Podríamos decir que España descansa hoy, un decir esto del descanso, sobre un trípode cuyas patas son: la Infanta Cristina sentada en el banquillo de los acusados en el caso Nóos, la corrupción de la Comunidad de Valencia...

La vista oral prevé alargarse durante semanas ante la complejidad de las pesquisas, las pruebas a practicar y la elevada cantidad de acusados y testigos.

El Duque de Palma ha llegado este martes con más de una hora de adelanto a su cita en el Juzgado de Primera Instancia 46 de Barcelona, donde está llamado a declarar como testigo tras su demanda contra su exsocio en el Instituto Nóos, Diego Torres, y ocho grupos de comunicación por la difusión de correos electrónicos personales.

El expresidente del Govern balear ha enviado un escrito al al magistrado del Juzgado número 3 de Palma para que tome declaración al expresidente de la Generalitat Valenciana Francisco Camps y al exconseller de esta Generalitat por los convenios firmados con el Instituto Nóos.

En su declaración ante la Policía Judicial y fiscal, Fernando Roig explicó que entró en contacto con Nóos para pedirle un informe, estudio y colaboración con el fin de buscar una esponsorización del campo de fútbol por parte de cualquier empresa.

La decisión del juez José Castro de dejar al margen a la Infanta Cristina del caso penal que se sigue contra su marido, Iñaki Urdangarín, no sólo no es arbitraria, sino que reafirma algo que una parte de la sociedad española parece haber olvidado: la presunción de inocencia.

La Casa Real lo sabía, lo sabía todo desde 2006.  Este es uno de los datos más alarmantes y preocupantes que se desprenden de la  declaración judicial de Iñaki Urdangarín  que ha tenido lugar en la capital de las Islas Baleares a lo largo de este fin de semana.

El duque de Palma, Iñaki Urdangarin, comparece ante el juez de Palma de Mallorca José Castro para declarar en calidad de imputado por la presunta captación y desvío de fondos públicos a través del Instituto Nóos.