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La huelga de las tijeras de Rajoy

Muchos empresarios coaccionaron a sus empleados para acudir a trabajar. Por su parte, los piquetes imposibilitaban trabajar a quienes así lo habían decidido
Rubén Abad
viernes, 30 de marzo de 2012, 07:18 h (CET)
El hombre proviene del mono. Este jueves me ha quedado más claro que nunca. Del mono porque durante la jornada de huelga general ha primado en muchos casos, en la mayoría,  la cabezonería y la sinrazón  de los animales más primitivos. Seguidores o no del parón laboral de este jueves a muchos les ha movido la falta de sentido común a la hora de planificar su día.

Por un lado se encuentran   los empresarios  que, más respaldados que nunca por el actual Gobierno popular de Mariano Rajoy,  sugerían,  por decirlo de una forma fina y sutil   a sus trabajadores que acudiesen al trabajo  en el día de hoy, y a ver quién era el guapo que decía que hacía huelga con un contrato de seis meses por renovar a la vuelta de la esquina o un eventual por horas. “Hazlo, ve a la huelga, y cuando se te acabe el contrato, no vuelves a pisar por aquí”, pensaban por dentro estos empresarios.

En el lado opuesto,  los piquetes ‘informativos’ que obligaban a secundar el paro . Me río yo de la información que han ofrecido a los humildes trabadores. Precinto de locales, silicona en las cerraduras e insulto a quienes acudían religiosamente a su trabajo, es de todo menos información, créanme.

Y con esto no pretendo justificar a quien ha ido o no a la huelga.  Hay que ponerse en la piel del otro.  Por ejemplo, de entre los trabajadores que han hecho de hoy una jornada laboral como cualquier otra hay que mirar más allá y ver que tienen detrás. Se calcula que  el parón supone una pérdida en nómina de unos 150 euros  aproximadamente. Con este dato, a buen seguro, muchos no se podían permitir acudir a la huelga aunque quisiesen.

Y mientras tanto, la  ministra de Trabajo,  que como dicen muchos, nunca trabaja, parecía que este jueves padecía   amnesia temporal selectiva,  o lo que es lo mismo, se acordaba sólo de lo que le salía de ahí. Entre otros datos, ha recalcado que el consumo eléctrico, dato claramente significativo de cualquier parón, ha descendido mucho menos que en la anterior huelga general con Zapatero como presidente (14,89%). Lo curioso, es que se le pasó, que en la anterior huelga, en la era Aznar, el consumo descendió hasta más del 23%. Eso sí que fue una huelga mayoritaria. Pero claro, ya saben, la amnesia selectiva… pobre ministra.

Pero como todo, tiene un   lado malo,  y hay quienes se apuntan a un bombardeo con tal de montar jaleo echando por tierra cualquier protesta justificada.  Para manifestarse no hace falta más palabra que la voz y nuestra presencia,  no hace falta la   quema descontrolada de contenedores, el destrozo del mobiliario  púbico o increpar a cualquiera que pasase por allí en el momento más inoportuno. Eso no es manifestarse, eso  es hacer vandalismo callejero.  A ver donde tiro yo ahora la basura.

El derecho a huelga se nos ha vendido y se nos vende como   libre y voluntario  pero en días como el de este jueves, te das cuenta de que no. Lo que impera es la razón de: soy empresario y te obligo a trabajar o soy piquete informativo, y aunque quieras, te ‘obligo’ a no trabajar.

Rajoy, los trabajadores ya han dado el primer paso
  mostrando su opinión del actual sistema de Gobierno.  Ahora te toca a ti.  Mira a tu escritorio,  guarda las tijeras  en el primer cajón, y no lo vuelvas a abrir, a no ser que sea para recortarte la barba.

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En la observación de la Naturaleza detectamos la sencillez entrelazada con la espontaneidad y la complejidad constitutiva sirve de base sustentadora. Tratamos con una adaptación genuina entre los recursos y la vitalidad de los diversos elementos. De resultados tan vistosos como ejemplares para nuestras maneras de ver las cosas.

Como ciudadano que busca la paz y estabilidad en todos los sentidos, esta columna la he escrito alejado de todo sinónimo, antónimo, calificativo, es para que se reflexione en pro de la paz del mundo. Es oportuno poner el pie donde es. Sólo los ambiciosos quieren guerra.

 
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