| ||||||||||||||||||||||
|
|
En una sociedad dominada por el materialismo y la hiperconectividad, el ser humano corre el riesgo de perderse en la superficialidad de lo inmediato, olvidando su propio centro, su interioridad. Es urgente, entonces, recuperar la capacidad de volver sobre uno mismo, de mirar hacia adentro, de encontrarse con la verdad más profunda que nos habita.
Somos un inédito soplo de vida, la pulsación de un verso en camino, deseoso de reencontrarse con el edén. Ante esta realidad, no podemos continuar envenenándonos, hemos de forjar otros fueros más níveos, al menos para acrecentar la pureza del ser, manteniendo nítida la propia aura que respiramos, con sus consabidas percusiones anímicas.
Quien escribe estas letras es un anciano de 89 años, de Santander, que tiene el privilegio de que su Parroquia de Santa María Reparadora está abierta durante todo el día; a partir de las 7 de la tarde, que suelen terminar los actos de culto, la parroquia sigue abierta hasta las 8 de la tarde. ¿Seré yo un privilegiado? Sin duda alguna, pues los días que puedo, acompaño al Señor hasta que cierran la iglesia.
|