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Fernando Lugo y el milagro de cepillarse solo

Como nadie alaba a su gobierno, el cura presidente Fernando Lugo considera oportuno cepillarse él solo
Luis Agüero Wagner
miércoles, 28 de diciembre de 2011, 08:03 h (CET)

Alguien dijo que hay dos formas de ver la vida: una es creer que no existen los milagros, y la otra es creer que todo es milagro.  La segunda parece haber sido la opción preferida por el cura Fernando Lugo, quien afirmó en uno de sus recientes discursos sin sentido que su gobierno había obrado “un milagro” en el Paraguay.

 De un tiempo a esta parte, nuestro héroe el cura con hijos ha tomado la costumbre de alabarse a sí mismo, ante la escasez de aplausos en el auditorio.   Y como escribiera John Milton, el que se alaba a sí mismo siempre encuentra quien se ría de él, lo cual no es cómico sino trágico.

Dijo Jean Paul que el más indestructible de los milagros es la fe humana en ellos, algo que quedó confirmado con la insólita trayectoria política de un personaje que la iglesia católica ya había marginado por inconducta, y que algunos lograron presentar como a un prócer que realizaba grandes renunciamientos.

En realidad, lo que sí parece haber obrado un milagro en la vida de este oscuro cura es el pensamiento mágico, la tradición autoritaria y la mentalidad machista de los paraguayos, todos ellos factores que realizaron el “milagro” de sentarlo, sin mayores merecimientos, en la silla presidencial del Paraguay.

Fue un milagro que un contubernio entre empresarios de medios reaccionarios, falsos izquierdistas de ONG sufragadas por USAID y politiqueros inescrupulosos lograran hacer pasar gatopardo por liebre, incrustando a un fantoche semejante en la presidencia del Paraguay.

Fue un milagro que luego de que todo ese engaño saliera a la luz, a través de filtraciones de Wikileaks, muchos siguieran creyendo o simulando que creen en semejante farsante.  Y entre ellos se cuentan algunos de los mismos “compañeros bolivarianos” a los cuales ya traicionó en incontables oportunidades, la última de ellas en la reciente cumbre del Mercosur en Uruguay.

Sin duda fue un milagro haberse convertido en el presidente más caricaturizado y ridiculizado en la historia del Paraguay, luego de un escándalo global que batió todos los records en materia de bochornos y lo llevó a figurar nada más y nada menos que en el Top 5 de los mayores escándalos políticos de la historia en un ranking de la BBC.

Sin duda fue un milagro que un presidente paraguayo aparezca en la tapa del New York Times debido a su vida inmoral en tiempos de cura, cuando se dedicaba a procrear con sus parroquianas como Dios manda, es decir, sin usar condón.

Fue un milagro la inmaculada concepción de Viviana Carrillo, de Benigna Leguizamón y de Hortensia Morán, a quienes el ángel del señor cubrió con su sombra y con ello nos legó a un cura con hijos como presidente.

Fue un milagro que todo lo indigno que representó en su momento, con su  pasado infame que avergonzó a todo un país, haya sucedido precisamente en el Paraguay, donde el pueblo y la abúlica opinión pública aguantan todo.  Tanto aguantan que hasta son capaces de soportar la risa y disimularla cuando  a alguien como Lugo se le da por cepillarse él solo.

Ya lo decía Chesterton, lo más increíble de los milagros es que ocurren.

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Corría el mes de abril de 1994 cuando un grupo de malagueños celebramos la Semana Santa en el lejano cantón Valais de Suiza. Por aquellos tiempos dedicaba buena parte de mi tiempo a transmitir, en la medida de mis posibilidades, el Evangelio. Estaba totalmente involucrado en las tareas de evangelización del Cursillo de Cristiandad. Una tarea gestionada por seglares.

Al referirnos a las expresiones del habla cotidiana, las quejas son las principales protagonistas. Independientemente de cómo se exprese cada cual, somos muy perspicaces en la crítica dirigida a los demás y poco propensos al examen del escaparate propio. Sin embargo, no es tan sencillo pronunciarse al respecto, debido a las imprecisiones propias, las tretas ajenas y los muchos factores implicados.

Los que desde muy pronto y ya sin interrupción hemos tenido un contacto frecuente con los libros sentimos cierta incomodidad al oír consejos y expresiones como “leer es bueno”, “un libro es un amigo” o “lee lo que quieras, pero lee”. Es como si alguien dijera: “¡viva la comida!, da igual qué comas, lo importante es que comas”, o “beber es vivir, sea lo que sea que bebas, bebe”.

 
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