“Los periódicos se han convertido en ramificaciones de las redes sociales, que es donde, al no haber intereses económicos en juego, bulle la verdadera libertad”
Andrés García Carro, escritor, nos habla de su nuevo libro, Por amor a España
El próximo 9 de junio, el escritor Andrés García Carro, presentará en Madrid su último libro, “Por amor a España”. Prologado por Blas Piñar Pinedo, sus páginas recogen las ideas y pensamientos del autor alrededor de la situación política contemporánea. Partiendo de un análisis políticamente incorrecto, casi intolerable para el pensamiento único, Andrés García Carro no se corta a la hora de hacer su particular análisis de la situación que vivimos. Con el patriotismo como bandera, el joven conservador español residente en Bélgica, al cual le gusta tan poco el PSOE como el PP, no deja títere con cabeza.
Su libro es una protesta airada, desde la derecha, contra las políticas del PSOE, pero también contra las del PP. Especialmente en lo relativo a la lucha antiterrorista, que estas semanas ha vuelto a pasar a primer plano. ¿Estamos ante una hoja de ruta diseñada por Zapatero y que Mariano Rajoy ha hecho suya? ¿Habrá vencedores y vencidos o tendremos que ver cómo los terroristas son colocados en un mismo plano moral, jurídico y social que sus víctimas?
Mi protesta, más que desde la derecha –concepto un tanto difuso a estas alturas de la historia–, está hecha, como indica el título del libro, desde el amor a España, un amor que debiera estar por encima de banderías ideológicas pero que, por desgracia, es considerado cosa de fachas entre las izquierdas de nuestro país y también entre los progres y los pichafrías de todos los partidos. Respecto a lo que usted me pregunta, sí, al parecer Rajoy ha hecho suya la política zapateril en lo relativo a la ETA. Así lo indicaba su «satisfacción» tras el comunicado que la banda terrorista emitió antes de las elecciones generales del 20 de noviembre y así lo confirman sus actuaciones una vez elegido Presidente (por ejemplo: su negativa a instar a la ilegalización de los partidos etarras). En tales circunstancias, lógicamente, cabe esperar lo peor respecto a lo segundo que usted me pregunta. Basta ver el descontento de las asociaciones de víctimas del terrorismo, algunos de cuyos representantes más destacados ya han acusado a Rajoy de incumplir sus compromisos en materia antiterrorista e, incluso, de traidor. En mi libro hablo de todo ello con bastante detalle, recogiendo una secuencia cronológica de hechos y declaraciones que apuntan en la misma alarmante dirección.
“Ojalá me equivoque pero me parece que a Pío Moa le queda poco tiempo en Libertad Digital”. Así arrancan en esta ocasión la recopilación de trazos, de pintadas en su muro de Facebook, recogidas en ésta su tercera obra, en la que dedica, acaso inconscientemente, buen número de entradas a analizar el papel que los medios de comunicación juegan en España. ¿Qué opinión le merece la prensa española?
Fui el primero en hacer ese vaticinio –lo hice en junio de 2011, cuando Federico Jiménez Losantos apercibió sin nombrarlo a Pío Moa tras publicar éste unos artículos en defensa del franquismo– y como es sabido no me equivoqué. Es un hecho, el de la expulsión de Pío Moa de Libertad Digital, en el que incido mucho en mi libro, pues es muy sintomático del giro dado por ese periódico, del cual Pío Moa había sido su estrella. Tampoco ahí, por lo visto, está permitido hacer un juicio histórico favorable del franquismo, a lo que hay que añadir la serie de artículos anticatólicos que viene publicando César Vidal desde hace meses y que sólo fueron replicados por el propio Pío Moa entre el silencio de los escribas católicos que colaboran en LD. ¿Son ésas pues –antifranquismo y anticatolicismo– las nuevas señas de identidad de Libertad Digital? ¿Por qué, si no, fue expulsado Pío Moa?
En cuanto a la prensa española en general, me parece que en el terreno del análisis político, y salvo excepciones como Pío Moa, se mueve dentro de los parámetros de lo políticamente correcto y adolece de miopía o de frivolidad, cuando no de un sectarismo liberticida. Pero el fenómeno más interesante es que empieza a ir a la zaga de esa otra prensa alternativa, mucho más espontánea y vivaz, que son las redes sociales. Desde que me divorcié de Libertad Digital, yo ya sólo leo un “diario”, Facebook, y estoy mejor informado que nunca. Los periódicos se han convertido en ramificaciones de las redes sociales, que es donde, al no haber intereses económicos en juego, bulle la verdadera libertad.
¿Cómo se ve la situación de España desde Bélgica?¿Nos sacará el PP de la crisis?
Si creyese que el PP es la solución a la crisis –a las varias crisis que hay en España, empezando por la más grave de ellas que es la de su propia integridad nacional–, habría votado al PP el pasado 20 de noviembre, cosa que no hice. Ni al PP ni a nadie. Creo que es la hora de un nuevo partido que defienda sin complejos la unidad de España.
¿Ha protestado alguna vez alguien por ser incluido en alguna de sus obras?
Que yo sepa, no. Me refiero a mis libros de índole política. Sí que recibí quejas cuando publiqué mis libros de ficción, por parte de personas que se sintieron aludidas. No deja de ser curioso.
“Tres anécdotas, decía Nietzsche, bastan para definir a una persona”. Así comienza otro de sus relatos. ¿Qué tres anécdotas le definen a usted?
Esta pregunta deberían contestarla los demás, usted por ejemplo. Y a mí me interesaría mucho conocer la respuesta.
Cómo es usted… Ya que estamos… ¿Qué estaría dispuesto a entregar “Por amor a España”?
De momento he entregado a la imprenta este libro así titulado, en el que he invertido todas mis energías y no poco dinero en su edición, así como los dos anteriores, Pintadas contra Zapatero e Interactivo, que escribí por el mismo motivo y que igualmente publiqué por mi cuenta y riesgo
Dígame tres políticos a los que admira.
No admiro a políticos: son una subespecie que no me gusta. Siento gratitud hacia Franco, que libró a España de la tiranía comunista y preservó nuestra tradición cristiana. Pero Franco, más que un político, fue un estadista, uno de los grandes estadistas del siglo XX. Tengo el máximo respeto por Blas Piñar, que supo ver y denunciar lúcidamente, ya en los albores de la Transición, el desastre que se nos avecinaba con el Estado de las Autonomías y demás estafas “democráticas”. Pero Blas Piñar tampoco es propiamente un político, sino un hombre de principios, un caballero. Y creo que Aznar, en líneas generales, fue un buen presidente del gobierno dentro de lo que le permitieron las circunstancias.
¿Zapatero o Rubalcaba?
Los dos (en la cárcel)
¿Gallardón o Aguirre?
Ella
¿Patxi López o Iñaki Oyarzábal?
No sabría determinar cuál de los dos es más aborrecible.
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Dicen que ayudan a trabajadores, quienes saben muy poco del trabajo, pues nunca laboraron en el tajo y persiguen a los emprendedores. Del alboroto fieles seguidores, procuran guarecerse en su sombrajo, y acuden disfrazados de espantajo pero perciben sueldos de auditores.