Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Artículo opinión

El destino de Iberia

Todo hombre y toda nación, conforme a sus cualidades innatas, están marcados para un destino
Ángel Ruiz Cediel
martes, 17 de enero de 2012, 11:22 h (CET)
En pocos países del mundo se puede encontrar un mestizaje tan intenso como el que históricamente se ha producido en Iberia, y pocos pueblos conquistadores se han expandido tanto y han esparcido su carga genética como el Ibérico. En este sentido, se puede considerar que el mestizaje, la consideración de iguales de los demás pueblos y razas para los ibéricos, no es una cuestión que de la que ni siquiera pueda dudarse, encontrándose en ello, quizás, la verdadera esencia de nuestro destino como pueblo aglutinador de razas y culturas, y piedra angular de la nueva etapa que, en el caso de sobrevivir a esta compulsiva y desquiciada edad de adolescencia que la humanidad que está atravesando, habremos de vivir como un único colectivo.

Los padres sabemos qué destino es más favorable para nuestros hijos sólo observándolos, comprendiendo así para qué están capacitados de una forma natural –a modo de don- y para qué no. Lo mismo sucede con las naciones, que no son sino individuos colectivos de una entidad mayor que el hombre individual, y, es en este sentido en que si hubiéramos de descollar cuál es el don que caracteriza a Iberia y a los ibéricos, ha de concluirse necesariamente que el de aunador de culturas: fuimos tartesos, iberos, celtíberos, fenicios, romanos, godos, árabes y cristianos, y en todos los casos tuvimos la capacidad natural de asumir usos, modos, costumbres e incluso credos. Un don natural, sin ninguna duda.

Es obvio que algunos pueden aducir que a la fuerza ahorcan, y que unos pueblos se fueron tragando a otros e imponiendo sus costumbres y sus leyes; y sin duda estarían en lo cierto. Pero no es menos cierto que, debido a la condición humana, el medio que ha usado la especie de para esparcir su genética y su cultura ha sido tradicionalmente la violencia de la guerra y la conquista, quizás porque era un mundo en formación. Empero, muchos han sido los pueblos que han tenido ocasión de dominio, pero pocos los que se mestizaron de la forma que lo hizo el pueblo ibérico desde los confines de Oriente a los últimos rincones de Occidente. Sus ocasiones tuvieron los británicos, los franceses, los belgas, los holandeses o incluso hoy mismo la tienen los norteamericanos, y, sin embargo, si algo ha caracterizado a estos dominios sobre el ibérico es la excepcionalidad o rareza del mestizaje, cual si estuvieran preservando sus razas de una mezcla aparentemente impura. Los ibéricos, por el contrario, lejos de considerar sus ámbitos de conquista o expansión como colonias objetos de saqueo, o aun a los pueblos conquistados como meros esclavos sin derechos, entendieron las nuevas tierras como un ámbito propio y común, y a sus pobladores como nuevos españoles, por más que haya episodios puntuales que pudieran indicar otra cosa.

A lo fanático de la Leyenda Negra española, tan difundida por los enemigos naturales de España –que curiosamente son esos mismos pueblos que tanto han velado por la pureza de su raza (que no lo es) y por considerar inferiores a los pobladores de las tierras que conquistaron-, se oponen lo tozudo de las evidencias: donde estuvieron los ibéricos han sobrevivido los naturales de forma masiva, entretanto donde dominaron otros imperios, o no hubo mestizaje, o sencillamente extinguieron a los naturales hasta no quedar de ellos hoy, en algunos países nuevos como EEUU, sólo algunas reservas donde los naturales de aquellas tierras son considerados poco menos que animales. Incluso como Estado, España –Iberia- tuvo prohombres que defendieron la libertad de los esclavos, por lo común negros, y la igualdad de derechos, mucho antes de lo que las imposturas históricas difundidas por el cine norteamericano aducen que otros -ellos- lo hicieran. Estuvimos más dispuestos a mezclarnos con los naturales de las nuevas tierras por considerarlos nuestros iguales, y por considerarlos nuestros iguales les igualamos a nuestros derechos (y aún los pusimos por encima, como con las encomiendas, por ejemplo) mucho antes de los demás Estados o la misma Iglesia se lo concedieran.

