El flamante ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, el que todas las madres desearían como esposo de sus hijas, aquel que todo el mundo se preguntaba qué es lo que hacía un chico como él en la derecha, resulta que lo primero que ha hecho cuando se ha sentado en el sillón de su despacho de ministro ha sido plantear el cambio de la ley del aborto y el copago en la Justicia para los recursos en segunda instancia. Está claro que las personas cambian y que los únicos que nunca cambian de opinión son los intolerantes y los imbéciles, pero este no es el caso de Gallardón, él no ha cambiado, siempre ha sido de derechas, cosa que es de respetar, cada cual está en aquel sitio donde más a gusto se encuentra. De todos modos he decir que un poquito sí que nos ha engañado, le hacíamos más abierto, más progresista, más ajustado a los nuevos tiempos, pero ha resultado que no, a la hora de la verdad la cabra, con perdón, siempre tira al monte. Gallardón se ha decantado por reformar la ley del aborto en lo que concierne a que las menores puedan abordar sin el consentimiento de los padres. Yo estoy de acuerdo en eso que se ha dicho de que una menor debe ir acompañada por sus familiares, padre o madre o parientes más cercanos, a la hora de someterse a un aborto, pero siempre salvaguardando el derecho de la menor, de la persona, a su libre decisión de abortar o no. Por lo visto Gallardón quiere quitarle el derecho a la menor a disfrutar de su juventud haciéndole pagar caro lo que en realidad viene dado por un error del que nadie está exento y nada más. Esto, hablando en términos coloquiales, es “cargarse” la juventud, el futuro, de una persona joven por mucho que se quiera decir que la madre le va a ayudar a cuidar al niño, ser madre, y padre, comporta mucha entrega y mucho sacrificio, supone sacrificar parte de su vida para criar a su hijo adecuadamente, si esto no es así se podría producir un serio contratiempo, daño, en lo que respecta a una correcta educación y por tanto a la formación del hijo en cuestión. Creo que Gallardón comete un grave error como consecuencia de seguir la pauta marcada por los obispos. Más que congraciarse con la Iglesia lo que se corresponde es quedar bien con la sociedad. Se equivoca Gallardón si considera que una mayoría de votos en unas elecciones, como ocurrió el pasado 20 de noviembre, da a entender que todos esos votantes desean que se reforme la ley del aborto. Yo tengo por muy cierto que entre esos casi once millones de personas que votaron al PP la mayoría de ellas no están en contra del aborto tal y como quedó en 2010. En cuanto al copago en Justicia, pues eso, como todo hasta la Justicia va a ser solo para que la utilicen los ricos. En fin, que nadie se sorprenda, Gallardón es el mismo de siempre. Un conservador cubierto con la capa del progresismo. Ya ves, y parecía un buen chico.
PASCUAL MOGICA COSTA
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