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Las mentiras de Urdangarín

La declaración del duque de Palma ante el juez ha sacado a la luz nuevos datos relevantes sobre la investigación
Rubén Abad
lunes, 27 de febrero de 2012, 08:39 h (CET)
La Casa Real lo sabía, lo sabía todo desde 2006.  Este es uno de los datos más alarmantes y preocupantes que se desprenden de la  declaración judicial de Iñaki Urdangarín  que ha tenido lugar en la capital de las Islas Baleares a lo largo de este fin de semana. Sin duda, una de las confesiones más esperadas por medios de comunicación y opinión pública.

Nos han vendido la moto durante semanas: que si la Infanta Cristina se mantenía al margen de las actividades económicas y presuntamente delictivas de su esposo; que si Casa Real era totalmente ajena a las actividades del duque... y resulta que en realidad,   todos lo sabían todo y nadie hizo nada.

Aspectos, todos ellos muy cuestionables porque ya me dirán ustedes si proponer a Iñaki Urdangarín y familia  dejar las actividades al frente del Instituto Nóos y emprender una nueva etapa en Washington  es lo único que ha sabido hacer Casa Real, la función de esta institución deja mucho que desear.

Pese a esto,  el duque hizo caso omiso a los dictámenes del rey y continuó sus negocios con su socio, Diego Torres, de forma paralela con actividades ligadas al patrocinio en el mundo de los deportes. Así es este señor, que  debe todo lo que es hoy día a su relación con la infanta Cristina , y paga con esta moneda a su familia y a todos los españoles que depositaron en él su confianza.

Otro de las  actuaciones más vergonzosas  de Iñaki Urdangarín, y que muchos recordamos, fue  su carrera estrepitosa para huir de la prensa reunida en la capital de Estados Unidos. En este sentido, su abogado alegó de su defendido huía para proteger la figura de sus hijos. El marido de la segunda hija del rey intenta proteger a sus hijos mientras, durante la trama, los metió como socios en una de sus empresas.  Así se protegen los derechos de la infancia en la casa de los Urdangarín – Borbón, sí señor.

Mención aparte, son las decenas de ciudadanos apostados a la entrada de los juzgados de Palma de Mallorca entre protestas contra la corrupción, las más, y contra la monarquía, las menos. Animadas performances entre las que se incluía una justicia ciega o un grupo de moscas alrededor de un excremento, han sido algunos de los ejemplos que allí se pudieron ver. Si es que, de todos es sabido, una imagen vale más que mil palabras.

No hace falta ser juez para dar por hecho que el duque de Palma saldrá libre de toda esta investigación, que su socio Diego Torres, cargará con toda la culpa y la imagen de la corona preservará su honorabilidad. Una honorabilidad cada vez más dañada a ojos de muchos de los españoles.

Y yo que había oído a un señor en Nochebuena decir que la justicia era igual para todos… ¡Qué iluso!... Pero el duque de Palma puede seguir tranquilo, mientras unos no llegan a fin de mes matándose para trabajar, Urdangarín podrá seguir con sus mentiras.

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Inventamos a nuestros enemigos cuando procede, que suele ser casi siempre, tal vez porque ideamos asimismo todo lo referido a nuestras vidas. Ocurre ello a escala individual y subjetiva, pero también a escala colectiva, sea en el nivel familiar, grupal, tribal o político.

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