Dijo Sylvia Plath que la única forma de nunca decepcionarse es no esperando nunca nada de nadie, y el consejo hubiera sido muy útil a quienes creyeron y esperaron un cambio de la mano del marxista y bolivariano “obispo de los pobres” Fernando Lugo.
Desde la llegada al gobierno de este supuesto salvador de la patria que nunca fue tal, de la mano de unos usurpadores que se autodenominan “sociedad civil” instalados en ONG cuya industria es la miseria del Paraguay, promocionados por la prensa venal y sufragados por intereses extranjeros a la región, en el país no ha dejado de agudizarse el tráfico de influencias, la inconsecuencia entre gesto y palabra, el clientelismo, el prebendarismo, el nepotismo y todos los vicios heredados del andamiaje político pre existente, montado por los colorados.
Para colmo de males, éstos siguen dominando los cargos claves e influenciando en la administración del gobierno como si nada hubiera ocurrido el 20 de abril del 2008. Quienes hablan de “retomar el poder” primero deberían haberlo abandonado, algo que nunca sucedió.
El reciente nombramiento del fiscal general del Estado Francisco Javier Díaz Verón, conocido colorado integrante de la corriente del favorito para ganar en el 2013, Horacio Cartes, es un buen ejemplo. La falta de coherencia tampoco ha sido una virtud destacable del gobierno del “cambio”-
Luego de tanta propaganda izquierdista, de auto proclamarse el "obispo de los pobres" marxista y chavista, finalmente Fernando Lugo se jugó por la ultraderecha, afirma senador.
Tanto Lugo, como Camilo Soares y Sixto Pereira son unos inconsecuentes, pues se jugaron por un fiscal del sector más conservador de la derecha colorada, indicó el senador liberal Miguel Abdón Saguier. “La verdad es que no encuentro motivos válidos para que Lugo y sus colaboradores socialistas se jueguen tanto por Javier Díaz Verón, que fue elegido de las entrañas del movimiento Honor Colorado, liderado por el empresario Horacio Cartes”, señaló a la prensa el legislador.
“Me pregunto, cómo va a actuar alguien que fue elegido desde la ultraderecha. Quiero que alguien del Frente Guasu me explique eso, pues ese sector se jugó a muerte por el candidato cartista (en alusión a Horacio Cartes, líder del grupo político al cual pertenece el fiscal apoyado por Lugo)".
En la recta final de su mandato, la misma prensa que lo encumbró nos informa hoy que los parientes del “obispo de los pobres” que iría a moralizar la política del Paraguay saturó de sus amantes y parientes la administración pública del Paraguay. Sus sobrinos Sonia Beatriz Maidana, Fernando Lugo Martínez, Ángel Pompeyo Maidana Lugo, Mirtha Maidana, Juan Guillermo Lugo, Félix Chávez Méndez, Waldino Acuña Lugo, Fidel Ayala Lugo, sus primos Delia Ramírez Lugo, Félix Zelaya Méndez, su yerno Luis Paciello Lacasa, su cuñado Rolando Alexis Carrillo, la nuera de su hermana Lourdes Rossanna Altamirano, la hermana de la nuera de su hermana Wilma Altamirano son conocidos ejemplos de cómo el 20 de abril de 2008 se “acabaron” en el Paraguay el nepotismo y la corrupción.
Una historia conocida
La historia del cura Fernando Lugo, quien con el prestigio de la iglesia católica a cuestas logró hacerse de la presidencia del Paraguay para implantar el chonguismo, zoqueterismo, clientelismo y prebendarismo en la administración pública, no es nada nuevo bajo el sol.
La historia de la iglesia católica recoge la memoria del Papa veneciano Eugenio IV, proclamado Sumo Pontífice en el año 1431. La carrera política de Eugenio, cuyo verdadero nombre era Gabriela Condulmer, había sido fulgurante. A los 24 años se había convertido en Obispo de Siena, a pesar de la repulsa de la clase política en dicha ciudad, contraria al nombramiento de un obispo extranjero. Poco tiempo después, Eugenio IV accedió al puesto de tesorero Papal, luego se convirtió en Cardenal de San Marcos y San Clemente, para posteriormente llegar a Cardenal de la Basílica de Santa María en Trastevere, antes de convertirse en Papa tras firmar con los demás cardenales un acuerdo que se parece bastante a los que suscriben los políticos paraguayos de nuestros días para sus alianzas electorales. El tratado consistía en que juraba distribuirse con ellos la mitad de las ganancias de la Iglesia, además de consultarles toda interrogante relacionada con las finanzas de la institución.
De todas maneras, la carrera política de Eugenio no hubiera sido tan brillante si no hubiera sido sobrino de su antecesor, el Papa Gregorio XII. Entre pontífices venecianos, la transmisión de tío a sobrino esta asegurada, dado que el sucesor de Eugenio fue a su vez su sobrino Pablo II, Papa de la Iglesia católica de 1464 a 1471.
La carrera del sobrino de Eugenio IV, cuyo nombre era Pietro Barbo, fue igualmente deslumbrante. A poco de ser nombrado su tío Papa, la carrera del futuro Pablo II inició su resplandeciente despegue, de forma similar al de los sobrinos del clérigo-presidente del Paraguay Fernando Lugo luego de los comicios del 20 de abril. De archidiácono de Bolonia, Pietro pasó a obispo de Cervia y Vicencia y finalmente, en 1440, fue nombrado Cardenal.
Cuando el sobrinazgo lo catapultó al Papado, Paulo intentó deshacerse de los funcionarios del Vaticano que tenían doble sueldo, mal que fue transmitido hasta nuestros días a los partidos políticos oficialistas, aunque su osadía provocó una ola de indignación entre los redactores de documentos papales. En 1466, los poetas y retóricos de la ciudad levantaron su voz de protesta y la represión no se hizo esperar. La peor parte se llevó el poeta Platina, quien fue dos veces encarcelado y torturado, peripecias que lo llevaron a vengarse escribiendo una interesante biografía sobre Paulo II, el Vital Pontificum. Gracias a ese tratado hoy sabemos que Pablo sostenía prácticas sodomitas y que su vanidad era tan grande que quiso adoptar el nombre de Formoso II (hermoso II).
Muchos otros Papas medievales criaban a sus hijos ilegítmos como sobrinos y les daban preferencia, elevando a la mayoría a cardenales de la iglesia, y a veces lograban perpetuar una dinastía papal. Calixto III, de los Borja, convirtió a dos sobrinos en cardenales y uno de ellos llegó a convertirse en el Papa Alejandro VI. El mismo Alejandro VI promovió al hermano de su amante Julia Farnesio como cardenal, el cual luego se convertiría en el Papa Pablo III. Este último Papa tampoco se privó de practicar el nepotismo al promover como cardenales a sus dos sobrinos (de catorce y dieciséis años).
Muchos de estos episodios de la historia sin duda que fueron ignorados por los estrategas de la Alianza Patriótica para el Cambio y por sus votantes que llevaron a la presidencia del Paraguay al Obispo Fernando Lugo. Si en algún momento imaginaron que el nepotismo, el clientelismo y tantas otras taras institucionales de la política paraguaya podían revertirse convocando a un mesías emergido de las carpas de la iglesia católica, demostraron un absoluto desconocimiento de la historia de las instituciones.
Pero ningún mal dura cien años. Afortunadamente, hoy el “fenómeno político” Fernando Lugo apenas si es un fiasco en la recta final.
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