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La Santa Compaña (del señor Ra-hoy, mañana ya veremos)

Nombrado el nuevo Gobierno, nos preparamos para un futuro de yuyu
Ángel Ruiz Cediel
jueves, 22 de diciembre de 2011, 09:52 h (CET)

Entre las distintas lecturas que se pueden hacer de los nombramientos de Ra-hoy (mañana ya veremos) para ocupar las carteras ministeriales, quizás la más relevante para indicarnos hacia dónde piensa dirigirse es la profusión de licenciados en Derecho que hay en su nuevo gabinete, lo que le proporciona al conjunto una imagen, si les suponemos orlados con sus negras togas y entonando su gregorianos "otrosí", de una procesión fantasmal de la Santa Compaña, cosa ésta muy gallega y sintomática. Mucho lío legal debe temerse el Presidente para tal inundación de abogados, colectivo éste que no es precisamente el que mejor prensa tiene entre los atribulados ciudadanos de esta nuestra castigada piel de toro, pues que haberlos haylos buena gente, si bien pocos y no se sabe dónde.

El resto de los neo-barandas, pues tan ricamente, siguiendo en la clasificación los representantes de la Economía, encarnados en licenciados en Economía y Empresariales, y destacando entre los tales, además de que la segunda orientación gabinetera es que preocupa pela o el euro, cierto tufillo a Lehman Brothers, especulación financiera internacional y todos esos tiburones de charca que pusieron a la economía mundial en la tesitura lamentable en que se encuentra, añadido a sus excelentes resultados de producir cientos de millones de desempleados en todo el mundo y un incontable número de quiebras de empresas, suicidios particulares, hambre, miseria e infernales dolos, etc. Mala, mala cosa que los que tengan que arreglar el cotarro sean precisamente los que crearon el problema, dándose la paradoja de que permanecen en la ecuación de la solución los que la liaron a lo bestia. No sé si es un contrasentido o si lo que es, es un indicio. ¡Hummm!..., no sé.

Algunos de los nuevos ministros –pocos-, pertenecen al excéntrico grupo de los dispersos, figurando entre ellos lo mismo un sociólogo que algún ingeniero industrial o incluso una médico. Bien por ellos, por la rareza que suponen, aunque no tengo muy claro qué diablos pinta un sociólogo en Educación y Cultura, a no ser que lo que se persiga sea la propaganda en crudo y la manipulación de los resultados, pues que poco ha de saber de esto quien sólo tiene fama de ser buen comunicador y un excelente tertuliano televisivo, no se sabe perteneciente a qué think-tank.

Se eleva egregio, en fin, como un vaporoso efluvio que brota imperioso del botafumeiro gubernamental, una pesada atmósfera de desconfianza del nuevo Presidente al seleccionar a tal caterva de ministros leguleyos o artificieros de los truquis monetarios, si bien compartiendo todos ellos filiación al santo beso negro y al lavapiés, devoción demostrada y contrastada en la difícil travesía del desierto experimentada por el señor Ra-hoy (mañana ya veremos) en su particular retiro en el desierto de la oposición, donde, además de hacer ayuno y mucho rezo para contactar con los mandingas divinos y conjurar a sus incontables enemigos en el partido, no le faltó su libretita azul para ir anotando afectos y desafectos, siendo que a algunos de estos últimos ya los ha pasado factura y al resto se la pasará, como muy bien sabe doña Esperanza por el dato de la elevación a los altares de su visceral íntimo adversario Tutangallardón.

Un caso muy especial éste, el de Tutangallardón, a quien Ra-hoy (mañana ya veremos) le ha otorgado el cetro de la Justicia -¿estamos locos o qué, por el amor del Cielo?-, desde donde va a poder, con su soporífera, hueca, pomposa y desmedida oratoria – como en el barroco florido todo en él es jácara y filigrana, pero de pura escayola, moldura y materiales de desecho repintados de esplendorosa purpurina, que no de oro, insufrible, cargante y agotadora- de vendedor de sueños falsos y de dilapidador de Erarios y contraedor de colosales deudas ad aeternam. Uno, claro, ante caso tan sintomáticamente tremebundo, se plantea qué pretende el señor Ra-hoy (mañana ya veremos), y, dado el currículo de de Tutangallardón de hijo de Ra, Ra, Ra, no tiene otra que concluir que, dado su mesianismo y su delirante propensión a lo vacuamente suntuoso, tal vez sea que va a poner a sus señorías volantinas en la pechera de la toga y hacerlos usar peluca de mucho tirabuzón, al estilo de su graciosísima majestad de la pérfida y antieuropea Albión. No se me ocurre otra cosa, qué le vamos a hacer. Que el Cielo, en su infinita misericordia, nos sorprenda a todos bien confesados.

Como conclusión, cual resorte que no sabe hacer otra cosa que ser consecuente con las leyes de la Física –y la Metafísica-, salta por consecuencia que se nos ofrece un porvenir en que parece ser que el objetivo es volver a lo de antes, pagando la factura, eso sí, los mismos que fueron ignorados y ninguneados en el tiempo de bonanza. Vamos que no sólo nada cambia, sino que vamos inapelablemente hacia más de lo mismo, sin variación alguna ni en el destino ni en la reestructuración de la sociedad, cual si no hubiera otro camino que regresar al que perdimos. Una pena, porque se pierde con ello lo más importante, que sería sentar las bases para hollar un nuevo sendero que nos conduzca a un nuevo futuro en el que problemas como los experimentados por las sociedades no pudieran volver a repetirse, que se repetirán. Eliminar pueblos, fortalecer el campo, reestructurar la base de nuestra relación con el medio, contención de la población, reorientar la Educación hacia elevación moral y espiritual o, aún, promover que gobiernen los más capaces, etc. Pero, claro, ¿y qué demonches entiende de todo esto un conmistión de abogados, expertos y baqueteados en torcer lo derecho de las leyes?... Pues, eso, que lo mismo que la Santa Compaña, aunque de negro, porque vamos derechitos hacia un futuro más bien oscurito, cuestiones internacionales aparte, y a base de gorigoris.

Puedes conocer toda la obra de Ángel Ruiz Cediel: Un autor que no escribe para todos (Sólo para los muy entendidos)

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