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Olor a manzana del manzano que vive a orillas del río, del mar, del azúcar blanco, del mejor manjar, aclarar la voz, gritar que soy libre, que llegué a la gloria con una manzana en la mano, verde amarilla o roja, deliciosas, hechas en puré… que bien las conoce la historia. Comer frutas frescas como las manzanas, verdes como el prado, rojas como el sol, sabor al pecado, sabor al amor, sabor a la fruta del corazón. Manzana, manzana, tú con tanta historia que mueves tus alas allí donde quieres, bella cual la luna color caricatura del pecado, ayayuuyyyyy. ¿Qué dije?...
Me rindo a tus pies, por tu sabor, y he aquí un pequeño homenaje.
Mauro Corona es un escritor prácticamente desconocido en España. Pertenece a ese tipo de artistas amantes de la montaña y de la vida en la naturaleza. Pupilo del escritor Rigoni Stern, prisionero en un campo de concentración alemán durante la II Guerra Mundial. Compañero y amigo de escritores de la talla de Cognetti, Paolo Rumiz, Andina, o el mismo Claudio Magris quien dijo de él «es un hombre salvaje que tiene la inocencia de la serpiente».
Con los ojos cerrados y el corazón latiendo al compás de sus pensamientos, decidió entregarse. No había marcha atrás. Desde lo alto del acantilado, el flujo la llamaba, susurrándole promesas de transformación. El miedo se disolvía, reemplazado por una certeza que no lograba explicarse.
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