Hay antiguos valores que nuestra sociedad ha dado la vuelta y los ha convertido en contravalores. Y viceversa. Antes los homosexuales eran despreciados por serlo, hoy las empresas se los rifan para sus anuncios en la tele o los gobiernos los colocan en cargos intermedios para dar una imagen de progreso y modernidad. Que un homosexual se reconozca públicamente como tal es percibido como un acto de heroicidad digno de aplauso y reconocimiento.
La mayoría de la población fue católica no hace tantos años en España, la presión social, la costumbre o las tradiciones casi obligaban a ello. No, la guardia civil no iba a buscarte a casa para llevarte a misa mayor pero quizá hubiera vecinas que murmuraban. Hoy proclamar el ateísmo o la simple falta de sentimientos religiosos se hace con desenfado y naturalidad: es moderno, se lleva y está bien visto por la sociedad. Ser católico, ir a misa, no digamos ya ir a misa un día de diario o comulgar, puede ser un “delito” social que debe ser ocultado en determinados ámbitos; es algo trasnochado, pasado de moda y el “culpable” es fácilmente fácilmente criticado como rata de sacristía, carca y meapilas. O tempora, o mores.
Ser cortés y educado o aparecer en público aceptablemente aseado era obligatorio no hace demasiado tiempo. Ahora lo moderno es vestir vaqueros raídos o rotos, llevar barba de tres días, decir palabrotas con desenfado y ligereza y enseñar las bragas o el sujetador sin motivo: Porque quiero, me da la gana y bueno soy yo como me censuréis.
También ser de derechas es algo obligatorio en España hasta hace años. Sí, ahí sí que iba la guardia civil si te descuidabas. La gente de izquierdas era mal vista, gente de desorden, alborotadora, permanentemente cabreada, con halitosis y con cara de vinagre. Pero hoy… ah, hoy… Hoy lo moderno es ser progre, hablar de “este país” en vez de “España” (reconozco que es una moda en retroceso), mencionar a “la clase obrera”, criticar la rapiña y osadía de Israel, criticar a los putos curas con frecuencia y sin precisar un motivo próximo. Hoy ser de derechas está prohibido si quieres ser bien visto.
Nena Daconte y Russian Red se han proclamado de derechas, directa o indirectamente. No tengo el gusto de haber oído ni una sola de sus canciones, ni espero hacerlo en los próximos cien años, mea culpa, pero les deseo el máximo éxito aunque sólo sea porque las fuerzas del Progreso, las fuerzas del Bien, la España Tolerante, las rompedoras juventudes más democráticas les condenan al boicot por ser de derechas. De lo de Russian Red escribí hace tiempo, hoy salta a la actualidad Nena Daconte porque ha desatado la ira de los proabortistas en las redes sociales, después de conocerse que actuará el próximo 24 de marzo en el acto coordinado por la Plataforma Sí a la Vida, en el Día Internacional de la Vida.
Algo vamos ganando, sólo hace un poco de tiempo a nadie se le habría ocurrido tener la osadía de estas dos jóvenes, modernas y pecadoras que han salido del armario contra la deriva social actual. Remar contra corriente nunca es fácil, claro. Hoy, España es un país pendular, lo moderno, lo guay, lo socialmente aceptado para alcanzar el éxito, es ser de izquierdas y si eres del clan de la Zeja (¿Qué va a ser de ellos ahora?) serás fácilmente encumbrado y parte de la jumentud actual beberá los vientos por ti.
PD Con frecuencia me pregunto por qué siempre me ha gustado llevar la contra a la norma social. La única respuesta que encuentro es la consabida “Si la norma la imponen unos que yo me sé, prefiero ser raro, muy raro”
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