Mientras la ultraderecha amenazaba con ganar las parlamentarias francesas y la centroderecha del presidente Macron adelantó esos comicios para vencerlos, el triunfador final ha terminado siendo la izquierda, la cual no se esperaba tan buen resultado.
Francia ha entrado a una gran inestabilidad política donde muchas cosas impredecibles pueden pasar. En menos de un mes, la única potencia nuclear de la Unión Europea ha tenido 3 elecciones nacionales.
El 9 de junio se dieron los comicios al Parlamento Europeo, en los cuales la ultraderechista Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen tuvo su mayor victoria de todos los tiempos. Obtuvo el primer puesto con 31.5% de los votos humillando a la coalición oficialista del centro-derechista presidente Emmanuel Macron quien quedó segunda con 15.56% (la mitad de los votos de la xenofobia lepenista). Al conocer su revés, esa misma noche Macron convocó a elecciones legislativas adelantadas.
Parecía increíble que un gobierno humillado en las urnas llame a comicios anticipados para dentro de 3 domingos. La razón por la cual Macron dio tal paso fue para querer parar en seco a cualquier triunfalismo de los herederos de la republiqueta que Adolfo Hitler creo en el sur de Francia cuando ocupó este en 1940-45.
Su maniobra se inspiraba en el balotaje presidencial del 2002, en el cual el desacreditado presidente derechista Jacques Chirac fue reelecto con 82.21% al polarizar al país entre la democracia y Jean-Marie Le Pen, padre de Marina, quien apenas obtuvo 17.79%. Por eso, Macron llamó a reconstituir un "bloque republicano" antifascista.
En la primera vuelta de las parlamentarias del domingo 30 de junio, el lepenismo volvió a lograr el primer lugar. Esta vez lo hizo con 10,647,914 votos (33.21%). En términos de sufragios ello es inferior a los 13,288,686 que Le Pen obtuvo en el último balotaje presidencial (hace un bienio, en 2022). En todas las 5 presidenciales que ha tenido Francia en este milenio, el triunfador ha obtenido entre más de 18 millones a más de 25 millones de votos. Además, en estos comicios se aliaron a Le Pen otras fuerzas que en las euro-elecciones sumaron más del 6%, lo que implica un retroceso porcentual.
Empero, dadas las victorias del lepenismo en estos 2 comicios (los europeos del 7 de junio y la primera vuelta parlamentaria del 30 de junio), este partido anunciaba que estaba a punto de ganar una mayoría absoluta en la Asamblea Legislativa de Francia, con lo cual podría obligar a Macron a que nominase como a su primer ministro a su militante Jordan Bardella (una cara joven de 28 años para el neo-fascismo galo).
No obstante, el lepenismo, si bien sacó un tercio de los votos, al final quedó tercero en el nuevo parlamento francés. De los 577 miembros de este, Le Pen y aliados sacaron 142 legisladores. Primero quedó el "Nuevo Frente Popular" (NFP), una alianza de partidos socialistas, comunistas y ecologistas que se había creado una semana antes, la cual obtuvo 180 bancas. Luego quedó "Juntos" (oficialismo centro-derechista) con 159 curules. En cuarto puesto están "Los Republicanos" (derecha no ultra) con 39 escaños. El resto se ha repartido entre menores fuerzas regionales, derechistas, centristas e izquierdistas.
Lo que hizo que el lepenismo sacase poco menos de la cuarta parte de la asamblea francesa, fue el sistema de dos rondas con el cual las derechas moderadas y las izquierdas hicieron un pacto para apoyarse mutuamente para evitar que la ultraderecha gane en todas las circunscripciones posibles. Los que han sacado mayor provecho de ello son el NFP, pero también el macronismo, cuyo segundo puesto en el parlamento, no refleja su tercer lugar en las urnas.
Los dos partidos que han perdido bancas son la derecha "centrista" ligada a Macron y la "tradicional" o republicana, de la cual se salieron algunos dirigentes para preferir aliarse con Le Pen antes que llamar a votar por izquierdistas en contra de ella.
