Con la fiesta de Cristo Rey ha terminado el ciclo litúrgico anual y el próximo domingo empezaremos el Adviento, preparatorio de la Navidad del 2022.
Hablar en nuestro mundo de Cristo Rey resulta bastante extraño. Para la mayor parte de las personas el verdadero rey es el dinero y el poder. El dinero lo mismo sirve para comprar una conciencia, el programa informático de Twitter o un campeonato de futbol en el desierto de Qatar.
Todos los medios de comunicación, atentos a la voz de su amo (el que paga) nos cuentan cada día lo que han subido los alimentos, los carburantes y la vida en su totalidad. En este mundo no manda ni cuenta para nada Jesús de Nazaret.
Nos hemos olvidado de Dios y no podemos decir que nos vaya bien con los que nos gobiernan ni con las estructuras nacionales e internacionales que marcan nuestras vidas, ni con las leyes estrafalarias que inventan personas sin principios.
Durante una etapa de mi vida creí que los cosas irían mejorando, pero la verdad es que empeoran a pasos agigantados. Si digo que el demonio, Satanás, anda suelto por el mundo buscando a quien devorar, seguro que se ríen. Pero yo creo que Dios existe y el demonio también y hay que optar por uno u otro.
El demonio nos ofrece placeres que a menudo se disuelven en el aire dejándonos vacíos o nos convierte en adictos al sexo o a la droga y al ansia de tener dinero.
Jesús nos ofrece la cruz con dolores y sufrimientos para alcanzar la vida eterna, donde no habrá luto ni llanto ni dolor sino el gozo inmenso de gozar de la presencia de Dios por toda la eternidad, Pero ni creemos que exista Dios, ni el demonio, ni la vida eterna. Si creyéramos nos aplicaríamos a llevar una vida virtuosa, a amar a nuestros enemigos, a desvivirnos por los que sufren.
Como decía en mi articulillo anterior es posible un mundo mejor pero no con los que ahora nos gobiernan o mejor, nos desgobiernan.
Podemos pervierte cuanto toca, pero nosotros podemos decidirnos a mejorar el mundo que nos ha tocado vivir. La ayuda de Dios no nos faltaría.
Hay que apoyar a todos los grupos de cristianos que tienen el objetivo de hacer el bien a la gente. Estos grupos cristianos pueden hacer efectivo el reinado de Cristo. Muchos se ríen de la gente que va a la iglesia a rezar. Yo me rio de los que confían en las siglas de un partido político, de cualquier partido, que se pasan la vida peleando por conseguir algún puesto bien retribuido.
Tampoco hay que creer a los altos organismos internacionales que dicen trabajar por la paz, por la salud o por el cambio climático. No han conseguido nada palpable, pasa el tiempo y las pandemias resultan dudosas pero las guerras siguen matando personas y destruyendo ciudades.
¿Estaremos acaso en el final de los tiempos? Lean el Apocalipsis de San Juan y mediten.
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