Los seis tripulantes del proyecto Mars 500, que simula un viaje de ida y vuelta a Marte, han comenzado la cuenta atrás para su 'regreso' a la Tierra tras más de 500 días aislados en una nave espacial. Concretamente, la finalización de esta iniciativa, que comenzó el 3 de junio de 2010, está prevista para este viernes.
A lo largo de casi un año y medio una tripulación compuesta por dos astronautas de la Agencia Espacial Europea (ESA), el italo-colombiano Diego Urbina y el francés Romain Charles; los rusos Sukhrob Kamolov, Alexei Sitev y Alexandr Smoleevski; y el chino Wang Yue, han simulado un viaje hasta Marte, un aterrizaje en el planeta y han llevado a cabo varias salidas en un terreno que de las mismas características de la superficie marciana.
Además, se han enfrentado a la monotonía del día a día en una nave; el retraso en las comunicaciones (hay 14 minutos de retraso en las comunicaciones); y a la ausencia total de luz diurna en su habitat sin ventanas; condiciones que soportarían en un viaje real.
En este sentido hablaba Charles, el pasado mes de junio, asegurando que "lo peor" de la experiencia es la rutina diaria, porque cada día se despiertan "a la misma hora para realizar las mismas pruebas médicas con los mismos aparatos". "No hemos tenido ni un día libre de vacaciones o un fin de semana en el último año", ha expresado el astronauta.
La agencia espacial ha destacado que el comportamiento humano es el escollo que más preocupa a los expertos a la hora de estudiar si se podría llevar a cabo una misión tripulada al planeta Rojo. El proyecto cuenta con la ayuda de varios psicólogos, entre ellos la española Rosa María Baños, que han observado cómo se ve afectada la relación entre los miembros de la tripulación durante estancias prolongadas en espacios cerrados y en condiciones de estrés.
Los expertos han destacado que los tripulantes se han comportado como "un equipo unido y estable" y, durante los más de 500 días de trabajo "no se han producido conflictos importantes". Al respecto, Baños ha explicado que "esta es una experiencia única para los astronautas, para la que se han estado preparando durante años" por lo que "ninguno va a hacer nada que tire todo por la borda".
Además, ha indicado, en declaraciones a Europa Press, que "tienen una jerarquía en el trabajo que desempeñan y que les está ayudando a no tener problemas de convivencia".
Así, uno de los trucos para que el ánimo de los tripulantes no decaiga es "cargarlos" de actividades, según han indicado los expertos. La tripulación ha estado llevando a cabo docenas de experimentos, generando datos que ayudarán a los científicos, ingenieros y controladores a evaluar a qué deberán enfrentarse los viajeros del futuro.
UN PROYECTO CON VARIAS FASES
En el último año y medio, la misión ha pasado por varias fases. La primera comenzó en junio de 2010 y finalizó en enero de 2011, fecha en que la tripulación llegó a la órbita marciana, donde les esperaba un módulo de aterrizaje cargado de suministros.
Una vez en órbita, Urbina, Yue y Smoleevskiy se mudaron al nuevo módulo después de transferir los suministros a la nave principal. Allí, iniciaron el 'descenso' hasta la superficie marciana e iniciaron su estancia en el planeta. Allí, realizaron tres paseos espaciales en los que recogieron muestras de terreno, hicieron experimentos científicos y exploraron el entorno con un rover.
La ESA ha destacado que los módulos de aislamiento reproducen "hasta el último detalle de un viaje interplanetario". Concretamente, apunta que la nave está compuesta por cuatro cilindros interconectados, con un volumen total de 550 metros.
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