El desarrollo de los acontecimientos en la Eurozona volverá a acaparar el protagonismo y la atención de los inversores en una semana que finalizará con la reunión del BCE el jueves y la cumbre de la UE el viernes, en la que se tratará de discutir a fondo las posibles soluciones para la crisis de deuda y el futuro del euro.
Aunque los mercados se han animado esta semana por el movimiento los principales bancos centrales del mundo para proveer liquidez y los recortes de tipos de interés en las principales economías emergentes, todavía prevalece la incertidumbre en los mercados de bonos, lo que eleva el listón para los líderes europeos y su cumbre en Bruselas el viernes.
Una cumbre de la que ya se habla en términos de todo o nada. Los continuos retrasos en la ejecución de los acuerdos pasados, la permanente aparición de propuestas y contrapropuestas sobre cómo resolver la crisis y las interminables discusiones públicas sobre cuestiones de fondo han hecho posible que dos años después la crisis de la Eurozona haya llegar a un punto en el que el debate y las decisiones que se están planteando en clave binaria.
Estamos hablando de acordar una unión mucho más estrecha en lo fiscal con pérdida de la autonomía nacional que ello implica, o la ruptura del euro en su forma actual. Y las posibilidades están abiertas, dando alas a las apuestas contra la voluntad política de la UE sobre el proyecto del euro, lo que a su vez mantiene la presión sobre las primas de riesgo.
Más allá de la ayuda de los bancos centrales (y muy probablemente bajada de tipos el jueves por el BCE), solamente si la retórica de los líderes europeos comienza a cambiar de registro y sugerir que la enésima cumbre de la UE estará a la altura de las expectativas, las bolsas mundiales se prepararán para el tradicional rally alcista de navidad y permitirán un buen final de año. De lo contrario reanudarán su caída y nos dejarán un escenario nada alentador para 2012.
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