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Antes de comenzar hay que hacer una aclaración: la terminología utilizada puede parecer imprecisa, incluso errónea. ¿Por qué? Simplemente porque las cosas son así, imprecisas: no tenemos la culpa de que los nombres de los partidos no se correspondan con sus actuaciones ni los nombres de las actuaciones con sus contenidos. Y no estamos hablando de estrategias, que pueden ser objetivos remotos, sino de tácticas a corto y medio plazo.
Verdad es que ideología suena a palabra maldita y fea y que verdad, exenta de carga ideológica, pasa por sentido común y certeza absoluta. En el Evangelio de san Juan se hace decir a Jesús de Nazaret que “yo soy el camino, y la verdad, y la vida.” La frase, literal o recortada, luce en numerosos frontispicios de iglesias cristianas.
Habíamos comenzado diciendo que el centro político no existe, que su identidad depende de la posición que adopte en cada momento la izquierda y la derecha. Pero, ¿acaso a su izquierda y derecha las cosas son distintas? La expresión centro político sustituyó a la de modernidad, palabra muy socorrida en los comienzos de la transición. Ya éramos, por fin, la sombra de los otros. Mientras tanto perdíamos el Sáhara occidental, la industria y las creencias.
Mientras la ultraderecha amenazaba con ganar las parlamentarias francesas y la centroderecha del presidente Macron adelantó esos comicios para vencerlos, el triunfador final ha terminado siendo la izquierda, la cual no se esperaba tan buen resultado.
Hay dos hechos que preocupan en la UE: la corrupción política y la invasión carca. La primera en España pace y crece junto a Sánchez. En familia, conmilitones y asociados; en el gobierno o cerca. La segunda, la invasión carca, se esconde en el juego político que usa nombres y calificativos y que debe ajustarse añadiendo al adjetivo carca el matiz izquierda que lo define.
El inapelable triunfo del Rassemblement National (RN) de Marine Le Pen (33,20%) en la primera vuelta de las elecciones legislativas francesas, sumado al segundo lugar obtenido por la coalición de la izquierda y la extrema izquierda (28,27%), confirma la máxima polarización en la que está sumido el hexágono. Francia, el máximo exponente de la cultura y la intelectualidad, vive atrapada en una perversa dinámica de extremos.
Nada más terminar la Segunda Guerra Mundial, Gran Bretaña principalmente, y EEUU, pergeñaron la “Operación Impensable”. Tropas americanas, inglesas, polacas y los restos de las alemanas (100.000 tropas), se dirigirían sobre la Unión Soviética. El cálculo frio de los militares llevó a la conclusión de que más bien era una operación imposible, dadas la profundidad estratégica del país y las dimensiones de su ejército levantado en armas.
Hace tiempo, escuchando a un joven sacerdote en su homilía dominical, se me quedó grabada una frase que intercalaba en su alocución de forma muy repetitiva. “Pero... todo esto es muy difícil. tenemos que rogar para que se nos dé el don de la fe”.
Parece como si la sinarquía económica dominante empezara a replantearse su estrategia política. Hasta ahora, para animar su producto estrella, los artífices de la globalización otorgaban sus favores a los que se dice que ocupan un lado del espectro político, conocido como la izquierda, dada su generosidad y desprendimiento, pero, a la vista de los acontecimientos, pretende cambiar de tercio y sacar a la escena gobernante a los del otro lado.
Es la suerte de millones de necrófilos (los atraídos por la muerte y todo lo que rodea a la muerte), que siguen votando a quien les ha instalado en esa cultura a lo largo de 5 años en los que el sanchismo frankenstein ha cultivado, promocionado, difundido y facilitado la cultura de la muerte en España a gran escala.
Tenemos en la actualidad una situación política que resulta a todas vista como poco inverosímil. La llamada centro derecha, derecha o ultraderecha, no se ponen de acuerdo para poder gobernar de modo más racional de lo que hasta ahora se ha hecho. Es el resultado que han dado las urnas en las últimas elecciones, pese a todo el oscurantismo habido en los votos por correo. Sin embargo parece que los que ganaron fueron los otros, la izquierda o ultraizquierda.
La postura del Partido Popular frente a la del partido Vox, está guiada, según la opinión de mucha gente, en el “miedo” por el predicamento violento de la izquierda. Las ideas, en política, deben ser firmes y objetivas. La práctica política, debería ser igual pero por desgracia hay Partidos de índole nacional que, con tal de gobernar, no son firmes ni objetivos en la defensa de la normativa para una convivencia en comunidad: la Constitución.
No es mi propósito ahondar en los líderes y formaciones políticas de la izquierda más radical y revolucionaria que sufrimos desde la II República, pero que acaba de ser respaldada por más de once millones de españoles, dato en modo alguno baladí. Me preocupa mucho más la otra media España que se ha mostrado incapaz de articular un modelo político y social alternativo, capaz de superar a quienes, desde hace cinco años, se han propuesto desmantelarla social y culturalmente.
El próximo domingo 23 tenemos una cita con las urnas, unos acudirán, otros, en un puro ejercicio de pasotismo preferirán la playa o la montaña en lugar de ejercer un deber ciudadano, y también habrá quienes, después de meditar y estudiar las propuestas de los distintos partidos políticos, preferirán la abstención pensando que con esta personal opción están castigando a aquellos partidos que no han cumplido con sus promesas electorales.
Uno no puede dejar de admirarse de lo acertadas que resultan las famosas leyes de Murphy. Es cierto que, en política, se da con poca frecuencia aquella frase de que “el tiempo cura todas las heridas”, y es el escritor Richard Robinson quien, en su libro “La Ley de Murphy tiene explicación”, nos habla de un psiquiatra del instituto Max Planck que identificó una molécula de estructura muy parecida al cannabis, como sustancia que nos ayuda a olvidar los traumas del pasado.
Izquierda y Derecha, son en la disputa política por el poder, pero también por disputarse la prevalencia en la historia, etiquetas centrales; pero aun así no determinantes en cuanto acción, que se utilizan en el arco político para diferenciar la ideología que las sustentan.
Me siento muy halagado de que un comentario mío haya despertado el interés, la rabia, la inspiración poética, el reconcomio y la necesidad de salvar su ego de este señor antisistema al que le mostré mi disconformidad con su discurso panfletario.
El empeño del actual gobierno socialista -aún después de haber convocado elecciones para el 28 de Abril - de seguir legislando hurtando, al Congreso, su función legislativa mediante la cual se analizan las leyes, se depuran, se consensuan y se votan, por los congresistas, antes de que puedan salir a la luz y ser publicadas en el BOE.
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