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Opinión
Etiquetas | Cataluña | Soberanismo

1936: CNT, FAI, JS, ERC; 2017: CUP, PODEMOS, ERC…

“Los mismos perros con diferentes collares
Miguel Massanet
jueves, 3 de agosto de 2017, 10:06 h (CET)
Creo que ha llegado el momento en que, los españoles de orden, empecemos a tomarnos en serio la serie de indicios, preocupantes y poco tranquilizadores, que se están dando en la política nacional que, por sus características, su violencia, su vandalismo, su evidente desafío a las leyes, el desparpajo y la despreocupación con la que se producen y las distintas formas de intolerancia que comportan; es evidente que pronostican, si es que no se decide cortar de raíz las causas que los producen, un cambio drástico y desordenado del sistema de gobierno del que hemos venido gozando desde que se estableció el sistema democrático en España con la promulgación de la Constitución de 1978.

Da la sensación de que, a medida que se van acercando las fechas fatídicas del desafío independentista del Govern catalán y van avanzando, en el Parlamento de la nación española, determinadas doctrinas de extrema izquierda que comportan signos de formas revolucionarias que, a medida que van pasando los días, van adquiriendo más solidez mientras, por otra parte, parece que el gobierno actual del PP está empezando a sufrir los efectos de varios años de escándalos que no han sido capaces de afrontar con eficacia, mientras que los que han salpicado a los otros partidos, como los vergonzosos de Andalucía, que han herido a importantes personajes del PSOE pero que, la habilidad de las izquierdas, la efectiva colaboración de los medios de información mayoritariamente dominados por los progresistas y, tampoco se puede ocultar, la tendencia de una parte de la ciudadanía española a mostrarse más tolerante con las faltas e ilegalidades cometidas por miembros de la izquierda que con los pertenecientes a la derecha; han permitido que se fueran diluyendo en el olvido, mientras que casos como el Gürtel han sido realimentados constantemente, desde que, la incuria de la Justicia que ha permitido que se prolongaran excesivamente en el tiempo, ha facilitado que los partidos políticos y los medios adictos a la progresía, se cebaran lo que han querido con los populares.

En realidad, se viene produciendo desde hace ya un tiempo, un fenómeno indicativo de que esta democracia no funciona como debería. El respeto por la Justicia, una de las más importantes condiciones para que un país tenga las garantías de que, las leyes que se está dando, cumplan con la función de ordenar la convivencia de los ciudadanos y hacer que se respeten aquellas condiciones mínimas para garantizar el orden, el respeto al derecho de los demás, el cumplimiento de aquellos deberes inherentes a la condición de ciudadano de un país, el garantizar el derecho a la propiedad y a solicitar la justicia, cuando se ha vulnerado un derecho individual, ante aquellos a los que las normas democráticas han asignado la tarea de impartirla con equidad, rectitud y honestidad; parece que ha entrado en crisis. Son muchas las personas que, sin el menor rubor, sin temor a ser represaliados por ello y sin el mínimo respeto por los tribunales de justicia, han decidido que esto de cumplir la ley es algo atrasado, que no se corresponde con el concepto relativista que impera hoy en una parte de la sociedad o que, todas las leyes han estado redactadas “por capitalistas” para “oprimir” a las clases trabajadoras y que es necesario cambiarlas todas, para cuyo fin se hace indispensable acabar con el sistema actual para implantar, de raíz, lo que se podría entender como la resucitación de aquella teoría del señor Stalin, para hacerse con toda Europa, mediante sucesivas revoluciones que implantaran en cada país el llamado “frente populista soviético”

Aquellas primeras actitudes revolucionarias, que tuvieron su punto álgido en la revolución de Asturias de octubre de 1934, alimentadas por los mineros, apoyadas por las Juventudes Socialistas de Carrillo y seguidas, desde Barcelona, por la Generalitat del señor Companys que se alzó contra la República española para proclamar la independencia de la “República catalana” aunque, inmediatamente, fue derrotado por el Ejército dirigido por el general Batet. En 1936, con el Frente Popular presunto vencedor de las elecciones de febrero, cualquier indicio de legalidad y respeto por la Justicia fue olvidado mientras las bandas de forajidos se apoderaban de las grandes ciudades y se asesinaba, robaba, martirizaba, se quemaban iglesias y se “saldaban cuentas pendientes” por el procedimiento del asalto, el secuestro y el tiro en la nuca.

