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La imputación de Undargarín

El 6 de febrero ante el juez. Aún tengo que verlo
Tomás Salinas
jueves, 29 de diciembre de 2011, 10:33 h (CET)
Y bueno. El juez José Castro ha imputado al yerno del Rey y le citará a declarar el 7 de febrero. La citación se formaliza, de acuerdo con el fiscal anticorrupción de Baleares, Pedro Horrach, al alzarse el secreto judicial sobre la investigación por supuestas prácticas delictivas en el entramado de empresas del Instituto Nóos, un organismo sin ánimo de lucro (tiene bemoles la cosa) que tenía al duque de Palma como presidente. Existen indicios de delito de malversación de caudales públicos, falsedad documental, fraude a la Administración y prevaricación. Fiesta.

Así, por encima, sin profundizar mucho en el tema pues apesta y redondeando cifras, que uno es de letras, según la investigación Iñaki Undargarín, en compañía de otros, levantó para sus empresas, que se sepa,  más de la mitad de 2,3 millones de dos congresos de fomento turístico abonados gentilmente por el Gobierno Balear y tres cuartos de lo mismo de 3 millones procedentes de otras tantas ediciones de los Summit del deporte en la Comunidad Valenciana.

¿Cómo se lo montaba el amigo? Según la investigación, sus empresas facturaban al Instituto Nóos por servicios ficticios o simplemente engordaban el importe para llevárselo bonito. Y, claro está, cuando se cobra en falso llega un punto en el que no se pueden justificar los gastos, y cuando sí que se justifican, la chapuza es digna de Jaimito. Si a este derroche de desvergüenza añadimos que la policía no es tonta y el cante es monumental, nos encontramos con que Undargarín está de cieno, por no decir mierda, hasta las cejas.

En tres años, desde 2003 a 2006,  Nóos, entidad sin ánimo de lucro (perdón por repetirlo, pero es que me parto la caja con lo del lucro) facturó, según la Agencia Tributaria, más de 15 millones de euros de los cuales la mitad procedían de contratos con Administraciones públicas y el resto de  patrocinadores privados. Mucho dulce para ponerlo en manos de un goloso. Mención especial merecen el medio millón de euros que se derivó a la sociedad De Goes Center for Stakeholder Management, compañía pantalla comprada a un testaferro de un paraíso fiscal por la Fundación Deporte, Cultura e Integración Social, entidad altruista (¡ay, que me descojono!) creada por el duque después de que S.M. le leyera la cartilla. Vamos, que pasó de lo que le ordenaba el suegro y siguió en el ajo.

Resumiendo, que hiede. El juez Castro sospecha que Urdangarín y su mano derecha en el Instituto Nóos, Diego Torres, imputado en la causa, “organizaron un entramado societario utilizando un grupo de sociedades mercantiles, a través de las cuales desviaban los fondos públicos y privados que recibía el Instituto Nóos, apoderándose de los mismos”. Como podrían ser, por ejemplo, tres contratos directos de 300.000 euros que se agenció el talonmanista con el Gobierno de Matas tras actuar como intermediario en la venta del equipo ciclista Banesto para que luciera la marca Illes Balears por 18 millones. Contratos ubicados para los investigadores en el mundo de la ficción, sin expediente y por trabajos simulados.

Y ahora, mi pregunta. ¿Va en serio la cosa o se quedará en un paripé? Es decir, ¿habrá banquillo para el duque de Palma o será simplemente un trono con cuatro chinchetas contadas? Que el tal Diego Torres, compañero de fatigas del yerno del Rey, va a pagar hasta la muerte de Manolete, no lo dudo. Sin embargo quisiera ver, en el caso que las acusaciones sean probadas, el tono del marrón que se comerá Undargarín. No olvidemos que el manto juancarlista es amplio, cálido y muy, muy resistente.

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