El informe Sangiorgi es un documento que recuerda los reportes realizados sobre la mafia por el Policía Ermanno Sangiorgi, y enviados al ministerio del Interior, considerado el primer esbozo sobre la mafia siciliana. Sangiorgi, un prestigioso policía llegado a Palermo desde Romaña con una impecable reputación, manifestó en varias oportunidades su decepción sobre el combate a la Cosa Nostra, denunciando que quienes denunciaban a la mafia por la noche la defendían de día.
Algo parecido sucede en Paraguay con el combate a la mafia de los narcos, dado que quienes se llenan la boca condenando al hampa de día, acuerdan de noche con ella.
La designación entre gallos y medianoche de un fiscal compartido entre el gobierno encabezado por el cura Fernando Lugo y el favorito a sucederlo, el empresario tabacalero Horacio Cartes, es un buen ejemplo de ello.
Fiscal compartido con la mafia
Para realizar la designación de un fiscal compartido con quienes acusa de ser la cabeza del narcotráfico en Paraguay, el cura y su séquito decidieron sacrificar sus nexos con el partido más numeroso entre la constelación de movimientos que lo llevaron al poder.
De esta forma, Lugo se aleja cada vez más del partido que lo llevó al poder, el Liberal, en tanto se acerca y evita opinar negativamente de sus supuestos adversarios colorados que incluso aparecen vinculados al Cártel de Sinaloa.
Según el periodista Osvaldo Cáceres, Lugo y Cartes acordaron compartir un Fiscal General del Estado a la medida de los dos. “El caso de la Fiscalía General es un ejemplo sin discusión. Desde principio del año 2010 veníamos sosteniendo que iba a ser el más apetecido y la realidad así nos muestra".
Desde la misma conformación de la terna-sigue Cáceres-, cuando el Partido Colorado le gana de mano al Liberal y públicamente, los exponentes de un sector interno de la ANR presentan el hecho como una victoria política, se evidencia el claro interés sectorial existente sobre el cargo.
Aunque en principio el oficialismo reaccionó contra la terna acusada de ser apenas una Hidra con varias cabezas coloradas, el cura presidente Fernando Lugo dio validez a ese acto y se aferró a un candidato que asegura el continuismo del estilo colorado en el Ministerio Público.
Según todas las interpretaciones, Lugo se juega en ello su futura impunidad ante los desmanes y desprolijidades de su administración, dado que apenas deje el cargo le lloverán denuncias por el manejo deshonesto de la cosa pública.
Como es norma en el Paraguay, donde el Poder Judicial se mantiene politizado y corrupto desde hace décadas sin solución de continuidad, el fiscal general propio es la garantía de salvación para los corruptos que abandonan el poder.
Otras interpretaciones advierten que a través del fiscal compartido con sus futuros sucesores, Lugo también logrará la impunidad para los “chicos problema” de su administración, entre ellos el malversador de Emergencia Nacional Camilo Soares, o para su abogado convertido en oligarca agro-ganadero Marcos Fariña, encargado de adulterar las pruebas de ADN en el juicio por paternidad irresponsable que iniciara Hortensia Morán.
Horacio Sí, Federico No
La prensa digital paraguaya también informa que en conversaciones informales con periodistas, el cura presidente se negó a emitir comentarios sobre el empresario Horacio Cartes, favorito a sucederlo. Sobre el ahora político colorado y sus supuestos vínculos con el narcotráfico y el lavado de dinero, revelados en cables de Wikileaks, el mandatario dijo que “no pienso nada” y que no emitirá opinión sobre el caso. Todo lo que se guardó respecto al empresario tabacalero no ahorró en críticas a su vicepresidente, Federico Franco, a quien acusó de haber obstaculizado la marcha del gobierno y de haberlo dejado sin piernas.
Siguiendo el ejemplo de Lugo, la mayoría de los medios y periodistas, luego de un virulento arranque contra el candidato colorado al cual acusaron de Narco, evasor de divisas, ex presidiario y otros calificativos infamantes, moderaron su lenguaje en relación al nuevo fenómeno político.
Evidentemente, no hay muchos de ellos con las agallas y el idealismo como para convertirse en un nuevo Santiago Leguizamón, por más honores que ello les signifique en el sepelio.
Dijo Kierkegaard que cuando el tirano muere su reino termina, pero cuando el mártir muere su reino comienza. Desafortunadamente, nadie parece estar dispuesto a tomar esa corona en Paraguay.
|