Porfinllegadas, Porfinllegados, os hablo desde el Reino Poético, único lugar de este mundo donde habita un rey (en ningún otro lugar existe algo así, llamado rey o reina, y si lo hay son imposturas de los humanos), y es Reina, su nombre: Inocencia. Inocencia no manda ni ordena (como lo haría un rey humano, que es tirano) sino que, sencillamente, está en todo, en todas y todos los que los ciegos de alma consideran individuos, y en la extensión inabarcable de todo lo vivo y todo lo que los ciegos de alma llaman muerto o inane. Eso es en verdad reinar, eso es en verdad estar y ser en una heredad como esta que habitamos todos los que conscientemente sentimos que vivimos.
Inocencia es la cal y es la lluvia, es el cielo y está en cada dedo. En cada pensamiento y en las estrellas, en el que ha caído y en el que se levanta. Inocencia está en ti y estuvo en mí, está en mí que sigo estando aquí porque Inocencia no muere, y está en ti y estará en ti porque tu conciencia jamás morirá, porque la hoja verde es primero un dibujo y un boceto, y eso no lo puede tocar ni destruir la mano del hombre.
Inocencia eres tú, Porfinllegado, Porfinllegada, mira desde vosotras/os.
(Pero no os confundáis con su nombre. Es bonita, su corazón late en paz. Pero Inocencia es capaz de levantar la espada más alta de lo alto que cualquiera pueda levantar una espada. Porque Inocencia habita muy cercana a su hermana de vida y eternidad, de nombre Justicia.)
Os hablo para contaros. Si tú que me lees ahora piensas: ¿Quién habla? Conténtate con saber que hablo a la par de ti, que pensamos juntos y que te acompaño. Espero que al menos en las fatigas que sé que estás pasando en tu presente (que desde mi concepción limitada del tiempo es mi futuro) sientas una presencia amiga.
¿Qué tocas? ¿Qué ves? No sé cómo habrá cambiado el mundo cuando tú puedas leer esto. No sé qué verás y qué sentirás con lo que ves. Yo sólo puedo contarte que este mundo que yo habito ahora su tiempo lo llaman siglo XXI, año 2025 de la que llaman era cristiana. Quizá eso no te suene a mucho o quizá sí, sólo ten en cuenta que habito en el tiempo de los edificios y de las ciudades, de cuando habían ejércitos y medios de comunicación que conectaban en directo a cada segundo a todos los habitantes del mundo y donde cada día se habla de una nueva guerra mundial, porque al haber tantos ejércitos y tantas armas y tantos amos y tantos ricos ávidos de más riqueza, sólo pueden lograr sus fines con las guerras, y las guerras no pararán hasta que los humanos dejen de creer que aquí sólo se puede vivir si alguien que no conoces en posiciones de mucho poder regulan todo, hasta el más mínimo detalle en las vidas de cada familia. Eso es atroz, dirás, y estúpido. Pero ocurre. Ocurre en este tiempo. Deciden sus amos, en naciones inmensas donde habitan millones de personas, deciden sus amos mediante un voto voluntario y nunca hay día en que no haya amos sobre nuestras cabezas. Pero no creáis, no todos somos igual: muchos no aceptamos este sistema y luchamos contra él, yo jamás voté, no entré en ese juego estúpido, carente de inteligencia y de valentía, e indigno de todo punto. Al contrario, lucho y con mis pares por otro mundo donde el humano no se crea el rey de esta tierra, por encima de los demás animales (vivo aún en la era del antropocentrismo, antropocentrismo significa que el humano cree que es más inteligente que las demás criaturas del mundo que no son humanas, y por eso, por ese concepto de “ser humano”, las captura, esclaviza, humilla, asesina y come). Sí, sé que esto suena increíble si el tiempo en que tú que ahora lees no posee libros o publicaciones a las que puedas acceder de referencia; quizá existe una transmisión de una verdad sobre la vida, que en tu tiempo se transmite, y se ha contado el pasado de una manera. Siempre ocurre. Cada siglos, la historia se destruye y se vuelve a reescribir, el humano es mentiroso por naturaleza, por depredador natural, por malvado. Eso en amplio, lo de humano, porque sí es cierto que entre los humanos nacidos de pronto salta la anomalía, y emerge el humano que recuerda, entre todas estas capas de mentira, qué es verdad. Y se aleja de la fila. Yo soy uno de ellos, y conozco muchas amigas y amigos que lo son también. Nosotros renegamos de eso de ser humanos, nos denominamos animales, por orgullo de defender a los más sometidos en esta época: los animales. Y para que cuantos más seamos con este escudo de armas, más los animales “subirán” de su estatus imaginario de más abajo del humano, hacia el lugar donde realmente están, más alto aún que las cabezas mínimas de los humanos, tan altos como las flores, más altos que las nubes.
Esto es un lugar más de lo que no se ve que de lo que se ve: Recuerda. Este es un lugar más de lo que no se ve y hay que hallarlo.
