna clase de trompeterías apocalípticas de ninguna índole, el número de humanos sobre el planeta va mermando, mermando, hasta que no quedan sino algunos... ¿hombres?... ¿Qué harán?..., ¿en qué darán?... ¿Ha pasado antes con alguna otra civilización?... Una novela sorprendente, escrita con un estilo costumbrista, sereno, reposado, reflexivo, que es capaz de arrojar espléndidas luces y cernidas sombras sobre un porvenir que, tal vez, pertenece al pasado, porque quién sabe si esto, de esta forma o de otras, ya ha sucedido Dios sabrá cuántas veces. Puedes comprar el E-Book en: AngelRuizCediel.es |
Quien venga por vez primera, a esta ciudad de embeleso, debe tener su alma abierta sin trabas o impedimentos. Porque Córdoba es ciudad, para verla con empeño, gozando de sus callejas, jardines y monumentos. Para aspirar sus perfumes, y disfrutar del misterio, que proporcionan sus patios con mil flores de ornamento.
Creo que le matarán, con la mirada cruel, los puños alzados, quieren sacarle la vida, y es fácil, pues está solo y no sabe defenderse.
Dijo en cierta ocasión Albert Camus que «la tragedia de la vejez no es que seamos viejos, sino que seamos jóvenes. Dentro de este cuerpo envejecido hay un corazón curioso, hambriento, lleno de deseo como en la juventud». Quizá, esta frase del escritor, de origen argelino, sea una estupenda expresión para vislumbrar el enfoque de la novela de Domenico Starnone, El viejo en el mar.
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