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Fuego que no quema

Prosa poética
Abel Pérez Rojas
lunes, 8 de julio de 2024, 11:29 h (CET)

I


Afuera todo transcurre con normalidad.

Vehículos indebidamente estacionados en doble fila a las afueras de las escuelas del barrio.

Un repartidor de pizzas sortea el intenso tráfico montado en una motocicleta negra del año 2009, mientras el sacerdote de la iglesia confirma que solo Chonita acudió al servicio religioso.

Personas de aquí para allá, de allá para todas partes.

Así es como se ve el día con día desde la esquina de Donceles y Corregidora.

En síntesis, la vida no se detiene, pese a que en la planta alta de la miscelánea Lupita una especie de paréntesis espacio-tiempo fue abierto.


II


Una melodía apenas imperceptible, combinación de mantras tibetanos con new age, invade el ambiente.

El aroma a palo santo de una astilla preparada invade todo el departamento.

¡Auuuuuuuummmmmm! ¡Auuuuuuuuuuuuummmm! ¡Auuuuuuuuuuuuummmm!

Sobre un tapete de meditación él yace en el suelo, solo un cómodo pantaloncillo corto cubre la esbelta figura del sujeto perdido en una profunda meditación.


III


Un par de gatos de ojos miel miran despreocupados al infinito; acurrucados cómodamente en su lecho esperan sin esperar nada.

Música atlante, según el título de Youtube, armoniza la ventilada habitación.

Ella, de abundante cabellera y torneada figura, está acostada sobre el cómodo sofá que utiliza para meditar.

Se le ve serena, relajada, en paz.


IV


Los dos hacen clic en alguna frecuencia o dimensión diferente a la prisa de allá afuera.

en la cima de la fantasía

está el encuentro

conexión y fusión

paréntesis a la prisa


el tiempo es nada

si la inspiración es todo

aliento pizca de vida

espasmo y pulsación


la vereda guía

congestión de la savia

electricidad orgánica

en la íntima alba


el paraíso existe

con la mirada nublada

corazones acelerados

entre mares de calma

y playas satinadas


cruza el agua hirviente

fuego que no calcina

llama que transforma

ayer hoy mañana

(Agua hirviente. APR. Julio, 2024)


V


Solo ellos saben que un fuego recorre su cuerpo.

Como bien lo describen los antiguos sabios, una especie de serpiente eléctrica sube y baja por la columna de ambos provocando que todo se ilumine.

¡Shhhhhhaaaaaaaahhhhhh! ¡Shhhhhhaaaaaaaahhhhhh! ¡Shhhhhhaaaaaaaahhhhhh!


VI


¿Por qué no quema el fuego ardiente

en noche de solsticio?

¿Será acaso, por el velo protector

del aparente estacionamiento del sol?

¿Será que la mística antigua nos cubre

y el fuego no es fuego sino Kundalini activo?

¿Será que Eros está aquí y ha tocado nuestra puerta?

¿Será por eso el sube y baja del óleo íntimo?

¿Por qué no quema el fuego ardiente

si las llamas están a tope en el cofre sacro?

¿Será que el fuego no es fuego

sino efluvios del vientre y también del corazón?

Ese fuego no es cualquiera,

es conexión arcana que nos rebasa,

que provoca cambiar lo que supusimos,

lo que programamos

y ahora en medio de la nada

damos rienda suelta al brío sublimado,

a la pasión exquisita

que nos inscribe en el tiempo,

en la huella cósmica del yin y yang fusionado.

¿Por qué no quema el fuego ardiente

si ya todo se incendió a nuestro alrededor?

(Incendio. APR. Enero, 2020)


VII


Afuera la vida sigue su curso con normalidad

Ellos en la otredad han encontrado la unidad.

No son los mismos.

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