Miles de personas han vuelto a salir a las calles de las ciudades de toda España para luchar contra la anacrónica caza, además de para denunciar públicamente el maltrato que sufren los perros usados por los cazadores y excluidos de la ley de "protección" animal. Dichas protestas han sido convocadas un año más por NAC (no a la caza) como cada año se hace el primer domingo de febrero.
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NAC ha salido a las calles por decimoquinta vez, coincidiendo con el fin de la temporada de caza, para reivindicar los derechos de los animales. En las protestas han participado muchos santuarios y protectoras de animales que recogen los desechos de la caza y, de hecho, algunas como galgos del Sur o galgos 112 (entre muchas otras) se tienen que especializar en estos animales por la cantidad de abandonos en condiciones lamentables que sufren.
La caza es una actividad de completo sadismo contra los animales que lo que hace es desestructurar los ecosistemas, normaliza la violencia desde la infancia, secuestran los montes, ponen en peligro a las personas como hemos visto en multitud de casos y destrozan el planeta entre otras cosas por llenar los montes de plomo.
Desde la plataforma Defensa Animal hemos intervenido muchas veces en los medios a través de bióloga Rosa Más que advierte que la caza a la larga genera un problema mayor y especialmente cada dos por tres estamos aportando información sobre los jabalíes dada la desinformación diaria que hay en los medios de comunicación.
Explica la bióloga, que es miembro de la plataforma Defensa Animal, que los jabalíes son animales “sociales”, en el sentido de que van en grupo. En concreto, en grupos de hembras, con sus crías, en la que existe una que es la matriarca, es decir, la que se reproduce, inhibiendo las feromonas del resto. De esta manera se controla la reproducción en el grupo.
"Si hay caza indiscriminada y se elimina a la matriarca, lo que se va a provocar es que el resto de hembras entren en celo, lo que provocaría que la población de jabalíes creciese de forma más rápida, siendo, por tanto, contraproducente la caza y las batidas, para evitar su presencia", denuncia la experta.
“De hecho, se lleva toda la vida cazando y la población de jabalíes sigue yendo a más”, explica Más, que incide en que el problema también sienta sus bases en que se ha “restringido su hábitat”. La bióloga explica que estos animales suelen buscar más agua que comida, ya que “se alimentan de cualquier cosa”.
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Lo que hemos propuesto sobre los jabalíes es la puesta en marcha de “cultivos diana”, que rodeen las fincas y eviten que los animales se adentren, y por la creación de zonas de agua que los mantengan alejados.
En cuanto a la reducción de la población, desde Defensa Animal apostamos por soluciones como las que se llevaron a cabo en Cataluña, es decir, la esterilización en forma de vacuna que, señala Más, “fue todo un éxito”.
Otra de las cuestiones que solemos denunciar públicamente es que en muchas ocasiones son los propios cazadores los que crían animales en las granjas cinegéticas para soltarlos y a liarse a tiros con mayor facilidad al tratarse de animales prácticamente "domésticos".
En definitiva, la caza es precisamente el problema independientemente del animal y sobre las palomas también la bióloga ha realizado varias intervenciones
«Si a las palomas se las mata a tiros a unas cuantas como hacen muchos ayuntamientos, pues las que queden se reproducirán a mayor velocidad para reponer, digamos, la pérdida del grupo. Son estrategias de supervivencia que se dan en todas las especies de animales», explica la bióloga.
Más explica que cazarlas es una solución «momentánea», de corto plazo. «Parece que hay un hueco y hay muchas menos, pero con el tiempo el problema va a ser mucho más grave», advierte la bióloga. Además, señala que en muchas ciudades y pueblos ya se está utilizando el pienso anticonceptivo. «Consiste en que se ponen palomares en determinados puntos y se utiliza el pienso esterilizante», señala.
Por otro lado, la bióloga de la plataforma animalista Defensa Animal asegura que el pienso esterilizante o anticonceptivo «no presenta ningún problema ni efecto secundario, ni afecta a otros animales».
