Hace tiempo decía Hermann Tertsch que un columnista de opinión comienza a ser libre desde el momento en que le empieza a importar un pimiento que le llamen fascista. Coincido en la opinión y constato que soy libre desde hace muchísimos años. Quizá por ello me afilié a VOX el año pasado, aun a sabiendas de que teníamos las de perder en los diversos encuentros electorales celebrados el año pasado.
No saben esas ingentes masas de reprimidos de derechas lo que se pierden no optando por la libertad a cambio de votar con las narices tapadas o quedándose en su casa mientras a las urnas acuden los paniaguados del PP o los acomplejados del PSOE, verdaderos sibaritas de esa derecha que critican, que no es la derecha real, mientras en las siglas llevan el apellido de "popular" o de "obrero" para posturear y quedar bien con los analfabetos que les secundan.
En VOX siempre hemos sostenido que somos de derechas por la sencilla razón de que defendemos los valores de la derecha, esto es, la libertad en general, la libertad de empresa, de educación, de asociación, de religión, el derecho a la vida, la preponderancia de la persona sobre el grupo, la economía de mercado, la supresión de las comunidades autónomas y de las diputaciones, la supresión de muchos municipios insostenibles hoy día, la bajada drástica de impuestos, el adelgazamiento del Estado, la eliminación de la agobiante burocratización de la Administración, el enriquecimiento del pueblo, esto es, de las personas que lo componen, etc.
En VOX no mentimos como ha hecho el PP, que prometió una política y ha hecho la contraria. Resulta incomprensible cómo todavía hay gente más o menos sensata que apela al voto útil al PP, cuando la política llevada por este y la corrupción generalizada que padece disuadirían de votarle a cualquiera con un mínimo de sentido común.
Hace poco me llegó una frase redonda de Chesterton que decía así: "Muchos católicos votarían a Barrabás porque Jesucristo no tiene opciones de ganar las elecciones. Y ahora, que empiece la campaña electoral".
Ni VOX es un partido confesional ni votar al PP tiene que entenderse necesariamente como una ofensa a Dios, pero aunque teóricamente caben católicos dentro del PP e incluso dentro del PSOE, me parece que los valores que un católico viene a defender, sobre todo el de la libertad y la defensa de la vida, se ubican más bien en la derecha, en donde prima más la persona que el grupo. A mí me parecería lógico que cada cual votara según sus convicciones y no según unos supuestos pactos posteriores que además no está en su mano gestionar, mientras hace dejación de sus principios en aras de un voto útil que no es sino una gran mentira.
Por eso, no entiendo el complejo de muchos, católicos o no, a manifestarse abiertamente de derechas, cuando sus ideales se mueven por la derecha, , teniendo en cuenta que esto es, además, la mejor manera de dialogar con la izquierda, por cuanto la primera premisa de cualquier diálogo es que cada cual se manifieste sinceramente como es, y no como el PP, que se autocalifica de "centro", lo cual es una manera de que no se sepa lo que son realmente y de que te la metan doblada cuando menos te lo esperas.
Me hizo ver hace poco un amigo historiador, que ha estudiado a fondo la Alemania nazi, que Hitler nunca mintió. Pablo Iglesias tampoco está mintiendo. Amando de Miguel ya denunció en un artículo de Libertad Digital de hace, nada más y nada menos, que año y medio, el espíritu neonazi de Podemos en general y de Pablo Iglesias en particular
( http://www.libertaddigital.com/opinion/amando-de-miguel/podemos-el-lenguaje-de-los-simbolos-73182/ ). Quizá los ascensos fulgurantes de Hitler, Lenin, Mao, los jemeres rojos, Homeini, Chavez o Pablo Iglesias sean simplemente una cuestión de pizarra, porque el pueblo siempre es igual de borrego ante los populismos, sobre todo cuando estos se enfrentan a unas pandas de inútiles y corruptos como los del PP y el PSOE.
No se si después de dos meses de marear la perdiz terminaremos en nuevas elecciones generales, ahora o dentro de unos meses, pero sospecho que el pueblo español, que se ha vuelto gilipollas, seguirá teniendo lo que se merece, por su cobardía en defender sus principios, si es que todavía le queda alguno.
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