"La Francia Insumisa", el partido de izquierda radical de Jean-Luc Mélenchon, quien había quedado cuarto en las euro-elecciones del 6 de junio (con 9.89% de los votos, detrás del 13.83% de su hoy aliado Partido Socialista), un mes después ha quedado como la primera fuerza de la primera bancada del nuevo parlamento galo. Mélenchon, incluso, se ha propuesto, como la persona más indicada para ocupar el nuevo premierato de Francia. Sostiene que, de hacerlo, ha de reconocer a palestina como Estado y hacer una serie de mejoras salariales y reformas sociales.
Es improbable que Mélenchon sea ungido a tal puesto, pues si Macron da tal paso hasta la derecha moderada pudiese desestabilizarle y jalarle sus mechas. El NPF es demasiado heterogéneo, pese a ser la primera mayoría de esta Asamblea Nacional allí no llega ni al tercio de sus miembros, mientras que en las urnas quedó después del lepenismo. Los partidos socialistas y ecologistas son más moderados que Mélenchon y podrían estar dispuestos a hacer más transacciones con Macron.
El actual presidente no ve sentido en renunciar a su cargo, al cual llegó hace apenas 2 años. El problema es el actual parlamento tan atomizado, el mismo que no podrá ser renovado hasta, por lo menos, 12 meses después.
La solución debiera pasar por un nuevo premier (el actual, Gabriel Attal, el más joven y el primer gay en ocupar tal puesto, ha renunciado). Macron ha dicho que, por el momento, no va a aceptar dicha dimisión. El presidente pudiese nominar a uno nuevo primer ministro cuyo gabinete debiera resultar en uno de carácter "técnico" no-partidario, basado en su actual minoría parlamentaria o en una alianza que vaya desde los "moderados" de derecha hacia los de izquierda. Es probable que el actual nuevo gobierno sea solo uno de carácter transitorio, pues, a partir de julio 2025, Macron pudiese convocar a nuevas elecciones legislativas buscando lograr una mayoría absoluta que le permita hacer un gobierno estable.
Mientras tanto, Marine Le Pen afirma que su victoria solamente se ha postergado y las izquierdas aún no tienen el suficiente apoyo popular para volver a tener mayoría absoluta parlamentaria o ganar la presidencia. La inestabilidad francesa va a afectar a todo el continente. Para el grueso de gobiernos y parlamentos de Occidente, la derrota del lepenismo (que se ha dado en términos mayores que la pronosticada en todas las encuestas) es vista como un alivio. La parálisis francesa va a poder generar nuevos movimientos sociales, algo tan típico de una república que ha experimentado tantas revoluciones y protestas masivas.
La estrafalaria y aspaventosa María Jesús Montero (¿tendrá el baile de San Vito?) ¡cambia de opinión cada vez que cambia de sillón! Les recuerdo, por si algunos no lo sabían - o ya han olvidado- que esta “genio” de las finanzas, cuando era consejera de Hacienda de la Junta de Andalucía, exigía al gobierno de Mariano Rajoy con más fogosidad que educación, lo mismo que ahora se niega a conceder a la Junta de Andalucía de Juan Manuel Moreno Bonilla.
Hoy, vamos a abordar la grave situación de la salud del papa Francisco, hospitalizado inicialmente por una infección respiratoria, que se ha ido complicando, por lo que -a la hora de escribir esta columna- sigue siendo crítica e incierta. Desde esta modesta columna le deseamos la más pronta y total recuperación. Y nos unimos a los mensajes de apoyo y simpatía que el pontífice Francisco está recibiendo de numerosos líderes y organizaciones progresistas y revolucionarias de todo el mundo.
Los que engrosan las colas del paro, indirectamente han generado una crisis de tal dimensión que han acojonado a los que tienen un arsenal de armas como para destruir el mundo mientras se toman el té de la tarde, a los que tienen una hegemonía económica y militar para abrir o cerrar mercados donde quieran y tienen un contable de máxima fiabilidad para llevar sus cuentas: el Fondo Monetario Internacional.