Mucho habría que heñir sobre esto, y no es el objeto de este artículo, bastándole a cada cual con asomarse a la Historia con un poco de objetividad y no bebiendo siempre de las mismas fuentes. El objeto de este artículo es argumentar el desvío que está experimentando España –Iberia- al variar su rumbo natural para sumarse a los que siempre fueron nuestra antítesis: sin dejar de ser Europa, somos, sobre todo, universales. Y aun en el caso de focalizar nuestros afectos no sería hacia Europa donde deberíamos mirar o ansiar integrarnos, sino hacia donde la Historia o el destino nos marcó el rumbo: hacia todo el mundo, acaso con una autoridad que nadie más, por Historia, tiene.

España –Iberia- no tiene nada en común con Europa más allá que muchos de sus pueblos hoy se alambican en nuestros genes, si bien como receptores. Como dadores de los genes que nos conforman, nuestro destino está lejos, integrando pueblos y culturas, expandiendo un credo de igualdad de los hombres por los cuatro costados de la Tierra. No es pues, mediante la imposición cultural o económica como los hombres llegaremos a formar un corpus único como el que la globalización pretende supuestamente, sino unificando las sangres mediante el mestizaje en una sola cultura, y en eso le sacamos a todo el mundo milenios de ventaja, convirtiéndonos acaso en el único pueblo sobre la Tierra con la autoridad moral suficiente como para ser la primera potencia de la globalización universal. Traicionar, pues, nuestro destino, es renunciar a nuestra propia naturaleza, y nadie que se traiciona a sí mismo puede saber quién o qué es, pudiendo sólo aspirar a convertirse en el servidor de otros cuyas especialidades le son ajenas y ante las cuales no es sino un mal aprendiz.

El tiempo de la expansión cultural y genética mediante la violencia o la guerra, habida cuenta del potencial destructivo de las herramientas militares actuales, no puede sostenerse por más tiempo, como no puede sostenerse de cara al futuro un sistema económico basado en la expoliación ilimitada del medio y el ninguneo de todos los pueblos por una exigua elite. Es una cuestión de sentido común. Y es el sentido común el que dicta que otros medios más vinculantes y firmes son los que deben asumir ese tránsito de una sociedad global caduca a la nueva sociedad que está por amanecer, siendo ahí donde España –Iberia-, los ibéricos, tienen marcado su destino. Los hitos históricos no son sino puntos de una recta que se proyecta hacia el destino, y por intereses espurios de la infame casta política que padecemos, nos estamos desviando de él. Ojalá recuperemos la razón y sepamos corregir a tiempo el rumbo, porque quien desatiende su destino no merece gozar de nignuno.

Puedes conocer toda la obra de Ángel Ruiz Cediel: Un autor que no escribe para todos (Sólo para los muy entendidos)

Noticias relacionadas

La subida de los precios de la vivienda sigue disparada. Un estudio de la Unión Europea (UE) ha calculado que se necesitarían -dedicando el 40% de los ingresos- de 25 a 35 años para adquirir una vivienda mediana. Respecto al alquiler, el mismo estudio calcula que, dedicando un 40% de los ingresos solo sería posible alquilar un inmueble de entre 30 y 50 metros cuadrados.

Permítanme, apreciados lectores, hacer un repaso de Europa desde los inicios del pasado siglo XX después de observar en lo que se ha convertido esta maligna Unión Europea que nos gobierna a todos. A principios del siglo XX los mapas de Europa no se parecían a los de hoy, ya que destacaban cuatro imperios: el alemán, el austro-húngaro, el ruso y el otomano.

Como historiador, mucho me alienta hacerlo con alta responsabilidad; no solo indicando el dato, sino por contribuir a elevar el nivel de conciencia histórica en búsqueda de crear ciudadanía, y así lograr cambios y mejores valores acordes a los legados valiosos de las actividades y actitudes por los personajes que con sus glorias han hecho historia.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto