| FICHA TÉCNICA | 85 - Real Madrid: Llull (12), Suárez (2), Singler (4), Velickovic (3) y Tomic (8) -quinteto titular- Reyes (15), Pocius (1), Carroll (17), Mirotic (12), Begic (5), Jorge Sanz (-) y Sergio Rodríguez (6).
59 - Barcelona: Sada (4), Navarro (8), Mickeal (9), Lorbek (9) y Fran Vázquez (2)-quinteto inicial- Huertas (4), Wallace (13), Ingles (4), Ndong (0), Rabaseda (3), y Eidson (3).
Parciales: 25-23, 21-8, 23-10, 16-17.
Árbitros: Arteaga, Conde y García Ortiz.
Incidencias: Tercer encuentro correspondiente a la serie final de los ‘play-off’ de la Liga Endesa, disputado en el Palacio de los Deportes (Madrid) ante 13.109 espectadores. |
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Apoteósico, sublime, espectacular, glorioso, insuperable,
majestuoso, celestial y hasta agotar todos cuantos calificativos almacena el
diccionario para describir como el Real Madrid trazó una impresionante obra de
arte de baloncesto sobre el Palacio de los Deportes. Será de esos encuentros
que se recuerden durante décadas. El Real Madrid se abrazó a la perfección más
absoluta, algo tan complicada de alcanzar en estos tiempos contemporáneos y más
cuando enfrente estaba el Barcelona. El cuadro azulgrana fue un muñeco de trapo
a manos del Real Madrid. Los blaugranas sufrieron una auténtica humillación pública,
un escarmiento en sus cinco sentidos, en el Palacio de los Deportes.
Gane o pierda, da gusta ver moverse a este Real Madrid
sobre cualquier pista de baloncesto. No juegan a este deporte, sino que trazan
obras de artes con un balón entre sus manos. Son doce verdaderos magos y un
entrenador cuyos esquemas ofensivos están permitiendo a la ciudad de Madrid
vibrar nuevamente con el baloncesto. El público disfrutó cómo nunca y soñó con
proclamarse en unas horas como rey de Liga Endesa. No es una quimera. El Real
Madrid es un conjunto coral, una sinfonía de baloncesto puro, cercano al
americano. Cuando corren no tienen freno, ni nadie que consiga hacerles frente.
Son capaces de hacer jugadas extraordinarias, de ver el aro contrario como una
piscina de grande. La garra es otra de sus señas genéticas. Nunca ceden al
desaliento. Juegan como si fuera el último partido de sus vidas. Se comprende esto
debido a su juventud. Están hambrientos de saborear campeonatos y poseen un
certero instinto asesino, no descubierto hasta estos momentos.
Exhibición y paliza El Barcelona sólo aguantó el primer cuarto (25-23).
Después, el Barcelona acabó desquiciado y mostrándose escaso de recursos ante
un baloncesto huracanado de nombre Real Madrid. Los primeros vientos se
propagaron durante el segundo cuarto. El Real Madrid apretó el acelerador a
fondo y atropelló al Barcelona. Lo hizo añicos. No tuvo piedad. Le endosó un
parcial de 17-1 en un visto y no visto. Es más: el Barcelona sólo anotó 11
puntos en 15 minutos. Defensivamente fueron un muro; ofensivamente,
francotiradores. Nada que hacer en el Barcelona, y eso que agitó el banquillo
buscando soluciones. No había. Ni ellos ni ningún otro equipo. El Real Madrid
estaba en combustión. Era imparable. Al descanso: 46-32 y porque Navarro -secado
perfectamente- demostró tener agallas y eso que está cojo. Pero era
insuficiente.
Porque se hubieran necesitado todo un ejército de
Navarros para detener al Real Madrid. Éstos estaban de dulce. Todos. No hubo
excepciones. No obstante, primero fue Carroll con sus 12 puntos consecutivos;
posteriormente apareció Reyes con 11 puntos y 6 rebotes y finalmente fueron
mostrándose el resto, con menciones destacadas para Singler, Suárez y Pocius en
defensa; y con mayores dotes artísticas Sergio Rodríguez (asistencias NBA),
Llull y Mirotic. La gente no se marchó entusiasmada, sino que se fue a sus
casas imitando a sus ídolos. Había sido una obra de arte. Durante el tercer
cuarto, el Barcelona terminó de irse del encuentro –se comprobó en el puñetazo
de Mickeal a Velickovic y su roce son Suárez- y de verse como caían puntos, hasta superarse los treinta, y verse impotente en el rebote (48 a 23).
Era una humillación. La valoración de unos y otros eran más que significativa: 97 a 43. El Real Madrid tenía sangre en los ojos y deseaba dejar
noqueado a los azulgranas. Se ganó de 26 -segunda mayor diferencia en unas finales- pero pudieron ser muchos más. Este
miércoles, éstos deberán estar tocados, porque el Real Madrid sueña con
proclamarse campeón de Liga Endesa.
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