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Populismo barato

Sarkozy, un estadista corto de miras que no comprende que la fortaleza de España es la fortaleza de Francia
Mercedes Zaragüeta Casanova
lunes, 16 de abril de 2012, 09:38 h (CET)
Sarkozy pincha con sus declaraciones sobre España. No podemos negar que el socialismo español se ha equivocado, que ha gastado a dos manos y que no supo o quiso ver en 2008 que estábamos en la antesala de una recesión, teniendo los datos que la auguraban. El socialismo español actuó con cobardía negando la crisis en plena campaña electoral aunque eso supusiera un desastre para el país. Las elecciones mandaron sobre el bienestar de los españoles. Ahora, Nicolás Sarkozy les dice a quienes apuestan por la izquierda, “que tendrán Grecia y España”. Pues yo le quiero decir a él, que es un temerario y además inoportuno. Que los españoles le dieron hace ya meses, en un ejercicio de libertad y democracia por cierto, la confianza a un Gobierno que sí supo ver que el ciclo cambiaba, y así lo anunció ya en 2007 Eduardo Zaplana, entonces portavoz del partido que hoy gobierna España.

El presidente francés se equivoca con sus habilidades de tipo duro, y unas declaraciones electoralistas y descuidadas que, como a Zapatero, podrían pasarle factura y perjudicar seriamente a sus “conciudadanos”, como él dice. Sarkozy demuestra ser un estadista corto de miras y pacato con sus ataques torpes e irresponsables a España, que no comprende que la fortaleza de España es la fortaleza de Europa, y por tanto de Francia. Particularmente él, que lidera en estos momentos junto a Alemania el discurrir de Europa, es quien debería velar de forma especial por la fortificación y solidez del proyecto común europeo. La llegada de las elecciones presidenciales francesas no pueden marcar la política de Europa ni ser excusa para hacer populismo barato, chovinista y demagogo pretendiendo distraer la atención de los verdaderos problemas que invaden a Francia. Que no olvide Sarkozy, que su situación no es mejor que la de España, que gobernando él ha perdido la calificación crediticia de la triple A y arrastra una deuda descomunal.

Hasta ahora hemos sido una unidad económica pero no una unidad política, sin comprender que una sin la otra no existe. Eso lo ha entendido el partido que, con una mayoría aplastante de escaños en el Congreso, nos gobierna a los españoles. “España y los españoles apostamos por una Europa unida, solidaria y cohesionada”, en palabras de nuestro presidente. Es una pena que el máximo mandatario francés no lo haya discernido solo. A los comicios del 22 de abril y del 6 de mayo Sarkozy tiene que remontar las encuestas que le dan por perdedor, pero no todo vale. “El político se convierte en estadista cuando empieza a pensar en las nuevas generaciones y no en las próximas elecciones”, eso decía Churchill, quien, entre otras cosas, brillaba por la genialidad de su discurso.

Lo que tiene que hacer Sarkozy es tomar como modelo a España y la actitud de Mariano Rajoy durante su campaña y después de ella, de respeto al resto de aliados, demostrando y representando lo que somos los españoles, dando la talla en Europa, liderando con valentía un proyecto reformista sin precedentes, cuyos resultados agradeceremos a largo plazo. A diferencia del presidente galo y del expresidente español, Mariano Rajoy ha adoptado una política de estadista, priorizando el bienestar de las generaciones futuras de España y de Europa. Sarkozy, imprudente, ha demostrado parecerse a Zapatero más de lo que él cree.

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