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Sus adicciones irán con usted después de su muerte

Ningún ser humano sabe cuándo llegará su última hora
Vida Universal
martes, 26 de septiembre de 2017, 07:58 h (CET)
Tal vez mañana tras la muerte hayamos pasado al estado de las almas: hoy nos llamamos seres humanos y mañana almas. Y probablemente como alma nos conoceremos tan poco como nos hemos conocido siendo seres humanos, pues la mayoría de personas viven dejando pasar los días cultivando su ego y quizás sus programas de adicciones, en una época en donde la oferta de adicciones es cada vez mayor.

Muchas personas sin embargo no saben o no quieren saber qué actúa detrás de su conducta mundana e instintiva, apenas son conscientes de quiénes son realmente, de hecho no se rinden cuentas a sí mismos, ni asumen la responsabilidad de lo que hacen o se abstienen de hacer. Lo que significa que con toda probabilidad tampoco se conocerán mañana siendo almas, ya que quien no se cuestiona sobre su vida, sobre su forma de pensar, hablar y obrar, se desconoce a sí mismo.

El estar aturdido en el egocentrismo y en otros programas de adicción puede durar largo tiempo. El tiempo que transcurre hasta que un alma se desprende de sus programas de adicción puede estar, según sean las circunstancias, manipulado por varias seducciones, pues son muchas las influencias. Hay diversas formas en las que el egocentrismo y la adicción de un alma se acoplan a seres humanos, es decir a personas que viven en la Tierra.

Para aclarar esto se puede poner un ejemplo: un ser humano que es adicto a algo y fallece hoy, mañana como alma se volverá frenética con toda probabilidad, puesto que su programa de acción emerge con poder y quiere manifestarse sin que le sea posible satisfacer la adicción, ya que no posee cuerpo material. Como es bien sabido cuando la adicción de una persona no puede satisfacerse de inmediato, lo más probable es que la persona pierda los estribos. Pues algo similar puede observarse en las almas: cuando un alma cuyo ser humano se volvió adicto pero ya ahora no puede “gozar” o “hacer uso” de su adicción, lo intentará a través de algún ser humano de adicción semejante, y si no lo consigue se volverá frenética. Podría decirse que la adicción siempre busca a un adicto, y la frustración acumulada adopta entonces formas de frenesí.

Estimado lector sepa que los contenidos de todo lo que queremos, todo lo que hacemos y todo lo que emitimos lo transferimos a nuestra alma. Por eso apartémonos de todo lo innoble, de todo lo que nos presiona y de aquello que está en contra de cualquiera ética y moral elevadas. ¡No se deje seducir! Tengamos mucho cuidado con nuestro cuerpo y con nuestra alma, porque tal como somos hoy como seres humanos, podríamos ser mañana como almas, puesto que ningún ser humano conoce su última hora.

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