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Creo que, gradualmente, la desmemoria se impone a la memoria. No me refiero a la memoria histórica, o democrática, que constituye otra cuestión a tratar, así como otro debate, sino al recuerdo en general. Está más o menos contrastada, a través de variados experimentos psicosociales, la explicación de cómo alteramos la remembranza de los hechos vividos, pues nuestra evocación depende de cuestiones relacionadas con la percepción.
Creo que se trata de una consecuencia de la enfermedad que una vieja amiga mía denominaba como la PV (puñetera vejez). Los síntomas comienzan a aparecer misteriosamente, en la medida en que el número de velas que soplamos en nuestro aniversario impide su colocación en una tarta de tamaño respetable.
Quizá por comodidad, nos dejamos llevar por las formalidades sociales, sin la motivación suficiente para averiguar sus justificaciones; son más entretenidas las distracciones de poco fuste en pleno auge. Tampoco sobra tiempo, atareados como estamos en un sinfín de menesteres. Ni ganas tenemos de estrujarnos el caletre en elucubraciones cuya aplicación posterior permanece en un alero indeterminado.
Dicho en lenguaje cotidiano: que a los miembros del “segmento de plata” se nos comienzan a olvidar los nombres, a perder las cosas y a veces a despistarnos en nuestras rutas habituales. Rememoramos con nitidez sucesos, nombres y circunstancias de hace cincuenta años, aunque nos cueste trabajo recordar lo que comimos ayer.
Mi primera ilusión… ya la olvidé… no sé cual fue… si sí o si no… ¿quién sabe?, quiero saber su razón… que se vuelva atrás sin pena, que se desparrame, que se curve su destino...
Con la fiesta de Cristo Rey ha terminado el ciclo litúrgico anual y el próximo domingo empezaremos el Adviento, preparatorio de la Navidad del 2022. Hablar en nuestro mundo de Cristo Rey resulta bastante extraño. Para la mayor parte de las personas el verdadero rey es el dinero y el poder. El dinero lo mismo sirve para comprar una conciencia, el programa informático de Twitter o un campeonato de futbol en el desierto de Qatar.
Existe un pueblo en Argentina donde la vida no se parece a ningún otro lugar del país: Olacapato, ubicado en el departamento Los Andes de la provincia de Salta, muy cerca de la frontera con Chile. Con tan solo 210 habitantes y a casi 4100 metros de altura sobre el nivel del mar, es el pueblo más alto del país. La vida en Olacapato no es fácil. Olvidado por las autoridades, la vida de sus habitantes está caracterizada por la lucha diaria por sobrevivir.
Fundación Madrina, recibió desde junio 2022 más de 1600 llamadas de emergencia de familias ucranianas en su call “SosUkraine24h”, solicitando alojamiento, alimentos y empleo. Desde hace 3 meses, las familias ucranianas se sitúan al borde de la vulnerabilidad y situación de calle. Empiezan a aparecer en las “colas del hambre” y los servicios de emergencia colapsaron en verano con familias ucranianas en situación de calle.
Este mes de mayo celebra el inicio de su proceso emancipador la hoy República del Paraguay, cuyas tierras en el siglo XVIII, fueron escenario de un esfuerzo revolucionario tan extraordinario como olvidado. Aún más extraordinario que una revolución precursora de la Independencia Hispanoamericana un siglo antes del estallido definitivo de estas gestas, es que hoy sólo uno de cada cinco paraguayos tiene alguna noción sobre ella.
Con la invasión rusa a Ucrania, la atención del gobierno, la prensa y los activistas de derechos humanos en España se ha centrado en este país y Afganistán, a pesar de desafíos como la inseguridad, la pobreza, el desempleo, la violencia del grupo terrorista talibán contra la ciudadanía que había colaborado con España y aún no han podido salir de Afganistán, o sus familiares se han quedado en Afganistán y están gravemente amenazados por los talibanes.
Esta pasada semana hubiera cumplido 79 años un admirado genio de la literatura sudamericana, Osvaldo Soriano. Y me recordó parte de su obra una admirable columna periodística del intelectual y activista político paraguayo Aníbal Saucedo, sobre la polémica que envuelve a todos los grandes protagonistas de la historia paraguaya.
Es tan fácil...
La defensa de la igualdad es una causa universal que nos ha de mover y nos debe inspirar para promover una sociedad sin discriminación entre hombres y mujeres. Una sociedad más digna y, por tanto, más justa y para ello es imprescindible que la Memoria Histórica también sea igualitaria y no sólo se vista de colores.
Sólo las personas que observan , reflexionan, y la “convivencia social” es su principio fundamental, memorizan la historia. Sólo las personas que han conseguido lo que tienen a base de ilusión, de esfuerzo y corrección del pasado, encontrarán un futuro mejor. Sólo aquellos que saben escuchar y comprobar objetivamente, serán ellos en libertad.
A pesar de la evidencia en sentido contrario, seguimos con los comentarios rotundos sobre los hechos sucedidos. Pronto descubrimos la incongruencia de dicha rotundidad por la gran podadera integrada en la memoria; de manera inocente o manipuladora. No sólo por la sumación de datos, ya de por sí inabarcable; la dinámica de las múltiples peculiaridades es incesante, incluso varía a través del tiempo, evolucionan sus rasgos principales.
Medio siglo tuvo que esperar el reconocimiento público a un héroe a quien todos admiraron siempre en secreto, aunque lo negaran en público. Alguien a quien se abstuvieron de conmemorar, pero a quien jamás nadie pudo olvidar. Realza este acto de justicia el hecho evidente de que ni siquiera sus más enconados adversarios lo pudieron evitar.
Lo peor es querer olvidar por desprecio, por acuerdos políticos y porque, para algunos, las personas en las nuevas sociedades son utensilios de usar y tirar. Una sociedad con memoria podrida, sólo recuerda lo que interesa a sus gobernantes. Creo que nuestro pasado es el presente para muchos. Si olvidamos la historia, el presente es frío, sin sentimientos, indiferente... Así no merece la pena vivir
Recordando hoy, sé que triunfaré y batallaré pasito con pasito hasta el atardecer…
El recuerdo se va, el recuerdo se olvida, mas siempre has estado en mi presencia.
El olvido,
ese viejo nuevo enemigo,tormenta mi alma, tormenta mi vilo.
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