DESPROTECCIÓN DEL LOBO
Por otra parte, mediante los bulos y las ansias de matar se está quitando protección al lobo y reproduzco textualmente el comunicado emitido por personas científicas que representan al colectivo Rebeldes Indignadas:
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Urge proteger al lobo (a quien debemos el altruismo) de la especie invasora humana.
Comunicado ante la absurda petición de rebaja en la protección del lobo en distintos territorios.
El Gobierno de La Rioja ha sacado al lobo del registro autonómico de especies protegidas, confiando en que el Ministerio lo saque del LESPRE y “los ganaderos puedan gestionar”, ha dicho la consejera, lo que debe entenderse como licencia para matar.
En Diciembre de 2024, también la UE ha aprobado rebajar la protección del lobo, de modo que se podrá cazar de nuevo a esta especie en riesgo de extinción. En el Estado español, según publicación aparecida en el diario Nós Diario, PP y PSdeG demandan la exclusión del lobo de la lista de especies protegidas. Al efecto, el Parlamento de Galicia ha aprobado una Proposición No de Ley (PNL) del PP que demanda al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Democrático (MITECO) que rectifique su decisión de incluir al lobo en la Lista de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (LESRPE) y en el Catálogo de Especies Amenazadas. La iniciativa contó con el voto a favor del PSdeG, mientras que Democracia Ourensá (DO) y el BNG optaron por una vergonzosa abstención.
Desgraciadamente, no son casos aislados; la persecución al lobo se extiende por los territorios en los que se ha restringido cazarlos. Un caso sangrante es el del Principado de Asturias a través del partido "Asturias Ganadera" , cuyo portavoz, Xuan Valladares, no solo reclama la salida del lobo del LESRPE, sino que llega al despropósito de intentar recuperar la autorización del pastoreo en las zonas quemadas de los montes cuando apenas están empezando a recuperarse, lo que, evidentemente, supone un aumento de riesgo de los incendios forestales.
No es de extrañar que una organización, en este caso Asturias Ganadera, luche por sus intereses, si bien espurios y contrarios a cualquier iniciativa de respetar la naturaleza, pues de su explotación obtienen beneficios. Mucho menos comprensible resulta, en cambio, el apoyo que otros colectivos, estos sí autocalificados como ecologistas, dan a esta demencial reivindicación aun de manera indirecta publicitando declaraciones de Xuan Valladares como persona versada en materia de ecología. Es el caso de Pablo Manzano, miembro del BC3, ente que suele aparecer asociado a la defensa a ultranza de la ganadería extensiva, contra toda evidencia científica, y de Yayo Herrero, que se define como activista ecofeminista. Al validar al portavoz de un partido político como Asturias Ganadera, le están confiriendo el status de juicio autorizado sobre la gestión del territorio y de sus habitantes.
La pretensión de rebajar la protección legal del lobo solo puede calificarse como disparatada, que únicamente se explica desde la inusitada obsesión por matar a cualquier animal que suponga una contrariedad al aciago negocio de la explotación animal y la más absoluta ignorancia del funcionamiento de los ecosistemas.
El lobo es lo que se conoce como un depredador apical, lo que significa que regula todo el ecosistema. Es imposible que exista una superpoblación porque, precisamente, esta condición le confiere la capacidad de regular su propia comunidad, así como las poblaciones de herbívoros con las que convive, impidiendo que se descontrolen, no solo debido a que se alimenta de ellos, sino, sobre todo, porque su presencia causa efecto miedo, que tiene como consecuencia la movilidad de los demás animales con los que comparte espacio.
En ausencia de depredadores, las poblaciones de los animales herbívoros tiende a aumentar por encima de la capacidad de carga del ecosistema (definida como el número de individuos que el medio puede soportar sin sufrir un proceso de degradación), debido a que no regulan su propia reproducción, y a permanecer en un mismo lugar, consumiendo la vegetación, agotando los nutrientes y, en consecuencia, comprometiendo la aptitud de los suelos como sumideros de carbono, lo que supone un grave impacto en el cambio climático. Paradójicamente, estas mismas condiciones conducen al colapso de las poblaciones de herbívoros. Es decir, eliminar a los lobos no beneficia a nadie, ni siquiera a quienes justifican su exterminio por intereses económicos.
