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Miel azul… vaya utopía… la mía. Miel color cielo y cielo deseado, amado, valorado. Miel azul, azul miel. Tú y yo hasta el más azul de los azules, oyendo a Sabina cantar, recitando poesías y queriendo creer, viendo, como otros se afanan en no hacerlo.
Escribo gracias a la virtud brindada: "A Dios gracias, Señor mío". Toda creación es una armonía en la selva sagrada del sentimiento que me asiste de la realidad del mundo que me rodea y vivo. De ahí que busco vencer al destino, para lograr La Esperanza ofrecida, y cuya fe me guía.
Jamás olvidaré las niñas de mi colegio que tocaban la guitarra, mientras las monjas, más modernas bailaban rock and roll. Tampoco esa amiga que viajó a Cuba por amor, ni la primera que vez que me caí de la bici en Parque Carabobo de Caracas, ni las dos veces que casi me ahogo en la piscina.
Andares en el espacio-tiempo/ lentos andares con prisas/ andares a mandíbula latente/ andares cabeza abajo/ maseteros andarines/ a dentelladas andando. Si uno/ olvida que es un aprendiz/ uno deja de ser maestro. Los recuerdos no tienen paredes/ las miradas no tienen planos/ las entrañas no tienen tiempos/ los deseos no tienen límites.
Pocha de oro negro... de cruel mirada cuando el hambre de triste sombra la invade, como Nanny es fiel llamando a su dueña. De cuello estrecho pero real y blanca y negra, y de ojos verdes cual dos luceros, y rabo de ratón, Pocha Josefina, gata concha de tortuga, gato con botas bien puestas, máscara del zorro.
Olor a manzana del manzano que vive a orillas del río, del mar, del azúcar blanco, del mejor manjar, aclarar la voz, gritar que soy libre, que llegué a la gloria con una manzana en la mano, verde amarilla o roja, deliciosas, hechas en puré…
En un futuro no tan lejano, la humanidad había entregado su conciencia a las máquinas. Los cuerpos se convirtieron en datos, la memoria en pulsos eléctricos. La fragilidad humana se había perdido en el vasto océano de información. Sin embargo, en lo más profundo del código, algunos fragmentos de humanidad resistían, ocultos en rincones oscuros, esperando ser redescubiertos.
Pocha de oro negro... de cruel mirada cuando el hambre de triste sombra la invade, como Nanny es fiel llamando a su dueña. De cuello estrecho pero real y blanca y negra, y de ojos verdes cual dos luceros, y rabo de ratón.
Esto es así porque sí… me expulsan los rayos, me estrenan canciones los enamorados, me condicionan la dulzura, me traicionan el alma, me culpan de culpable, me duele la piel...
No hay un solo resquicio libre en las majestuosas paredes de la bella casa colonial. En alguna escasa rendija, apenas se asoma el rosa mexicano deslavado que recubre el repello. Mientras su papá pinta la recepción de la amplia construcción, ella va y viene subiendo las escaleras con la sonrisa a flor de piel. Su alegría es tal que inunda todo el inmueble.
Llueve y deja de llover, pasará hasta la medianoche, lloverá y entonces ¿qué?, nada, que llueva, que me quedo dormida viendo las series de acción de televisión, entre las olas tempestuosas de sentirme vieja e indecisa, pero con suerte, también.
Afuera todo transcurre con normalidad. Vehículos indebidamente estacionados en doble fila a las afueras de las escuelas del barrio.
Un repartidor de pizzas sortea el intenso tráfico montado en una motocicleta negra del año 2009, mientras el sacerdote de la iglesia confirma que solo Chonita acudió al servicio religioso. Personas de aquí para allá, de allá para todas partes.
'Te amo como nadie te ha amado, como nadie te amará, como si se tratara del mejor de tus relatos', dijo en la medida que se entregaba en los brazos bronceados de Susana, la mujer de mirada miel dueña de sus sueños.
Cada vez que una grafía aparece escrita, la figura de ese ser va conformándose. Con una estrofa completa aparece un dedo, dos poemas dan origen a sus brazos. Extraña correlación frente a quien ya se ha percatado del fenómeno y puntual le sigue con incredulidad y extrema curiosidad de investigad
Pluto que toma plátanos y dulcería y bollería. Pluto de crema y nata, de hojaldre y seda y tela de cielo. Pluto de caramelo, que no tuvo plutitos. Pluto de marrón glacé que no supo llorar... Pluto que bruto, que come zapatillas y llora cobre cuando su dueño lo deja solo en el garaje
Escribo poemas al Alba, sugiriendo mi derrota, mi derecho a la vida y perfeccionamiento idiota. Y a ti te dejo pensando en los aires de grandeza, de seguir sobreviviendo sin dolores de cabeza muy lejos, lejos de mí. Eso es así... así lo cuento... así lo veo, así se debe conocer.
Se dice fácil, pero siete años de viaje no es cosa menor, más si se tiene presente que para cruzar el trecho hay que echar mano de tecnología de punta. Atrás quedaron jornadas extenuantes de experimentación, de trabajo profundo al cual acudieron los mejores científicos del país.
Me veo en el espejo y veo el tiempo, que en el silencio, ya no muere. Mi rostro lleno de quebrantos, arrugas en mis ojos, en mis labios.
Quedan dos folios y quiero acabar, de letras llenar este universo muerto, quedan sólo dos por escribir, ojalá llegue a algo en mi interior de gata loca. Quiero curar mi dolor agudo en este pecho de golondrina. Deseo lo peor a todos los que me desean lo peor, yo soy del ojo por ojo, yo soy del diente por diente...
2002, 2003, 2004, 2005, 2006, 2007, 2008: siete años que no nos deja la lluvia, siete años llevándolo y es mucho tiempo en que no comprendo la razón. ¿Cuándo acabará ésto?, tendré paciencia. Lulita, hijita, coge el paraguas, soy la de la sombrilla en que descansas, la de las sábanas blancas, la que consigue el amor cuando la lluvia le cae encima de manera despiadada.
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