Cuando el cura Fernando Lugo fue presentado por sus tutores de la prensa mediática como el futuro moralizador de la política paraguaya, años atrás, muchos imaginaron a un personaje que imprimiría seriedad y solemnidad a los actos públicos. Se hablaba de alguien merced a quien “el Paraguay sería respetado y tomado en serio”, cosa que desgraciadamente jamás ocurrió.
Más bien el crédito de la prensa venal se convirtió rápidamente en el presidente más ridiculizado y caricaturizado de la historia del Paraguay, tras aparecer sus hijos no reconocidos, que lo llevaron a figurar en el ranking de los políticos más escandalosos de la historia en todas las cadenas de prensa más importante del mundo. Su fama se equiparó nada más y nada menos que a la de Silvio Berlusconi, Arnold Schwarzenegger y Dominique Strauss Kahn.
Otra desilusión fue que el personaje a quien presentaban como un impoluto referente de la teología de la liberación, más bien manifestó preferencia por la banalidad, la frivolidad y por convertirse en figura del jet set internacional antes que por solucionar los graves problemas del Paraguay, que se mantienen tanto o más vigentes que antes de su aparición.
Lo demuestran los campesinos que copan las calles de Asunción, las protestas sindicales y las continuas crisis políticas, aunque el periodismo comprado por la pauta oficial prefiera dirigir sus estériles dardos contra el parlamento y los congresistas.
Las burlas en las redes sociales se dispararon recientemente cuando un ex disc jockey fue presentado ante los medios masivos como futuro candidato a presidente de la república por el séquito de cortesanos que rodea al cura papá Fernando Lugo.
Si algo no deja de sorprender en el gobierno que se pretende como el de “la instauración del cambio”, es el entusiasta impulso que ha tomado el cholulaje dentro de la fauna política paraguaya. El diccionario define al cholulaje como un sustantivo masculino que indica la acción y efecto de cholulear, esto es, disfrutar de acercarse a personas famosas para ser tenido en cuenta por ellas, aunque solo sea momentáneamente (lograr un autógrafo, una foto, un contacto fugaz). Se habla de un conjunto de cholulos para referirse a personas que disfrutan del contacto efímero con gente famosa, particularmente del mundo del deporte o del espectáculo.
En ocasiones, el cholulaje puede manifestarse para eludir a la mala prensa, y se ha dado con frecuencia en el caso del cura Fernando Lugo, quien apeló en incontables situaciones al cholulaje diversivo para atenuarla, tanto que la maniobra se hizo tan célebre como su “seductora” sonrisa.
Desde la incursión de Lugo, todos desean aparecer junto a alguna figura conocida o ingresar a la farándula, incluidas las principales figuras emblemáticas del luguismo como Camilo Soares, Miguel Angel López Perito, Marcos Fariña, Marcial Congo o Jorge Escobar. El mismo Fernando Lugo ha dado sobradas muestras de su interés por aparecer al lado de figuras aunque sean bailarinas de comparse, y en una oportunidad llegó a viajar hasta Mexico para fotografiarse con el futbolista Salvador Cabañas.
No puede decirse lo mismo de Cristina Fernández, Dilma Rousseff, el Papa Benedicto XVI o Fidel Castro, quienes en más de una oportunidad rehuyeron el bochorno de aparecer en una fotografía con el cura papá.
Con Fernando Lugo saltó a la fama el transexual Electra, cercano a los principales colaboradores del gobierno luguista, quien a fuerza de audacia y caradurez logró apariciones en algunos medios argentinos, deseosos de exhibir la curiosidad.
Las páginas de los medios sensacionalistas que en Paraguay sirven de plataforma a la prostitución, se llenaron de trabajadoras del sexo y travestís que ofrecían sus servicios al mismo jefe de estado en medio de escandalosas declaraciones.
También saltaron a la fama las diferentes novias de Miguel Angel López Perito, y sus ocasionales familias políticas, que coparon puestos en distintas reparticiones públicas por cuenta del erario público. Otro tanto sucedió con las novias del mismo cura presidente.
Viviana Carrillo se convirtió en una gran figura para los medios sensacionalistas, al igual que Benigna Leguizamón. Hortensia Morán logró establecer el rating más alto de la historia en la TV paraguaya con su participación en el programa “Baila Conmigo Paraguay”, y hubiera superado más records si no fuera porque su popularidad despertó la envidia de reputados adulones y cortesanas del cura papá Fernando Lugo, los cuales forzaron su salida de la competencia atentando contra el propio rating de su programa.
El interminable Jorge Escobar no solo dejó a la beneficiencia paraguaya sin el canon correspondiente luego de su aventura como cabeza visible de la empresa Meshow S.A., también pudo divertirse imitando a Don Francisco en su propio programa, pagado por supuesto con el producto de sus estafas al estado. Zuny Castiñeira pudo ratificar su vigencia bajo el gobierno arzobispal, logrando inclusive que la guardia del palacio impida a los periodistas el acceso a sus entrevistas con los principales responsables de los destinos del país, en tanto Marcos Fariña logró aparecer en la prensa como el “abogado del presidente”, rótulo que le sirvió para ser poseedor de la estancia más codiciada del Paraguay, aunque ni los chanchos salvajes de la misma reconozcan su autoridad.
En definitiva, si por algo será recordado el gobierno del cura Fernando Lugo, será sin dudas por haber impulsado el cholulaje en la sociedad paraguaya. Ya lo dijo Oliver Wendell Holmes, la fama por lo general alcanza a aquellos que están pensando en otra cosa.
Y Victor Hugo agregó que la popularidad es la gloria en centavos.
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