El otro día, y no es la primera vez que estos “angelitos de la CUB” dan muestras de sus verdaderas intenciones y del espíritu anarquista que los guía, asaltaron un autobús turístico, ocupado por ciudadanos británicos, los maltrataron, insultaron, los asustaron y los hicieron bajar del vehículo, amenazando al conductor con cuchillos, mientras se dedicaban a pintarrajear todo el vehículo con proclamas e insultos contra el turismo. Estos señores que gobiernan, juntamente con el PDEcat en Barcelona, cometieron semejante barbaridad en pleno día, sin que ningún agente de la autoridad interviniera ni se produjeran detenciones. El consistorio no dio la noticia hasta que hubieron pasado tres días desde que se produjeron los hechos, seguramente para intentar que pasaran inadvertidos. No obstante, la prensa inglesa no fue tan remisa y ya han sido varios los periódicos londinenses que han dado la noticia con toda clase de detalles, como es corriente en la GB que no desaprovecha cualquier ocasión que se le presenta para atacar a España, a pesar de que, en la actualidad, están residiendo en nuestra tierra más de doscientos mil ingleses, la mayor parte de ellos personas jubiladas, que se han instalado en nuestra nación para pasar los últimos años de su vida.

Pero, ¿cómo se van a someter a las leyes de la nación unos ignorantes revolucionarios a los que se les ha inculcado el odio hacia el resto de ciudadanos por el simple hecho de tener dinero? si, aquí, en Cataluña, no son los simples ciudadanos los que se levantan contra la legislación estatal, sino que sus mismas autoridades, las que han recibido el nombramiento en nombre de la legislación estatal y las que hacen el juramento de respetar y hacer respetar la Constitución, las que prevaricando, son las primeras en desafiar al Estado de Derecho con la absurda pretensión de que, un parlamento autonómico, en este caso el catalán, se atribuya potestad para poder promulgar leyes a las que, ellos mismos, en el colmo del absurdo jurídico, invocando no se sabe que tipo de democracia ( olvidando que están en una nación democrática) pretenden que unas leyes, que llaman de “desconexión” promulgadas por procedimientos ilegales y sin la más mínima garantía democrática, puedan estar por encima de las leyes estatales, entre ellas la Constitución, de modo que les permitieran actuar a su libre albedrío para conseguir su objetivo, la independencia de Cataluña.

Y, señores, cuando se llega a este punto, cuando la amenaza a la unidad de la patria está a punto de ser vulnerada por una serie de sinvergüenzas que han decidido unilateralmente, sin tener en cuenta el sentimiento mayoritario del resto de España, vulnerando, de una tacada, todas las leyes orgánicas por las que están obligados a regirse; es evidente que hay que empezar a dejarse de zarandajas leguleyas y a tomar el rábano por las hojas, para enseñar a estos que siguen empeñados en hacer de España una especie de remedo de Venezuela o que pretenden privarnos de un trozo tan importante como es la autonomía catalana, que no se puede seguir actuando impunemente, ofendiendo, insultando, reclamando, amenazando y gastándose el dinero del resto de los españoles en construir una estado paralelo y chulear al resto de españoles que, estupefactos estamos viendo como el Gobierno sigue a remolque de las actuaciones de estos secesionistas que, en cualquier otro país, ya haría tiempo que estarían ante los tribunales respondiendo de sus acciones de traición a la patria.

Ya está bien de contemplaciones, de saraos, de conversaciones inoperantes, de “diálogos” que no sirven para nada; ya que es obvio que, lo que quieren estos separatistas es que les digan que sí a sus pretensiones, que les construyan el “corredor mediterráneo”, que el Gobierno español apoye el traslado de la Agencia Europea del Medicamento, actualmente en la GB y les perdone la inmensa deuda que tienen con el Estado español, para que ellos puedan constituirse en nación independiente sin deber nada a nadie. ¡Muy bonito! Y cuidado porque es posible que también quieran una carta de recomendación del Estado español para que, cuando queden fuera de la UE, sean readmitidos lo antes posible. ¡Y un rábano!

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, resulta exasperante que, después de una serie de años de estar soportando las reclamaciones de los políticos catalanes, después de que las políticas de apaciguamiento no hayan producido ningún resultado positivo; antes bien, han generado el efecto contrario de que más catalanes se hayan adherido a la causa separatista, convencidos de que la pasividad del Estado auguraba un final feliz para sus demandas. Así no encontramos que, hoy en día, el número de catalanes independentistas, si bien no alcanza a los que no la quieren, ha llegado a cotas del 47% o 48%, lo suficientemente preocupantes para que, el problema, se haya constituido en uno de los graves de los que afectan a la nación española. Parari ad pessimi.

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Acabaré estas columnas sobre lo poco que puede ofrecer la izquierda política a nuestro país con el último de sus horrorosos cinco mandamientos. Este quinto mandamiento es tratar de imponer siempre la propia opinión y la propia doctrina acusando al adversario de derechas de ser incapaz de diálogo por no aceptar su imposición.

Ahora también sabemos que la máxima autoridad diplomática de la Unión Europea (UE), Kaja Kallas, ha repetido públicamente lo que públicamente Trump nos exige, que gastemos mucho más en lo militar -un 5%-, es decir, mucho más empobrecimiento para los pueblos.

Esta naturaleza herida requiere sanación; el árbol de la vida hay que sustentarlo entre todos y sostenerlo con abecedarios de concordia, antes de que las desavenencias nos rompan los vínculos fraternos y el odio se avive por todas partes, disuadiendo cualquier esperanza viviente que nace del amor y se funda en el amar.

 
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