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No tiene mala fama el hábito de actuar o pensar con parcialidad en los últimos tiempos. Se exhibe incluso, y se ejecuta, sin menoscabo de la autoestima y sin perder un ápice de prestigio. Los que venimos de otros tiempos, en los que la imparcialidad era virtud de cualquiera y finalidad de todo funcionario, nos sentimos extrañados.
Para lo bueno y para lo malo, la vida siempre ha estado cruda; aquí abajo no se cocinan sus fundamentos. Los impulsos de los seres vivientes son incesantes, con evidente desorientación debida a lo incierto de sus rumbos. Las sensaciones son interrumpidas, incluso arrancadas de cuajo por avalanchas intempestivas.
El legado de la Cofradía en Zaragoza es incuestionable. Durante décadas, sus procesiones, especialmente en la Semana Santa, se han convertido en uno de los eventos más importantes del calendario religioso de la ciudad. La figura de San Juan Evangelista, un símbolo de la fidelidad y la devoción al Cristo crucificado, cobra especial relevancia en la identidad de la Cofradía.
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