Hay dos hechos que preocupan en la UE: la corrupción política y la invasión carca. La primera en España pace y crece junto a Sánchez. En familia, conmilitones y asociados; en el gobierno o cerca. La segunda, la invasión carca, se esconde en el juego político que usa nombres y calificativos y que debe ajustarse añadiendo al adjetivo carca el matiz izquierda que lo define. Precisemos. Carca, diccionario rae: Coloquialmente despectivo, de ideas políticas y sociales o actitudes retrógradas. Dicho de una persona: partidaria de instituciones propias de tiempos pasados, o contraria a innovaciones o cambios. Desde hace tiempo, mucho o poco, o desde ayer.
Lo carca puede ser de derecha o izquierda. Y asusta. Aunque no igual. Ahora, el susto se nota en el espectro político ajeno a la derecha. También hay una carcundia siniestra, puede que más peligrosa, que no pasa desapercibida aunque busque la sordina. De momento, azuzado por grupos políticos en retroceso (carcas inconfesos en la izquierda y próximos), amilanados, estamos ante el volteo de campanas que alarman de la irrupción de un enemigo, que se busca común: la derecha.
El ejemplo más notorio, está en el pais vecino. Francia en elecciones ha girado a la derecha. Macrón se equivocó al echar un órdago al electorado francés y el entente cordial y lo que representa se está yendo al garete. Ya se aventuraba. Aquí, mientras los franceses votaban, un militar español de alta graduación, resumía: A Italia le va bien con Meloni. El socialismo europeo está en ruina. Alemania y otros busca salida. Inglaterra quiere desandar el Brexit con beneficio. OTAN, USA, China, India, Rusia, países emergentes y la UE en medio de una situación geopolítica mundial nueva. Guerra en Ucrania y Gaza. Estabilidad en riesgo por la capacidad de destrucción nuclear. Y financiación para lo que se quiera o salga.
Es lo que hay, cuando la Hungría de Orban preside la UE. Frente a ello, las democracias occidentales, si lo siguen siendo y se atreven, han de ver qué hacer. De momento, invasión vaginal pacífica, expansión sin orden u ordenada de países pobres, y migrantes a los que hay que ayudar y repartir. Sin tiempo ni concreciones para ver quién paga, exige y manda. Pendientes de Trump y Biden. Expectantes.
En la UE, como en parte del mundo surge, además, una conciencia casi miedo, no universal ni demócrata en sentido estricto, a confrontar ideas con lo que aparece en las preferencias del electorado actual. Tildado de populismo de extrema derecha, aunque no lo sea, demuestra la quiebra de las ideologías sociocomunistas viejas para encarar el futuro sin quebranto. Sin ideas, el éxito se busca en pactos, alianzas y cordones sanitarios. De todo lo que se meneé o esté quieto para evitar el auge de lo que decide la sociedad moderna y gana en urnas. No es teatro. Es peor, faltan enfoques y perspectivas.
Con esto, la carcundia de izquierda y lo que asuma pone en peligro una forma de entender la sociedad demócrata que ha servido durante décadas. Como fruto, o lacra, democracia excluyente, intervenida y tutelada, dictadura y tiranía en cualquiera de sus formas. Un maremagno confuso de personas y cosas expuesto a lo que decidan las clases mandonas, si el electorado lo deja o impide. No es cuestión menor. En Francia, conflicto social de historia, cultura, hábitos y generaciones. Con o sin arraigo de migrantes africanos en segunda, tercera o cuarta generación, ya se avisa del peor peligro nacional: Guerra Civil.
Mientras, en España, a la sociedad se la distrae, adrede, con cuitas y noticias que, como bulos o verídicos, sirven. Intereses privados de políticos y politicastros, familiares, amigos y amigotes. En primera línea, corrupción sin recato ni vergüenza. La unidad nacional y los Poderes del Estado en solfa. Montesquieu, de espaldas. Sin luz, candeleros y candelabros. Sucedáneos de pábilos que alumbran poco y queman barato. Cambio de leyes a medida. Ocupación del poder a todo riesgo y por días.
Vista al Palacio de La Moncloa, Bruselas y más allá. Incapacidad de gestores políticos que pueden sustituirse. Egoísmos no patrióticos a corregir por la justicia. Aprietos y problemas. Posibilidad optimista, a pesar de todo y por todo, difícil. No al conflicto civil en qué puede acabar la corrupción política y la invasión carca (sean como sean y lleguen donde lleguen). El sistema debe y puede corregir. Porque es posible, mejor un futuro para Europa en el Guindo o en el alero.
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