Jamás olvidaré las niñas de mi colegio que tocaban la guitarra, mientras las monjas, más modernas bailaban rock and roll. Tampoco esa amiga que viajó a Cuba por amor, ni la primera que vez que me caí de la bici en Parque Carabobo de Caracas, ni las dos veces que casi me ahogo en la piscina.
Pero mi salida de emergencia será olvidar personas que conocí, porque hay un incendio que acaba conmigo si no lo hago pronto. Correré escaleras abajo y llegaré a un jardín de rosas y claveles color lila, allí experimentaré el verdadero sentimiento de la amistad y el amor, no salvaje, sino pensado, meditado, real y leal. Tendré la gran oportunidad de tener amigos para siempre porque así lo manda Dios, y mi parte, es con él.
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