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Granada

Cuenta la leyenda que Granada capital debe su nombre a una de las hijas de Noé o de Hércules llamada Granata, aunque en la Historia de Granada aparece documentado su nombre antes de la conquista árabe
Carmen Muñoz
sábado, 5 de agosto de 2017, 16:05 h (CET)
En el año 306 se celebró el concilio de Elvira, el primero de España. Las tres poblaciones que existieron durante la invasión musulmana fueron Elvira, Castilla y Garnata, dependientes las tres del Califato de Córdoba.

Después de la invasión almorávide (finales del s. XI) se culminó la constitución del reino de granada, permaneciendo como último reducto musulmán hasta 1492 en la que fue tomada por los Reyes Católicos comenzando un nueva era de esplendor con la cultura cristiana

Será por la cantidad tan diversas de gentes que la han conquistado y reconquistado, será por las distintas costumbres que cada uno ha dejado su huella, será por lo que fuere, lo cierto es que Granada conserva y tiene un embrujo especial, lo sabe conservar y exhibir con orgullo, tanto los monumentos como sus costumbres.

Como toda ciudad que se precie evidentemente ha ido progresando y expandiéndose, haciendo suya e integrando a los pueblos de alrededor considerados como ciudades dormitorio, ampliando de esta manera el número de habitantes llegando a una cifra más o menos de 500000. Al aumentar la población surge indefectiblemente los problemas que el ayuntamiento o al que corresponda intenta ir solucionando como quieran o como puedan. Uno de esos problemas es el tráfico, a mayor número de ciudadanos mayor número de vehículos y como las calles son las mismas, el lio está garantizado. Pero en esta vida todo tiene solución y un alcalde y sus ediles se pusieron a pensar, pensar y pensaron que una bonita forma de solucionar dicho problema sería la construcción de un metropolitano. ¡Albricias! Todos tan contentos y con unas cuantas cervecitas, sellaron el acuerdo. ¡Manos a la obra! Y empezaron a levantar media ciudad. Los conductores no daban crédito ¡que algarabía! Atascos, malos modos al volante, pero se apaciguaban pensando que en poco tiempo se solucionaría y todos tan contentos.

Cualquier familia que haya tenido que hacer alguna reforma en su casa por pequeña que fuese, sabrá que el tiempo y el presupuesto dicho al contrato del trabajo se duplica o triplica consecuentemente, pues bien, eso mismo llevado a escala municipal la cuestión se desborda de tal manera que lo que en principio iba a durar poco tiempo se convirtió en más de diez años y de los dineros ni hablamos, pues entre la carestía y lo que se pierde por el camino la multiplicó en abundancia.

Como todo lo que empieza, o casi todo, tiene un final, llegó el momento de disfrutar del alivio circulatorio al haberse visto terminada la obra del tan esperado metro.

¡Horror! ¡Qué es esto! El caos viene ahora y creíamos que lo de antes estaba mal.

Estuve hace unos días visitando la ciudad y pude comprobar como lo que debería ser una alegría ciudadana estaba siendo un verdadero conflicto. Para empezar no está soterrado de principio a fin, como hubiera sido lógico, solo la parte correspondiente al centro, la periferia y mucho antes de llegar a ella es a nivel de calle, allí precisamente que hubiese sido más fácil el soterramiento, pues no, no lo está, y ¿por qué?. Fácil, era más caro, y había menos poder disuasorio económico. En un tramo de no más de un kilómetro hay por lo menos 40 cruces, cruces que están regulados, es un decir, por semáforos y por un mandao, imagino que de forma provisional, con un cartel de stop, cuando debe pasar el comboy. De momento está en pruebas para que se acostumbren los coches y peatones a convivir con semejante gusano mecánico, porque han tardado tanto en hacerlo que en las vías se han convertido en aparcamientos foráneos, los cruces no saben quien tiene preferencia, el tren no pita al pasar porque tendría que estar pitando continuamente por la proximidad de los cruces, los peatones ni se alteran, la colas de los coches con los semáforos son interminables, la gente desesperada y el visitante contemplando estupefacto todos los acontecimientos, que al no sufrirlo por no residir allí, resulta hasta cómico. Al preguntar a los que si viven, las respuestas son variopintas “esto es un desastre, va haber un montón de accidentes, el mejor negocio ahora va a ser un taller de chapa y pintura, esto solo pasa en Graná no sabemos cómo llamarlo si metro o tranvía, pero esto donde se ha visto…..”

La verdad es que tienen razón, una obra nueva, con espacio y tiempo suficiente para haber hecho un metropolitano en condiciones, moderno, que hubiese sido un lujo más añadido para la ciudad, por mor de “vaya usted a saber que cuestiones” a mi entender, más malas que buenas, se ha quedado en una chapuza, indigna de dicha ciudad, que no satisface a los contribuyentes y a los visitantes ocasionales nos llena de pesar.

¡Que habremos hecho los andaluces para tener que soportar una tropelía tras otra en las distintas capitales que la conforman!

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