El efecto miedo forma parte de la llamada ecología del miedo: la presencia de lobos induce cambios en el comportamiento de las demás especies. El principal efecto es el movimiento de las manadas de animales herbívoros, movilidad que evita la degradación del entorno, induce la dispersión de semillas y facilita la expansión del bosque.
Los animales presa pasan más tiempo en estado de alerta, dedicando menos tiempo a la alimentación y a la reproducción, con lo que sus poblaciones tienden a equilibrarse. Además, evitan las zonas por donde campean los lobos, de manera que estas áreas conservan su vegetación intacta; esto es particularmente importante para que se pueda desarrollar una correcta sucesión ecológica, protegiendo los árboles jóvenes, constituyendo reductos de reservas de flora y también conservando la integridad del suelo. El pisoteo de un gran número de individuos compacta la tierra, multiplicando la escorrentía y dificultando la infiltración de aguas pluviales y la recarga de los acuíferos, potenciando el efecto destructivo de las inundaciones provocadas por lluvias torrenciales.
En el caso concreto del lobo, estamos ante una especie que ha sido objeto de todo tipo de leyendas desfavorables cuyo fin ha sido el de denostar a este animal como una suerte de asesino sanguinario, característica, por cierto, solo asimilable al ser humano, pues en ninguna otra especie se ha documentado el ensañamiento consciente. Uno de los mitos más conocidos es el del macho alfa, referido al macho de mayor rango en un grupo de animales sociales. El término fue creado por Rudolf Schenkel, y popularizado por David Mech, ambos pioneros en el estudio de la ecología y el comportamiento de los lobos. En su libro: “El lobo: Ecología y comportamiento de una especie amenazada”, Mech describe la estricta jerarquía que se organiza en una manada de lobos; sin embargo, sus estudios se habían llevado a cabo con lobos en cautividad.
Intentado corroborar los resultados obtenidos estudiando manadas en libertad, hizo un descubrimiento tan sorprendente como inesperado: en realidad, las manadas de lobos son grupos familiares donde “la «pareja alfa» no deja de ser otra cosa que la pareja reproductora, Según palabras del propio Mech, «las manadas de lobos en estado silvestre son normalmente unidades familiares, en la que la pareja reproductora dirige las actividades del grupo y comparte el liderazgo mediante la división de tareas«. Entre las tareas que realizan las hembras de lobo destacan, por ejemplo, la defensa frente a intrusos o la obtención de alimento una vez sus crías ya comienzan a ser independientes”.
El mito del macho alfa ha sido utilizado para asimilar al lobo a la agresividad y a la violencia y así justificar su persecución y muerte, pero la realidad nos enseña que el lobo es un animal que conforma grupos de elevada complejidad social, en los que prevalecen la empatía, el altruismo, el apoyo mutuo y los cuidados entre los individuos que forman parte de las familias, término quizá más adecuado que el de manada.
Teniendo en cuenta los beneficios conocidos y demostrados de la presencia de lobos en nuestros montes ¿Cuáles son las razones del odio que algunos sectores manifiestan de manera obsesiva contra este animal? Como es tristemente habitual, los motivos debemos buscarlos en el beneficio económico a costa de arrasar la naturaleza.
La caza, con todo lo que conlleva sembrar los ecosistemas de muerte y de plomo, obtiene ganancias directas de matarlos, y la ganadería, particularmente la extensiva, ocupa grandes extensiones de terreno donde solo pueden pastorear los animales domesticados cuyo destino es el matadero. En las zonas ocupadas por la ganadería extensiva, uno de los principales responsables del cambio climático, no pueden vivir otros animales como ciervos, corzos o jabalíes y mucho menos, lobos u osos.
La misma Unión Europea, cediendo a las exigencias de los grupos de presión formados por cazadores y ganaderos, ha rebajado la protección al lobo. Como consecuencia, el Comité del Convenio de Berna ha adoptado una propuesta de la UE para modificar el estatuto de protección del lobo (Canis lupus) de “especie de fauna estrictamente protegida” (Apéndice II) a “especie de fauna protegida” (Apéndice III). La decisión final será publicada el viernes, 6 de diciembre.
