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Fernando Lugo contra Cristina Fernández y Hugo Chávez

Buscando el favor de la prensa mediática, el cura presidente no duda en sumar sus críticas contra Chávez y Cristina
Luis Agüero Wagner
lunes, 19 de diciembre de 2011, 07:54 h (CET)

Es común que los políticos mediocres de todas partes busquen sobresalir adaptando su discurso a las líneas editoriales de los medios hegemónicos, de tal suerte a lograr un destaque que les de un protagonismo artificial.

En estos días, algo de ello ha sucedido en Argentina con el líder sindical Hugo Moyano, que ganó grandes espacios de la prensa de su país con un discurso de enfrentamiento con la presidenta Cristina Fernández.

Con una estrategia similar, el cura presidente de Paraguay Fernando Lugo intentó ganarse el favor de la prensa de Buenos Aires enfrentada al gobierno de Cristina Fernández (La Nación, Clarín, etc.) reprendiéndola por una llegada tardía a la reunión durante una Cumbre del Mercosur que se realizó en Asunción, un par de años atrás.  Al abandonar el recinto, Cristina no dudó en calificar la actitud de misógina, y a partir de entonces el distanciamiento con Lugo se hizo notorio.

Cristina, quien ya plantó a Lugo en la reunión de Bariloche,  faltó a las tres últimas reuniones que debía sostener con el cura  de manera consecutiva, y cuando no pudo rehuir  un contacto lo hizo a través de teleconferencias.  Durante la reciente retoma del poder de Cristina, Lugo debió retirarse antes de las fotos, visiblemente contrariado por la frialdad del gobierno argentino.

En el contexto de esta guerra sorda, informa La Nación de Asunción que Lugo cuestionó al gobierno de Cristina por supuestas trabas que pone Argentina a negociaciones que apuntan a que Paraguay venda energía eléctrica a Uruguay, a través de línes de transmisión argentinas sobre las cuales cree tener derecho.

La verdad indiscutible es que no puede existir un acercamiento a fondo entre la mandataria argentina y Lugo, considerando la forma en que con sus escándalos el cura presidente holló la dignidad de las mujeres, en momentos en que las dos principales potencias sudamericanas cuentan a ese género posicionado en el máximo poder.

Mientras en Argentina con Néstor Kirchner y su sucesora los Derechos Humanos se han revalorizado, en Paraguay no ha habido avances en tal, sentido, sino más bien retrocesos respecto a los gobiernos colorados de la transición.  Como ejemplo de las diferencias que separan a Lugo del proceso que hoy vive la Argentina, basta mencionar que el grupo Clarín, al cual Cristina arrebató los derechos de televisación del fútbol argentino, hoy hace en el Paraguay de Lugo todo lo que en su país ya no puede hacer: resultados fabricados a través de errores arbitrales, partidos que se juegan sin público por orden judicial para aumentar el rating, y el consabido “secuestro” de las imágenes de los goles.

Contra Hugo Chávez 

En un diálogo con los periodistas acreditados en el Palacio de Gobierno de Asunción,  Lugo también criticó a la prensa que dirige el gobierno de Hugo Chávez a través de Telesur.  Afirmó que  la información del canal venezolano es “sesgada”, aunque ofrezca noticias sobre el mundo árabe y asiático que no se encuentra en otros medios.

Las diferencias de enfoque entre Hugo Chávez y Lugo se hicieron patentes desde inicios del gobierno arzobispal, dado que el cura presidente envió a su ministro del Interior Filizzola a solicitar el respaldo de la Colombia de Alvaro Uribe en materia de seguridad, bajo la atenta mirada de la embajadora norteamericana Liliana Ayalde.  Durante el proselitismo que lo llevó a la presidencia, Lugo se presentaba como referente de la teología de la liberación, algo que luego acabó contrariado por el mismo Leonardo Boff en sus respuestas sobre el tema a Tácito Loureiro.

Un orquestaje antisandinista gestado en el seno de su propio gabinete de ministros impidió a Daniel Ortega asistir a la toma de posesión de Lugo, y una guerrilla marxista surgió en el norte del Paraguay para testimoniar que la izquierda no se siente representada por el actual gobierno.

La mayoría de los lugares preponderantes del gobierno luguista lo ocupan personeros de las ONG vinculadas a USAID, las mismas que en Venezuela denuncia el chavismo como herramientas de intervencionismo a través de conocedoras del tema como Eva Golinger.

A través de las filtraciones de Wikileaks, pudo comprobarse fehacientemente el juego ambiguo de Lugo respecto al chavismo, dado que se supo que el embajador James Cason lo consideraba un futuro aliado de Estados Unidos, útil para dividir a la izquierda latinoamericana en la que el imperio potenciaría a los “moderados” como él.

En otros cables filtrados, se descubría que el ministro del Interior Filizzola visitaba asiduamente la embajada norteamericana solicitando equipos de espionaje telefónico y pertrechos para combatir a sus antagonistas políticos.

La tendencia conservadora del luguismo se acentuó con ejecuciones extrajudiciales, atropellos a campesinos y allanamientos brutales con el pretexto de combatir a la guerrilla del EPP, que sin embargo hoy se declara fortalecida y sigue retando al gobierno.

Con la ambigüedad como bandera, Lugo sigue ensayando su retórica “bolivariana” ante la prensa que lo arropa en el exterior, en tanto en el plano local denosta contra sus supuestos “aliados” para ganarse a favor de los medios conservadores locales.  Un diario boliviano ya hizo notar en una oportunidad, en alusión al caso del refugio a Mario Cossio, que Lugo decía una cosa a Telesur y otra a la CNN.

Una prueba más de aquello que la hipocresía es un homenaje que el vicio rinde a la virtud.

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