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Rajoy da barra libre a los defraudadores

El Gobierno se burla de los que pagan impuestos
Rafa Esteve-Casanova
domingo, 1 de abril de 2012, 07:44 h (CET)

El pasado jueves millones de personas se movilizaron para expresar mediante el ejercicio de su derecho a la huelga su descontento con el Gobierno presidido por Mariano Rajoy. El gallego imperturbable ya tiene un record más que añadir a su curriculum en el que además de hacer constar la sarta de mentiras que contó antes, después y durante la campaña electoral le cabe el honor de ser el único Presidente del Gobierno al que antes de estar un cuatrimestre al frente del país los trabajadores le montan una huelga general.

El líder de la muchachada de la gaviota mientras estaba en la oposición criticaba con saña las disposiciones que el Gobierno del PSOE tomaba en cualquier materia y especialmente de los temas que se referían a la maltrecha economía por la que estamos pasando desde hace unos años. Todo lo que hacían sus contrincantes políticos estaba mal, no servía para nada y llevaba a España a la ruina. Ahora, con ellos en el poder, con un Gobierno que engañó a sus electores ocultando en el programa las medidas que iba a tomar, nos encontramos con que si no queríamos beber el amargo caldo de los recortes nos hemos de tomar dos tazas de la pócima que desde Alemania nos recetan.

La “brunete mediática” fue calentando motores los días antes de la huelga general achacando a los sindicatos y a los posibles huelguistas todos los males que los españoles vamos a tener que padecer. Desde estos medios, en algunos casos preñados de odio, se elevaban voces agoreras intentado que el personal acudiera al trabajo, afortunadamente y a pesar de los sindicatos con los que no estoy conforme, la huelga fue un éxito en diversos sectores, hubo paro y eso que el horno no está para bollos ni para ir perdiendo salarios ni para enemistarse con el empresario.

Casi todo el mundo ha hablado de los piquetes informativos, que creo deberán moderar sus actuaciones en algunos casos, y de los vándalos organizados que convirtieron las calles de Barcelona en una guerrilla urbana con quema de contenedores, rotura de escaparates e incluso el incendio de algún local comercial.

También sobre este tema habría mucho que hablar sobre la actuación de la policía que afirma tener controlados a los “guerrilleros urbanos•” pero que siempre aparecen destruyendo el mobiliario urbano, sea después de un partido del Barça o sea durante cualquier reunión de masas. A los provocadores hay que aplicarles la legislación vigente y eso es lo que pide la ciudadanía. En la estación de Sants se produjo una agresión sin que la policía apareciera para nada en el momento oportuno, el agresor conocía perfectamente las artes del boxeo, píes firmes en el suelo, el cuerpo hacia atrás para tomar impulso y un puñetazo digno del mejor boxeador del mundo, no era un mindundi ni uno de esos denostados “perroflautas” tan odiados por la derecha, era alguien preparado para agredir. Pero la policía, los “mossos” no estaban allí para impedir la agresión, en una estación principal como la de Sants y en un día de huelga general no había ni un solo “mosso”, imposible de creer.

Pero también se produjeron otras provocaciones, estas no tan comentadas en la prensa, en el mundo empresarial hay de todo como en botica y hay empresarios conscientes de su responsabilidad y de lo que se juegan, su inversión, y los hay con una falta de ética que impresiona- como muestra tan sólo recordaré que Iñaki Urdangarín y su socio han salido de una de las más afamadas escuelas de negocio. Hubo provocación empresarial cuando días antes se solicitó en algunas empresas la lista de los que iban a hacer huelga, una coacción, en los tiempos que corren de precariedad de empleo, total y abrumadora. Sin esto tal vez la huelga hubiera sido todavía más masiva.

Pero lo más inquietante del día después es, entre otras, alguna de las disposiciones tomadas por el Consejo de Ministros que en lugar de dialogar con los representantes de los trabajadores ha dado barra libre a los defraudadores para que traigan sus euros de los paraísos fiscales a España pagando tan sólo un 10 % de impuesto. No creo que de resultado esta medida que por cierto fue denostada con mofa e ironía por Mariano Rajoy cuando era jefe de la oposición, pero ya sabemos que el gallego imperturbable cuando dice no quiere decir si y viceversa, prometió no subir los impuestos y subió el I.R.P.F., se burló de una posible amnistía fiscal y ahora la aplica en contra de la opinión de los Inspectores de Hacienda.

La medida ideal y más justa es que la Inspección Tributaria funcione y el peso de la ley caiga duramente sobre los defraudadores pero, tal vez, eso no es bueno para el entorno de los capitostes de la derecha que han empujado a Rajoy hasta la silla más alta de la Moncloa. Una vez más pagamos los platos rotos los de siempre, los que ni tenemos grandes capitales ni dinero para pagar buenos bufetes de abogados que nos ayuden a defraudar a Hacienda además de tener la honradez por bandera, Hacienda, una vez más, no somos todos, somos el grueso de los currantes los que pagamos los impuestos mientras el gran capital y algunos artistas y deportistas que se envuelven en la bandera española se dedican a guardar sus millones de euros en los paraísos fiscales ahora llamados eufemísticamente “países con menor presión financiera”. Si los más de 25.000 millones de euros que según el Gobierno están en esos países estuvieran aquí otro gallo nos cantaría.

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