En principio, este cambio no afecta al lobo ibérico, pero puede marcar una tendencia muy preocupante en cuanto a que las imposiciones de determinadas prácticas comerciales prevalezcan sobre la ciencia y sobre la empatía hacia las demás especies animales, cuyos espacios estamos destruyendo a un ritmo vertiginoso.
Hasta tal punto es así, que la masa de mamíferos terrestres salvajes se ha reducido a un mísero 4%, mientras que los seres humanos y los animales domesticados que se destinan al menú humano representan un abrumador 96%. Estamos acabando con la vida en el planeta para mantener negocios que suponen un perjuicio para todos los animales, los humanos y los no humanos.
El etólogo y ecólogo Pierre Jouventin desarrolla en L’homme, Cet Animal Raté (2020, que podemos traducir como “El humano, ese animal fallido”) la interesante teoría de que el fundamento de nuestro fracaso evolutivo tiene sus raíces, no solo en que somos el único simio que se hizo cazador, cazador grupal o social de megafauna en concreto, sino en que tuvimos que aprender habilidades sociales que otros mamíferos cazadores grupales desarrollan por instinto, siendo estos muy pocos, un 2%: lobos, leones, y pocos más. Esto dio lugar a una convergencia eco-etológica con el lobo y los pocos mamíferos sociales que cazan en grupo (idea ya antes esbozada por Adriaan Kortlandt y Georges Schaller) una similitud psicológica parcial, porque conservamos igualmente el instinto más egoísta del simio. El altruismo del lobo es instintivo, no así el del homínido cazador, donde en el humano entra en contradicción con el egoísmo del herbívoro solitario, lo aprende contra su instinto.
Domesticamos al lobo aprendiendo su altruismo al competir con él, hace ya quizás 30.000 años. Esta proximidad psicológica y de convergencia eco-etológica nos haría aun más próximos al lobo y al perro que a los simios. Este sería el iceberg profundo y no reconocido de nuestra evolución, que no es solo por homología genética sino por analogía y convergencia eco-etológica, como en todos los animales que, sin ser descendientes de un mismo filum, desarrollan características similares por el medio en el que evolucionan o por los comportamientos que desarrollan.
Esta coevolución con el lobo, que ha resultado en el perro desde hace 30.000 años, seria de importancia fundamental en nuestra evolución. Tal vez hemos devenido lobo tanto o más que el perro se ha humanizado. El altruismo del perro sería, no tanto un rasgo original humano trasladado al lobo domesticado, sino, al revés herencia del altruismo instintivo del lobo en la manada, a diferencia de gatos o simios que no siguen reglas altruistas, y no sería fruto de la domesticación humana, sería así más bien el lobo o el perro quien domesticó al humano, quien lo hizo humano. Esto es especialmente así si nos atenemos al sentido original de humanitas como una virtud asociada al altruismo.
Al lobo le debemos, pues, lo mejor que hay en lo humano: el altruismo y que, lejos de ser distintivo humano, es ubicuo en la naturaleza y heredado, si acaso, de los lobos. La especie invasora somos, si acaso, nosotras. El afán por asesinar lobos y el modo en que se lo ha convertido en un “enemigo del hombre” es un ejemplo preclaro del supremacismo humano, que opera creando falsas y violentas separaciones, sobre todo de aquello a lo que deberíamos ser más cercanos.
El altruismo, sociabilidad e inteligencia del lobo, y su forma de vivir, deberían ser más bien fuente del más absoluto respeto e inspiración a la hora de desmontar las culturas de la explotación que nos llevan al abismo. Resilvestrarnos, y a los lobos que hemos domesticado convirtiéndolos en perros dependientes de nosotras, es una de las tareas que, estando en las antípodas de todo cuanto acontece, se tendrá que hacer, a la fuerza, en el colapso que viene.
Proteger al lobo, a los demás animales en general, dejando de explotarlos, implicaría devolver el equilibrio perdido a la naturaleza, liberando el suelo, creando espacios de convivencia y erradicando aquellas actividades que contribuyen a agravar la crisis ecológica que hemos provocado y cuyos devastadores efectos se acrecientan día a día.