Yo no soy un yo sino múltiples yo. Sabe que estás rodeada/o ahora por cientos, quizá miles; cuando me leas puede que “yo” sea millones, todo depende de cómo crece este mar de la liberación que soñamos en la frente los humanos que nos salimos de serlo para ser animales, para ser libres, y para ser liberación para todos los animales reos, nos crecen flores en las manos, en mitad de la pena de ser tan pocos con una verdad tan poderosa y simple en un mundo de millones que niegan esa simple y fácil verdad, unos por pillería, otros por cobardía.
Sabed que estamos en la época, nosotros que aquí estamos escribiendo hacia la vuestra, más allá en el tiempo, de la “búsqueda de la seguridad. Por miedo”. Ahora mismo mientras escribo lo hago rodeado de millones de humanos con miedo profundo. Porque no controlan sus vidas, saben muy poco de ellas y lo que saben es malo, porque así se lo han trasladado los que mandan en estas prisiones abiertas llamadas ciudades y naciones, a las que obligan a amar como condición de vivir.
Nosotras/os somos las/os que publicamos el libro “La Bella Revolución”, cuya editora fue La Tortuga Búlgara, si halláis entre toda esa geografía fea y difícil del colapso algún ejemplar, retenedlo y guardadlo. En ese libro ciframos y dejamos dichas algunas cosas que podrían servir a los supervivientes, en mitad del caos, para salvarse y seguir salvando. Para entender el horror, no repetirlo de ninguna forma, evitarlo y sofocarlo, y para hallar un camino, aunque a la vista no haya ninguno, sólo sombra y dolor.
Y si alguien dice que posee un ejemplar del libro y no os lo enseña e insiste en que lo tiene, miradle bien a los ojos: si no tiene los mismos ojos que el alce cuando se os cruza y para ver si sois un peligro os mira tras el argénteo arbusto o los del perro que huye de vosotros o se os acerca algo contento, como si fuerais un mundo pero necesita comprobarlo, o no veis en sus ojos lo que habéis visto en la noche, cuando es más profunda, e imagináis mejor, y habéis visto “un mundo”, entonces ese hombre miente.
Pero La Bella Revolución, que nació como libro está destinado a diluirse en naturaleza, naturalezas, cosas vivas, expandirse desde el pequeño libro al mundo, y persistir. En verdad pone que lo escribió un tal Ángel Padilla. Ese nombre es ficticio, se usa para tener una referencia, pero la obra fue escrita por todos los animales, que aún viven y por los que ya murieron, está escrito por todas las mentes que piensan en el aire, con cuerpo o sin cuerpo, y desde cada mundo, el que yo veo y los que no sé ni que están. El que nosotras/os vemos y desde, aullado, los que no sabemos que están.
Si mi memoria no engaña, vamos en un mismo barco. Si es que ahora es cuchas mi voz es que aún no te han vencido. Somos Clan.
Hay verdades escritas en el aire. Hay versos en cada cosa que toques. Sea prisión pequeña o grande la que habites, porfinllegado, o sea lugar donde puedas respirar aire de fuera y aun ver el firmamento. Porque aunque estés en total oscuridad o incluso en un catafalco, con párpados cerrados podrás ver el verso, escrito por ti, sólo atiende y espera, y lo leerás, y luego se lo cantarás a las y los demás, para seguir construyendo mundo.
Tú quizá no tengas ya ganas de vivir. Créeme, es difícil, yo te comprendo. Nosotras/os estamos también muy cansadas/os. Pero el hecho de escribir ahora te demuestra que tenemos fe en que nuestra desgracia y pena será liberada por unas y unos que bajan ya de las montañas, del sueño y de lo físico, que vienen por mares, del sueño y de lo físico, y que sobrevuelan los aires, en las casas y los firmamentos, a años luz, a mucha distancia, a mi lado ya pero lejanos: venís, nosotras/os lo notamos. Por eso estamos tan felices, hemos sentido como un niño que hubiera estado encerrado en un pajar oscuro y cada tarde entrasen tres vaqueros y lo azotasen fuertemente y nada más viera que eso durante su juventud, que ha salido entre el alto y mecido por un viento cálido centeno dorado y ha oído una canción, ha sabido que hay mundo, ese niño, aunque luego lo tornasen los vaqueros llegando sobre nubes azules con forma de caballo y lo hayan recluido de nuevo en el barco pequeño sin mar de una habitación estrecha como catafalco para matar su imaginación. Los vaqueros del pueblo dueños. El poder que siempre acalla nuestro canto. Ese niño, como ese niño que canta desde el granero oscuro, porfinllegados, hermanas, atended nuestra canción y sonido, venid y seguidlo. Somos vuestras/os amigas/os, vuestros pares, en lucha, en vida.
Mira, detente, siéntate, allá donde ahora mismo estés, un instante. Cierra los ojos.
La canción que llega del mar, y desde todas las épocas. Es la tuya. Es para ti. Eso significa que hay un plan. Y que rodeamos tu casa para saludarte.
Necesitamos alguien que no tenga paredes Necesitamos alguien que sea sólo cielo
Eres más que tú sola. Eres más que tú solo. Aunque aúlles entre llamas siente nuestra presencia. Elévate en nuestras alturas y nosotros nos elevaremos en la tuya, desde nuestra profundidad amarilla de himno y simiente. En el vuelo de los pájaros siempre hemos ido, en el vuelo de los pájaros tú siempre has ido e irás.

|