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Dios no juega a los dados | |||
Nunca antes las Leyes herméticas han estado más vigentes | |||
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EEUU, contra la voluntad de sus ciudadanos que no deseaban ninguna clase de conflicto semejante, empujó a Japón a la II Guerra Mundial, cortándole los suministros petroleros y bloqueándole financieramente, lo que suponía enfrentarle a una terrible dicotomía: desaparecer como potencia o morir matando. En una acción desesperada, muy a última hora Japón aceptó ceder Indochina a su enemigo, pero a EEUU, también a última hora, esto le pareció insuficiente, presionado el gobierno por los halcones del Pentágono. El resultado de aquella estrategia del dominio por la destrucción ya la conocemos de sobra, desembocando en una inenarrable mortandad y en el encumbramiento de los EEUU como primera potencia mundial, no sólo merced a su inigualable máquina de guerra, sino sobre todo a su falta de escrúpulos morales al utilizar armas nucleares contra un enemigo ya reducido a su mínima expresión que suplicaba un armisticio al que los dominadores se negaban. El ejemplo para el mundo bien valió, como guinda que colmaba el pastel de sus intenciones, no sólo la total destrucción de Japón, sino también el uso de dos ingenios nucleares de destrucción masiva. Hoy, con Irán, está sucediendo exactamente lo mismo. Bloqueado el entramado financiero persa, que ya ha producido una devaluación de su moneda insoportable para su economía –poco importa si vende petróleo o no, porque no puede cobrarlo-, la situación a la que ha sido empujado es la eterna dicotomía: o se rinde sin condiciones de modo que sus riquezas sean de las multinacionales, o tendrá que morir matando. La Historia, en fin, se repite, y para que los acontecimientos se desaten no pasará demasiado tiempo, acaso nada más que días o semanas, porque la demora podría facultar la imposibilidad de llevar a cabo el plan, debido al hundimiento espontáneo de la economía Occidental, ya severamente tocada y dando muestras evidentes de rendición. Efectivamente, la posibilidad de que la teoría del dominó de las quiebras económicas nacionales se empiece a verificar en Europa, es mucho más que una posibilidad. Tal vez sea ya una certeza. El fantasma de los corralitos financieros arrastra sus cadenas por numerosos Estados europeos, e incluso en los mismos EEUU la posibilidad de una quiera no puede ser descartada. Tal vez por esta cuestión están siendo puestas a punto numerosas leyes en aquel país que lindan con las del Estado de Guerra o las de una dictadura formal, pudiendo ya ser detenido arbitrariamente cualquier ciudadano (e incluso eliminado) sin pruebas ni acusaciones, y ser retenido indefinidamente. Algo que ni siquiera las dictaduras que operaron bajo la tristemente famosa Operación Cóndor, se atrevieron a alcanzar. Los tiempos cambian, en fin, y lo hacen para mal. Son muchas las amenazas que se ciernen sobre el conjunto de la humanidad en este año crítico, y las reseñadas no son sino dos de ellas, no siendo, tal vez, las más graves, a pesar de las extremas consecuencias para la especie y la sociedad que encierran. Sin embargo, no hay una única forma de encajar cuanto sucede, especialmente porque nada es definitivo hasta que las situaciones se han materializado y han trascendido el orden de la posibilidad para convertirse en una realidad. Algo así como lo que sucede con la Física Cuántica, en que todo es posible hasta que la observación (y por lo tanto la voluntad del observador) fija el estado en que la partícula se encuentra. Al modo e imagen como los sucesos en la vida de una persona pueden ser interpretados (para bien o para mal) como avisos o advertencias de las consecuencias de sus actos o pensamientos, también los acontecimientos internacionales son un aviso al conjunto social de lo que puede acarrear su conducta, y las advertencias que está recibiendo la sociedad en pleno son los de corregir su deriva y escapar del egoísmo exacerbado que domina a los hombres. El planeta, la realidad, está advirtiendo a los navegantes de que está un poquitín más que harta de nosotros y nuestra depredación continua, y está poniendo sobre el horizonte las consecuencias de nuestros actos y deseos: cambio climático, guerra, destrucción social, caos económico, inestabilidad moral… De lo que se siembra, indefectiblemente se cosecha, y es de esperarse que la vida pase factura de los excesos, porque nadie puede sustraerse a la Ley del Equilibrio. La realidad, hoy, está absolutamente desequilibrada por la angurria de unos pocos, por las conductas desaprensivas de una parte de la sociedad sobre los demás seres que habitan el planeta y por una política de acumulación sin límites en un sistema limitado. Es, quizás, la propia vida la que ahora nos está poniendo en una dicotomía semejante a la que EEUU suele poner a sus enemigos: o corregimos la deriva, o tendremos que morir matando. Lo que es arriba, ya se sabe, como lo que es abajo. Y nadie, ni el conjunto de la sociedad en pleno, puede sustraerse a la Ley, porque los jueces que la aplican son insobornables: nuestros propios actos y pensamientos, en un principio automático de causa y efecto. A estas alturas de la andadura, ya deberíamos saberlo. Para mantener la paz, pues, es imprescindible recobrar el equilibrio para que el péndulo no nos conduzca desde el exceso de egoísmo al exceso de calamidad, y para ello nada mejor que sanear nuestros pensamientos y nuestros deseos, acaso comprendiendo que todos los seres formamos parte del mismo tejido y que lo que le acaece a uno nos repercute a todos. Sólo por esta vía podremos evitar que los negros nubarrones de los avisos se conviertan en una desoladora realidad. Dios no juega a los dados, permitiéndonos que, en nuestro soberano albedrío, nos juzguen nuestros propios actos: con la vara que medimos, seremos medidos, y quien a hierro mate, a hierro será muerto. Puedes conocer toda la obra de Ángel Ruiz Cediel: Un autor que no escribe para todos (Sólo para los muy entendidos) |
La subida de los precios de la vivienda sigue disparada. Un estudio de la Unión Europea (UE) ha calculado que se necesitarían -dedicando el 40% de los ingresos- de 25 a 35 años para adquirir una vivienda mediana. Respecto al alquiler, el mismo estudio calcula que, dedicando un 40% de los ingresos solo sería posible alquilar un inmueble de entre 30 y 50 metros cuadrados.
Permítanme, apreciados lectores, hacer un repaso de Europa desde los inicios del pasado siglo XX después de observar en lo que se ha convertido esta maligna Unión Europea que nos gobierna a todos. A principios del siglo XX los mapas de Europa no se parecían a los de hoy, ya que destacaban cuatro imperios: el alemán, el austro-húngaro, el ruso y el otomano.
Como historiador, mucho me alienta hacerlo con alta responsabilidad; no solo indicando el dato, sino por contribuir a elevar el nivel de conciencia histórica en búsqueda de crear ciudadanía, y así lograr cambios y mejores valores acordes a los legados valiosos de las actividades y actitudes por los personajes que con sus glorias han hecho historia.
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