NORMALIZACIÓN DE LA VIOLENCIA
Los cazadores también suelen aprovecharse de la infancia para inculcarle la violencia y el sadismo desde que son pequeños para que crezcan y lo vean como algo normal y es por eso que normalizamos titulares como "Una joven de 18 años abate tres jabalíes durante una cacería en Amieva" y ese titular es de hace solamente unos días.
"Llevo cazando dos años, pero antes de tener el permiso iba con mi padre y a raíz de eso me saqué la licencia", señala Andrea Crespo Fernández, de 18 años.
¿Cuántos niños y adultos han muerto en lo que ellos llaman "accidentes" de caza?
Los cazadores destrozan la empatía de la infancia, normalizando la violencia y vulnerando sus derechos.
Está claro que la familia no se elige, pues en mi propia familia tengo un cazador que ha estado llevando a dos niños y una niña a liarse balazos por ahí con todo lo que se mueva y me ha bloqueado en todas las redes sociales porque no soporta la idea de que yo defienda a los animales, impidiéndome también el contacto con niños de mi familia por no ser yo aficionado a la violencia.
No me cansaré de repetir que la ley Orgánica 8/2021, de 4 de junio, de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia, recoge en su preámbulo que la protección de las personas menores de edad es una obligación prioritaria de los poderes públicos, reconocida en el artículo 39 de la Constitución Española y en diversos tratados internacionales.
Me pregunto para qué tener hijos si, además de no educarles para que el día de mañana sean buenas personas, les vas a dejar sin futuro por tus criminales actividades como, entre muchas otras, la caza o la industria de explotación animal, siendo esta una de las mayores causas de la crisis climática. En algunas páginas de cazadores han pedido en diferentes ocasiones que no se vea la película de Bambi, pues claro, no les interesa que se dé a conocer la violenta realidad de la caza.
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Educar a la infancia en el respeto a todas las especies de animales mediante el antiespecismo es lo mínimo que podemos hacer para construir una sociedad mejor y más empática.
POR EL FIN DE LA CAZA
La caza es una criminal, sádica y obsoleta actividad que las administraciones siguen permitiendo, además de las claras imágenes de perros ahorcados, abandonados y tirados por barrancos que se han incrementado con la exclusión de los perros en la ley de supuesta protección animal.
Esta "actividad" perjudica gravemente a los derechos y seguridad de la infancia, además de que se ha cobrado muchas vidas por supuestos accidentes en los montes que tienen secuestrados.
¿Sabes cuanto contamina la caza en una situación de gravísima crisis climática que atravesamos? Con el fin de la temporada de caza (suele ser en Febrero), llega el mes más duro para los galgos y podencos, ya que muchos son abandonados y desechados sin piedad.
En España se abandonan entre 50.000 y 80.000 galgos al año, pero este es sólo un cálculo aproximado, ya que muchos de estos galgos no tienen microchip. Los galgueros aprovechan cada celo que tienen las perras para obligarlas a reproducirse, y que cada una puede tener camadas de entre 10 y 12 cachorros. Así que la cantidad de galgos que nacen y se desechan en España cada año, se multiplica.
Desde el colectivo Rebeldes Indignadas están ultimando un informe contra la caza, que además en muchos casos es un negocio muy rentable por la cantidad de dinero que puede llegar a dar un trofeo. Por su parte, los cazadores tienen sus satélites mediáticos especializados en bulos como Jara y sedal, que un año mandó a un personaje para hacerse pasar por periodista, hacernos preguntas para cortarlas a su interés personal y publicar basura.
Desde luego, todo lo que pueda decir de esta obsoleta "actividad" es poco...
Por todo ello, miles de personas salieron el domingo en diferentes ciudades de todo el país a la calle, organizadas por la Plataforma No a la Caza (NAC), para exigir a quienes nos gobiernan que estén a la altura de una sociedad evolucionada, que actúen con responsabilidad, y no permitan esta actividad anacrónica.
La caza es una actividad cruel y violenta que acaba con la vida de millones de animales, maltrata a cientos de miles de perros, destroza el medio ambiente, da un mensaje muy peligroso desde la infancia y nos pone a tod@s en peligro.
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