Los datos apuntan, como en los viejos y maldados tiempos, al colectivo de varones gays como el más afectado por esta terrible patología infecciosa. Que además, dentro del colectivo masculino homosexual, la mayor incidencia se dé en jóvenes, que manifiestan abiertamente no utilizar preservativo en sus relaciones sexuales, debe hacernos reflexionar. Después de décadas de campañas de concienciación entre los grupos más vulnerables, cuesta creer que tras años de descenso significativo en el número de contagios, los positivos retornen con fuerza. Pese a la abundante información y su fácil acceso, algo estamos haciendo mal.
Los esfuerzos de las instituciones en la lucha contra esta lacra han sido considerables. Pero parece ser que la realidad impone un nuevo despliegue en la organización de nuevas campañas en esa dirección. Campañas más agresivas, nada edulcoradas, de una enfermedad que, pese haber perdido su carga letal por los avances de la ciencia, no es una buena y sí crónica pareja de baile. Y esa no ligazón entre SIDA y muerte, tal vez, ha sido una de las causas de la relajación preventiva en las prácticas sexuales. Y hoy día, es la prevención la única arma segura contra la propagación de la epidemia. Los jóvenes, y no tan jóvenes, a través de los nuevos vehículos de comunicación y transmisión, multiplican los encuentros cuantitativamente. ¿Una sociedad menos responsable?, no lo sé. Lo que sí sabemos es que los números cantan. Y que debemos actuar y redoblar esfuerzos entre todos. Instituciones sanitarias, educativas, entorno familiar y social.
Se hace urgente estudiar estrategias efectivas de sensibilización ciudadana, hasta que la ciencia no dé con el remedio definitivo contra la enfermedad. Ahora mismo no sabría decir si aterrorizar al personal funciona. Lo que sí sé es que fue el miedo, y no otra cosa, lo que frenó la propagación del mal en mi juventud. Eso y la utilización de la goma en el sexo. Habrá expertos en la materia que conozcan mejor cómo llamar la atención del ciudadano sin provocar el pánico. ¿Cómo es posible que en 2011 buena parte de los jóvenes admitan que no utilizan condón cuando follan? ¿Cómo es posible que intercambien fluidos con desconocidos (o conocidos), de los que no saben si son o no portadores del VIH? Si no queremos nuevas cargas virales, habrá que volver a cargarse las pilas y machacar con insistencia. Por seguridad, por respeto, porque penetras o te penetran personas, no cosas, ponte condón. Por tu propia vida y por la de los demás.
Nicolás de Miguel,
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