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Efectos secundarios

La “herencia”, o dicho de otro modo, la mirada atrás como coartada para “escurrir el bulto” del presente será probablemente el “comienzo del cambio” de Mariano
Abel Ros
domingo, 30 de octubre de 2011, 09:07 h (CET)
Las radiaciones demoscópicas han mostrado las sombras patológicas en el tejido óseo de una sociedad carcomada por las angustias de la necesidad. Las placas de acetato muestran las manchas crecientes de la desesperación en los ojos incrédulos de la contradicción. Los errores de diagnóstico han ocasionado problemas añadidos por los efectos secundarios de la incorrecta medicación. La falsación de las teorías invita a la politización. El fracaso en la curación del enfermo enciende la indignación de los suyos y, la ausencia de soluciones médicas alimenta las culpas y reproches entre las batas azules y rojas de la ingratitud.

Con una mancha radiológica de casi cinco millones de penurias domésticas y un equipo médico liderado por un espectador pasivo y un discípulo marcado por los errores de su mentor, es difícil recuperar la credibilidad de un enfermo inmerso en la oscuridad de un túnel sin rayos de verdad a su final. Llegados a este punto, es momento de rebobinar y encontrar las secuencias fugaces que determinen la lógica causal a esta pandemia global que sacude los tejidos vitales de Grecia y amenaza el contagio a las frágiles estructuras de España.

Los errores de diagnóstico, que decíamos atrás, han ocasionado efectos secundarios conexos con la propagación de las sombras tumorales del paro. La coincidencia del cambio de equipo facultativo allá por mayo del presente año y el empeoramiento de los resultados en la radiografía actual del enfermo, sienta las bases de la hipótesis para argumentar la correlación estadística entre el equipo azul, liderado por Mariano, y el incremento desmesurado de los ratios negativos del paro. Las recetas azules auspiciadas por Aguirre y Cospedal, basadas en torniquetes abusivos en las arterias periféricas de las Administración Pública han cerrado las hemorragias del gasto pero han provocado la gangrena del desempleo. El desplome de lo público como factor multicausal del desempleo aflora la verdad escondida de Mariano en la leyenda sesgada de la EPA por sus enfermeros de la Caverna.

El incremento del paro en un 0.63 % con respecto a la EPA anterior, o dicho en otros términos, el diferencial de 144.600 parados más con respecto al segundo trimestre incluye: aproximadamente 15.000 docentes interinos provenientes de territorios azules, y miles de trabajadores públicos; despedidos por el cierre de escuelas infantiles, recortes en personal sanitario, reducción de cargos públicos, supresión de delegados sindicales, eliminación de servicios de planificación familiar, recortes en residencias de la tercera edad y privatizaciones de televisiones autonómicas. Estos datos invitan a la crítica civil a reflexionar sobre el antes y el después de la entrada del equipo médico de Rajoy. Mientras, Zapatero redujo parcialmente el sueldo de los funcionarios como medida cautelar al problema, la derecha, sin embargo, en sus cinco meses de mayoría autonómica ha desmantelado literalmente el Estado del Bienestar con la conversión de miles de nóminas públicas en tarjetas de desempleo.

La “herencia”, o dicho de otro modo, la mirada atrás como coartada para “escurrir el bulto” del presente será probablemente el “comienzo del cambio” de Mariano. La “inmortalidad de ZP” será la carta perfecta de la Moncloa para escribir el prospecto neoliberal y sufragar los males menores de los “de arriba”. Mientras tanto, “los de abajo” no consiguirán descodificar las letras ilegibles de su receta. Solamente les quedará la fe para que un milagro llamado Rajoy, les devuelva la salud en sus endémicas estimas.

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Afrontando las navidades, fiestas intemporales que van más allá, desde el punto de vista religioso y  cultural, de su actual avatar cristiano, vuelvo, mucho tiempo después, a las cuevas del Castillo, en Cantabria; allí, inmortalizadas en las paredes cavernarias, me encuentro de nuevo con aquellas manos que otros humanos inmortalizaron hace decenas de miles de años. 

Me refiero a esas apreciaciones que nos deslizan hacia la experiencia sublime en los diferentes estratos de la presencia humana. Contienen el duende necesario para abstraernos de las naderías y hacernos fijar la atención con maestría, moviendo hilos indescriptibles. Funcionan con ese algo especial capaz de congregar en el mismo estrado fascinante a la emisión de un mensaje de calidad y la fina sensibilidad del receptor.

Basado en las microexpresiones faciales, sin que digas una sola palabra, está claro que la mirada lleva diferentes firmas emocionales. Las arrugas de expresión transmiten mucho más de lo que imaginas y la mayoría de las veces, quienes conviven contigo suelen decir que te conocen.

 
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