Han pasado unos días y el tintineo que rondaba nuestros oídos se ha hecho aún más intenso, un cascabeleo que nos guía en el supermercado, tienda habitual o centro comercial. Un dulce sonido que al final de estos días termina estresándonos y poniendo a prueba nuestra capacidad de organización. ¡Sí queridos amigos! ¡La Navidad ha llegado! Y pese a que parece que este año no hemos visto los turrones desde final de verano, quizás por el pesimismo económico, si es cierto que desde finales de Noviembre se empezaba a percibir cierto ambiente navideño.
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| La guinda del pastel la acaban poniendo los villancicos, los cuales además de anunciarnos la llegada de estas señaladas fechas, se encargan también de poner compás y tempo a cada paso que damos en una superficie comercial. Sin embargo, los villancicos tal cual los cantamos en casa son raramente escuchados, se ha cambiado el cascabel y la zambomba por el bajo eléctrico y la batería… ¿es simplemente una forma de modernidad o hay algo más implícito? ¡Pues sí! Partiendo del hecho de que la música actúa directamente sobre nuestro subconsciente, entrando en contacto con el mundo de los sentimientos e inquietudes, es lógico afirmar que tan sólo el hecho de escuchar villancicos provoque en nosotros la necesidad o el hábito de comprar artículos navideños o de comenzar a pensar en los regalos para nuestros seres queridos. Por lo tanto en este sentido la música no sólo tiene el fin de amenizar nuestras compras y de provocar que salgamos de cualquier local tarareando el “rompompompom”; sino que es también objeto de un plan de markenting ideado con el fin de que a los artículos de primera necesidad sumemos otros no tan necesarios.
Ahora bien, ¿para qué variar los villancicos añadiendo instrumentos modernos y elevar la velocidad de los tempos, en vez de mantener los tradicionales coros a capela? La razón es que una vez más, nuestro subconsciente toma las riendas de nuestras acciones y nuestro cerebro, cual máquina perfecta, ordena a nuestro cuerpo a moverse con mayor rapidez, por lo que los comercios de alguna manera consiguen que el ritmo de entrada y salida en los locales sea mayor, colaborando de alguna manera a que no se produzcan grandes aglomeraciones de gente que simplemente está mirando o decidiéndose… ¿No le ha pasado alguna vez llegar a casa y preguntarse el por qué de algunas compras? Puede que ésta sea la razón.
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