Transcurren días de confusión, o así me lo parece, inmerso en la actual vorágine de dichos y hechos en la que se percibe, aunque pueda parecer lo contrario, un predominio del olvido sobre la memoria, pues se superponen pequeños y grandes olvidos (la magnitud, en cada caso, queda a cargo de cada cual). Pienso, en relación con ello, acerca de lo esencial y de lo accesorio. No es fácil discernir entre uno y otro. De hecho, tengo la impresión de que lo circunstancial, lo aledaño y accidental, ocupa demasiado volumen en nuestras zozobras, y en nuestras soluciones. Los medios y las redes así lo muestran, con una apreciable cantidad de noticias prescindibles o también de disputas sobre cuestiones no principales. De hecho, en las dictaduras y sistemas totalitarios se debate sobre cualquier cosa, menos sobre el meollo del asunto que sea. El objetivo es siempre no afrontar lo fundamental. Los regímenes comunistas han sido y son un ejemplo.
Pero, volviendo a lo que nos ocupa, las discusiones o soflamas, según el caso, se centran, asimismo, también en nuestros sistemas supuestamente democráticos, y de un tiempo a esta parte, en aspectos muy concretos, y se perora sobre árboles sin citar casi nunca el bosque. El saludo de Elon Musk o, más cerca de nosotros, por aquí mismo, ciertos aspectos o consecuencias de alguna votación parlamentaria, salpican los medios y las redes estos días, pasto de dimes y diretes, sin planteamiento de fondo. Tal vez nos vamos pareciendo todos, desde la escala global a la local, al menos en este sentido, a las denominadas distopías totalitarias, que no son ya tan distópicas sino cada vez más cercanas y reales.
Y volviendo sobre los pequeños o grandes olvidos, o al menos sobre el arte del soslayo, leo en algún sitio, que los sindicatos, subvencionados y bien engrasados, se plantean, o se estaban planteando, desconozco si se trataba solo de un amago, el objetivo de manifestarse en contra de la oposición. No es el mundo al revés, aunque pueda parecerlo, sino la pura realidad de esas organizaciones, denominadas de clase, pero que más bien son de adscripción sectaria e interesada; solo se me ocurre decirles aquello de “permítanme que me sonroje por ustedes”, por utilizar la frase de Azaña en las Cortes republicanas. Pero no parecen tiempos de sonrojo, sino más bien de quitarse las caretas y lanzarse al “bollo” sin más justificación ni disimulo.
Por otra parte, se han cumplido treinta años de un asesinato que, además de execrable, como cualquier asesinato, se ejecutó con la racionalidad de un gran cálculo político. A Gregorio lo mataron porque no se cortaba, ni tenía pelos en la lengua, y sirvió como ejemplo y aviso a navegantes. El resultado fue el que fue. Los herederos del asesino siguen activos y tocan poder, bien vistos por el Gobierno, que los considera al parecer más elevados moralmente que a los partidarios del franquismo, si es que estos últimos existen en algún lado, aunque acabará por haberlos por negación de lo que ocurre. Mucho interés por recordar a Ordoñez no parece existir, en un país donde los más jóvenes saben más sobre el franquismo que sobre ETA y sus hazañas.
Ítem más. Conocemos, ahora, algunas dudas en relación con la pandemia. Hay un informe, del que poco se habla por aquí, sobre el Covid, elaborado por un subcomité del congreso norteamericano. Es el resultado del consenso entre los dos grandes partidos y, aunque no tiene una validez científica contrastada, contiene afirmaciones como que “no hay evidencia concluyente de que las mascarillas protegieran efectivamente frente a la COVID-19” o que las autoridades “no proporcionaron datos científicos” sobre las mismas. Asimismo, crítica el informe los confinamientos. Recordemos, en España, el comité de expertos que, al parecer, nunca existió. Pero también lo olvidamos con prontitud. Ese informe no parece un pequeño detalle, pero aparenta estar pasando sin pena ni gloria. El caso es que no importan los pormenores si no avalan el discurso al uso. Por eso a muchos les da lo mismo esto que aquello, incluida la corrupción “de los nuestros”, si lo que sea va inscrito en una hoja de ruta hacia los objetivos marcados a largo plazo.
Recuerdo, llegado este punto, que Eichmann, el jerarca nazi, durante el juicio al que fue sometido en Israel tras ser capturado, dijo, en algún momento, que quienes le rodeaban en su tiempo, en torno al poder y al partido, no se mostraban muy preocupados por el día a día y sus medidas, pues consideraban estar en una labor de siglos, en su caso en favor de la Raza, a la que podemos cambiar, según el momento y lugar, por cualquier otra razón o idea.
En definitiva, que no sé si es a causa de una labor de siglos, o de décadas, pero tendemos a ignorar los detalles que no nos convienen, practicando el olvido selectivo. Y en eso estamos.
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