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Occupy la mayoría

-- Todo hijo de vecino en la izquierda de la política estadounidense, desde la moderada a la extrema, tiene consejos para el colectivo Occupy Wall Street
E. J. Dionne
martes, 22 de noviembre de 2011, 08:16 h (CET)
BOSTON . No voy a ser la excepción. Pero es útil reconocer en primer lugar que este movimiento ha logrado cosas que la izquierda más asentada no logró.
 
El problema de la creciente desigualdad económica y los abusos por parte de los magos de las finanzas lleva años en segundo plano. Muchos progresistas desearon convertirlo en materia política de primer orden.
 
Occupy se dio cuenta de que los viejos enfoques no habían funcionado. Así que proporcionó a los medios un grupo comprometido de activistas que cubrir informativamente, una buena noticia, e imágenes excelentes. Paradójicamente, su enfoque no convencional encaja muy bien en la presente convención mediática. Y su indiferencia a las inquietudes políticas inmediatas dio al movimiento una libertad de acción de la que carecía el resto de la izquierda.
 
La escisión de algunos de los campamentos de Occupy indica una nueva fase del movimiento. Esto no tiene que significar por fuerza su final. Muy al contrario, es una oportunidad.
 
Prescindamos en primer lugar de una especie de narcisismo que impera entre los estadounidenses que vivieron de primera mano la década de los 60 y que insiste en ver a Occupy como poco más que el retorno a las batallas de Vietnam, Richard Nixon y la contracultura.
 
Este marco es muy conveniente para los conservadores que esperan distanciar a los votantes de clase trabajadora de los activistas de Occupy, de forma muy parecida a como Nixon engañó de forma brillante a los peones de la construcción frente a los hippies de las clases privilegiadas. Ése es el tema de un escandaloso anuncio del colectivo Crossroads GPS, vinculado al asesor de George W. Bush Karl Rove, que ataca a la candidata al Senado de Massachusetts Elizabeth Warren. Acusa a Warren, Demócrata, de alinearse con los activistas de Occupy que "atacan a las fuerzas del orden, consumen drogas y arrasan los parques públicos".
 
Observe que se trata de una iniciativa encaminada a enterrar las críticas válidas del movimiento al sistema financiero bajo una montaña de estereotipos. El Partido Republicano de Massachusetts consolida el mensaje con la difusión regular de "Informe de Altercados Provocados por Occupy Wall Street" relativo a cualquier cosa mala que suceda en concentraciones de todo el país. Se emiten con un estandarte que presenta a Warren como "la matriarca del caos público", en honor a su intervención en la que dijo haber creado "gran parte de los fundamentos intelectuales" del nuevo movimiento.
 
En su favor, Warren no se ha retractado de su apoyo a las ideas centrales ni los objetivos del movimiento. Ha puesto el acento, sin embargo, en que los manifestantes deben obedecer la ley.
 
Es buen consejo -- por razón general, pero también por razones políticas. Si los activistas tienen que combatir los esfuerzos de la derecha por convertirlos en los agitadores de la extrema izquierda Abbie Hoffman y Jerry Rubin (de los cuales muchos de los activistas nunca han oído hablar), también tienen que resistirse a una especie de nostalgia izquierdista.
 
Los 60 acabaron hace mucho tiempo. Las protestas de aquella era se originaban en la prosperidad. Con demasiada frecuencia durante aquellos años, la izquierda se desvinculaba de las inquietudes de la clase trabajadora blanca y despreciaba sus valores. Esa es la versión que la derecha quiere reanimar. En la práctica, las manifestaciones de Occupy tienen presente justamente las inquietudes de los estadounidenses que han sido marginados económicamente. Esta es a su vez la razón de que los sondeos manifiesten amplio apoyo a los objetivos de mayor igualdad económica y mayor transparencia financiera del colectivo Occupy.
 
De ahí que se plantee la cuestión: ¿va el movimiento Occupy a hacer la rosca a sus enemigos encarnando los estereotipos que intentan colgarles? ¿O se desplazará en su lugar a una nueva fase que sustente su éxito?
 
Las manifestaciones violentas actuales no van a ayudar a la causa simplemente, y las lecciones de pacifismo de Martin Luther King Jr. son útiles en este sentido. Este movimiento aborda algo mucho mayor que "ocupar" un espacio concreto. Las ocupaciones demostraron ser una táctica consumada. No son causa ni fin en sí mismas. Poner el acento en poseer una parte de suelo público simplemente convierte al movimiento en rehén de las decisiones de las autoridades del consistorio local, parte de las cuales van a ser inevitablemente hostiles a sus objetivos.
 
Más importante, el movimiento debería ser consciente de su mayor innovación, su gancho: "Somos el 99 por ciento". Es una afirmación que trata de apelar a todo hijo de vecino prácticamente. Sus tácticas deberían de estar a la altura de esta aspiración fomentando el apoyo entre el enorme número de estadounidenses que nunca va a hacer acto de aparición en los campamentos. También debería de querer apoyar a figuras políticas como Warren, que entendió mucho antes que la mayoría la factura de la desigualdad y de los abusos del poder financiero. Lo último que debería de querer este movimiento es dar pábulo a los anuncios y los correos electrónicos difundidos por los enemigos de Warren.
 
Las ocupaciones han cumplido su función. Ahora es momento de ocupar la mayoría.

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