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Rajoy crea un Gobierno de cara a las exigencias de la UE

Domingo Delgado
viernes, 23 de diciembre de 2011, 08:19 h (CET)

El Gobierno que Mariano Rajoy ha formado es un aval ante la UE del rigor económico que se pretende implantar en España, conforme a las exigencias de la Unión de recorte del gasto y equilibrio presupuestario, pues gran parte del mismo pivota en función del equipo económico.

De manera que los ministros del área económica asumen un particular protagonismo en el Gabinete de Rajoy, siendo como lo son, profesionales de acreditada experiencia en su área, como es el caso de Cristóbal Montoro, experto hacendístico y experimentado político, que asume –como fusión- en su departamento las carteras de Hacienda y de Administraciones Públicas, lo cual le imprime un importante protagonismo e influencia en la generación y gasto de recursos públicos, con control sobre las Administraciones Públicas (estatal, autonómicas, y locales), en un importante intento de “embridar el caballo del déficit público”. También es relevante el nombramiento para Economía y Competitividad de Luís de Guindos, que ya estuvo como Secretario de Estado con Rato, y que a ello une su experiencia en el ámbito privado, aunque le acompañe la sombra de haber estado en el “barco de Lehmans Brothers” que zozobró. En cualquier caso, son prestigiosos profesionales, si bien entregados a un determinado “credo” económico –el neoliberal-, con lo que contentarán a esta particular feligresía, e irritarán a los que no compartan tales postulados. Aunque en el fondo ninguno de los dos tengan peso político de entidad.

Algo parecido podría decirse también de José Manuel Soria (Ministro de Industria, Comercio y Turismo), Técnico Comercial del Estado, y de Fátima Báñez (Ministra de Empleo y Seguridad Social), licenciada en derecho y económicas. Que tienen un perfil profesional del área económica para una labor complementaria en sus respectivos departamentos, con los grandes ejes que marque el núcleo económico del Gobierno. Si bien, a diferencia de los anteriores, habría que añadir que estos tienen mayor peso político, por su enraizamiento territorial y su proximidad personal a Rajoy.

Culmina esta área económica con los nombramientos de sendos personajes –cuya formación no es puramente económica, ni la función de sus departamentos tampoco lo es- pero que se acercan a un perfil mixto, como son los titulares de Defensa (Pedro Morenés, Ingeniero, que estuvo de segundo en Defensa con Serra, y que proviene de la empresa privada de armamento), y el de Exteriores (José Manuel García Margallo, abogado, diputado del PP en la Eurocámara, especialista en temas económicos) que hace de la Cancillería española un ente “ad hoc” para Europa. Punto, en que sin desmerecer la valía demostrada de García Margallo, no parece un acierto por cuanto parece que a Rajoy sólo le importa la UE, acaso olvidando que el mundo es mucho más que Europa; y no siendo García Margallo un diplomático de carrera –como sí lo es Gustavo de Arístegui- su previsible enfoque será europeísta. Entre tanto, ¿qué hacer con Iberoamérica, o con el Magreb, Oriente Medio, Asia o África?.

En lo concerniente a Interior (Jorge Fernández Díaz, político catalán dúctil a las directrices de Génova, no apreciamos una clara posición nacional), acaso sea el encomendado de dar cauce a los planteamientos de la “pseudo-paz” con ETA, y a amortiguar las corrientes políticas centrífugas de los nacionalismos catalán y vasco. En tanto que Justicia (Alberto Ruíz Gallardón, al que la alcaldía madrileña se le quedaba ya corta, en sus ansias de crecimiento político, que se ha mostrado un mal gestor municipal; acaso por aquello que pertenece a la carrera Fiscal en excedencia casi vitalicia, se le ha encomendado este controvertido departamento) que desde la transición se debate con una desastrosa gestión de la oficina judicial, y del funcionamiento de la Administración de Justicia como servicio público, que nunca acaba de “estar a punto”, pese a las numerosas reformas con sus consiguientes costos. Pero que, además concurre en un área competencial en el que también transita el tercer poder del Estado (Consejo General del Poder Judicial), que lejos de simplificar los ámbitos de actuación, los complica, haciendo de la Justicia en España un profundo “piélago” de inalcanzable comprensión, que dudamos sea Gallardón –a quien pronto también se le hará pequeño el Ministerio- quien pueda realmente ordenarla hacia la modernidad, algo que todo justiciable reclama desde hace años, y ningún gobernante consigue.

Por lo que se refiere a Agricultura (Miguel Arias Cañete), era uno de los pronósticos más frecuentes, y en verdad han acertado. Este Abogado del Estado con amplios conocimientos del mundo agropecuario español y europeo, ya llevó con cierto nivel de éxito la cartera del campo español en los gobiernos de Aznar, por lo que parece un gran acierto su designación.

De Ignacio Wert (Ministro de Educación, Cultura y Deporte) nos parece que se trata de un buen técnico en un área que encaja forzadamente, pues es un reputado sociólogo que ha sido profesor universitario, que es independiente, suele tener buen criterio, pero posiblemente desconozca el trasfondo de este departamento fusionado –que es la parte más acertada del asunto, ya que las competencias están básicamente transferidas a las Comunidades Autónomas-. Tendrá que encajar el prometido año incrementado al Bachiller, y tratar de implantar un nuevo desarrollo legislativo que el PP tiene comprometido al efecto. Y en cultura y deportes, con que no gaste un duro, haría bien.

También se genera un misterio en esta organización gubernamental de Rajoy, que hace referencia a la imprevista y discutible decisión de nombrar a Ana Pastor (médico y ex ministra de Sanidad) como ministra de Fomento –probablemente sea por la escasa inversión que se prevea para la obra pública en los momentos actuales-; y sin embargo se nombre a Ana Mato (politóloga, y persona de confianza de Rajoy, del núcleo del aparato, como Ana Pastor, y Soraya Saenz de Santamaría) ministra de Sanidad sin que tenga experiencia en esta área, aunque las competencias están transferidas a las Comunidades Autónomas, pero quedan en sus manos importantes labores reguladoras y armonizadoras de la Sanidad española, que actualmente son clave en la aparente desmembración del Sistema Nacional de Salud, lugar en que hubiera hecho un mejor papel Ana Pastor por su experiencia en el Ministerio.

Finalmente hemos de considerar el importante papel político-administrativo de coordinación y gestión de Soraya Saenz de Santamaría (Vicepresidenta, Ministra de Presidencia y Portavoz del Gobierno) siendo uno de los aciertos de Rajoy, por la trayectoria de la misma, sus conocimientos, y su lealtad.

Para concluir, no podemos dejar pasar estas letras sin un repaso a algunos ausentes, que se prodigaban en las quinielas, como Trillo Figueroa, o González Pons, quizá a este último le haya “saltado un perpunte” de los “trajes de Camps”, según la información publicada la semana anterior, referida a su etapa de Consejero de la Comunidad Valenciana con Camps. ¡En fin, otra vez será…!. Esto aparenta ir para largo, especialmente visto que en el PSOE no han respetado el tiempo del “duelo” y ya están enzarzados en polémicas sucesorias.

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