Comenzamos la semana en plena oleada de aversión al riesgo como
resultado de abrir la caja de Pandora de los bancos españoles, una
demanda interna anémica en Europa y Estados Unidos por el elevado
desempleo, dudas sobre el crecimiento en el resto del mundo y con miedo
a un resultado incierto en las próximas elecciones griegas.
PENDIENTES DE LOS BANQUEROS CENTRALES
Como vivimos un momento en el que cuando las cosas se ponen
especialmente mal todo el mundo vuelve la vista hacia los bancos
centrales, las palabras de Mario Draghi, Sir Mervyn King y Ben Bernanke
serán analizadas con atención durante los próximos días y podrían
servir para dar un respiro temporal a los activos de riesgo,
favoreciendo cierta recuperación en acciones y petróleo, y provocando
volatilidad en el mercado de divisas.
Además de la propia reunión del BCE, las subastas de bonos en Italia y
en España influirán en el sentimiento sobre la divisa europea, en
mínimos de los últimos dos años. Atentos también al yen, es
creciente la posibilidad de una intervención por parte de las
autoridades japonesas.
UNA ECUACIÓN DIFÍCIL PARA EL BCE
Así que mientras España sigue, desesperadamente y en vano, luchando
por evitar convertirse en el cuarto miembro de la Eurozona en solicitar
un rescate, el acontecimiento de la semana tendrá lugar el miércoles
con motivo de la reunión del Banco Central Europeo, en la que decidirá
sobre los tipos de interés y actualizará, previsiblemente a la baja,
sus previsiones macroeconómicas. El BCE podría retrasar e incluso
poner en entredicho su actual escenario de un repunte de la actividad en
2012 y augurar una fuerte contracción del PIB en el segundo trimestre.
Los datos macro de las últimas semanas en la Eurozona han sido
especialmente malos y el desempleo de la región alcanza niveles
récord, mientras que la inflación parece bajo control (con la
excepción de Alemania, no ha habido inflación salarial y los precios
del petróleo,a la baja alivian la presión inflacionista), de modo que
el aumento del desempleo, la caída de la inflación y la inestabilidad
financiera son los tres argumentos que podrían justificar un simbólico
recorte de tipos. Sin embargo un recorte de tipos que no se combine con
un paquete de ayuda paneuropeo a la banca bancos (algo que no veremos
antes de la cumbre europea posterior a las elecciones griegas previstas
para el día 17 de este mes) podría ser visto como un gesto vacío e
inútil. En pocas palabras, una ecuación difícil para el BCE, al que
solamente queda el recurso de mantener la presión dialéctica sobre la
necesidad de un mayor compromiso de los gobiernos en la solución a la
crisis europea.
El mismo día conoceremos el anuncio de la decisión del Banco de
Inglaterra sobre sus tipos de interés y el jueves, en Estados Unidos,
seguiremos de cerca la intervención de Ben Bernanke ante el Congreso,
que se produce en un momento en el que también aumenta la demanda de
medidas de estímulo sobre la Fed, tras el último mal dato de creación
de empleo y el miedo a que un empeoramiento de la crisis europea afecte
a la economía norteamericana. Ben Bernanke podría darnos alguna pista
sobre la posibilidad de extender la "operación twist", un retraso en la
fecha estimada para comenzar a subir tipos o incluso una tercera entrega
de la saga QE.
LA PRIORIDAD: RESTABLECER LA ESTABILIDAD FINANCIERA
La lectura positiva de la actual situación es que constituye un
incentivo eficaz para que los gobiernos intensifiquen sus esfuerzos para
estabilizar el sector bancario. A pesar de que los titulares se los
lleva el crecimiento, incluso hacer declaraciones a favor del
crecimiento se ha convertido en algo parecido a declararse defensor de
la paz mundial, la realidad es que el control del riesgo bancario en el
corto plazo es un requisito previo necesario para detener el deterioro
económico y esperar que el debate sobre el crecimiento pueda traducirse
en acciones concretas. Si tenemos en cuenta que alrededor de dos tercios
de la actividad productiva europea se financia con crédito bancario,
restablecer la estabilidad financiera es un problema todavía más
acuciante que la consolidación de las finanzas públicas. Hoy la mejor
iniciativa en favor del crecimiento no consiste en proyectos de
energías renovables o de infraestructuras, sino en la construcción de
una infraestructura bancaria sólida que inspire confianza y financie la
actividad económica. La intervención más apremiante en este sentido
la tenemos en la banca española, donde serán necesarios fondos
europeos y evitar el riesgo de pánico de los depositantes.
La urgente necesidad de una respuesta coordinada a nivel europeo se ve
aumentada por la incertidumbre griega, nadie sabe si las elecciones el
17 de junio darán un resultado diferente al del pasado 6 de mayo, pero
existe el riesgo elevado de que Grecia rompa con el resto de la
Eurozona, una sitúación que podría a prueba la liquidez de bancos y
estados. El actual aumento de las primas de riesgo es la medida más
clara del costo de la indecisión política.
UN EJERCICIO DE AUTOCRÍTICA EN FAVOR DE LA SEÑORA MERKEL
Son crecientes las críticas y presiones contra Alemania, a la que se
acusa de ser demasiado rígida y dogmática, una estigmatización que en
ocasiones resulta contraproducente e injusta, dejando la impresión de
que la culpa de lo que sucede actualmente es de Alemania y sus líderes,
con la Sra. Merkel a la cabeza. Pero si somos rigurosos no podemos
ignorar la propia arquitectura institucional de la unión monetaria y lo
sucedido durante los últimos años. Al margen de que, entre otras
cuestiones técnicas y fiscales, la prohibición de financiación
monetaria a gobiernos está consagrado en el propio Tratado de
Maastricht, que se debatió, firmó y ratificó por todos los gobiernos
hace 20 años, parece injusto responsabilizar a Alemania de que Grecia
haya estado en manos de un sistema de partidos corruptos que lograron el
acceso a la Eurozona con cifras falsas, o de que España haya creado una
acomodaticia burbuja inmobiliaria de tal tamaño que ahora colapsa su
sistema financiero, o que Italia se haya entregado durante años a un
primer ministro que dedicaba más tiempo a sus conquistas amorosas que a
las tareas de gobierno. Aun siendo un tema complejo, parece un buen
momento para preguntarse sobre las verdaderas responsabilidades en la
génesis de la actual crisis.
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