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¿Qué más se necesita para que comprendan? | |||
Suceda lo que suceda, a pesar de la grandilocuente oratoria de los políticos, cada día estamos peor que el anterior | |||
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No sé qué más se necesita para comprender que cada minuto que pasamos aferrados a Europa y al euro nos hace el futuro mucho más tenebroso. El juego del palo y la zanahoria que usan los políticos en su oratoria de charlatanes sólo sirve para entontecer a la ciudadanía mientras la situación empeora, empobreciéndonos por días gracias a una deuda que escala como si tuviera alas. La sociedad no aguanta más experimentos ni más prórrogas: ¡ya está bien! El desempleo no es ya un problema de algunos, sino una situación de emergencia nacional que se ha hecho crítica, con una masa juvenil sin expectativa alguna de futuro que supera con mucho el 60% de la población y un desempleo entre los jóvenes titulados que supera con largueza al 70% de todos ellos. Todo esto sin considerar la enorme legión de desempleados con más de 45 años que no tendrán ninguna opción en, probablemente, todo el resto de su vida para encontrar un nuevo empleo. El país y la sociedad se descomponen a ojos vista, y a los políticos –esta masa parasitaria que alcanza casi el medio millón de mentirosos tunantes-, sólo saben pronunciar palabras de una esperanza tan hueca como malvada: engañar a los ciudadanos, en fin, con falsas promesas. No sé qué se necesita para que se comprenda que Europa no nos conviene ni nos conviene el euro. Y no me refiero a los políticos, sino a los ciudadanos. El crecimiento económico en el corto plazo a la vista está que es imposible, al menos para crear empleo; el crecimiento, en el corto o en el largo plazo, es sencillamente inviable para pagar una deuda a un interés de superior al 7%, un crecimiento que no hemos tenido jamás. La situación no es que sea difícil, es irresoluble, y lo saben muy bien quienes deben saberlo, porque éste, precisamente, era el plan preconcebido cuando se desató esta crisis artificial. Se comprenda o no, es lo que hay: están derribando controladamente el sistema para instalar otro más cruel y al servicio de una elite de sinvergüenzas. Que Grecia siga o no en el euro, queda demostrado que era irrelevante, como lo es el hecho de que suban o bajen los combustibles o que haya paz o guerra aquí o allá. El resultado siempre ha sido y será el mismo: más deuda, menos país y menos sociedad. Esto es, como voceros al servicio de esa elite, lo que están pidiendo a pleno pulmón los políticos, gritando con desmesura por la desaparición de los países y la consolidación de un nuevo orden global con un sistema financiero único y una masa social servil y obediente indistinguible de polo a polo. Como con el dinero, para estos cabecillas ya no hay patrias ni naciones, los países no son sino marcas –se hartan de repetirlo-, y hasta las mismas enseñas nacionales no son sino distintivos de equipos de fútbol. Uno podría pensar que, por ejemplo, el presidente de España es mufa, y que basta con que abra la boca para que le salga el tiro por la culata, tal cual exactamente le sucedió a Zapatero y sus distintos equipos de gobierno; o incluso podría pensar que el actual presidente del gobierno (presidente delegado de Alemania, en todo caso) no tiene la menor idea de qué va todo esto y que le están engañando como a un chino. Sin embargo, no es que Rajoy o Zapatero se equivocaran, sino que sólo y únicamente ponían una zanahoria para que el país se desbarrancara sin rebeldía a favor de una deuda ajena sólo por la estupidez de pertenecer a Europa y al euro, mientras los ciudadanos eran endeudados y endeudados y endeudados hasta la vida eterna e iban perdiendo todos los derechos conquistados a lo largo de la Historia. Para quien quiere verlo, estamos inmersos en un sainete en que los partidos políticos, las instituciones financieras y los sindicatos, no han dejado de interpretar ni un solo momento histriónicos personajes mientras se socavaban los cimientos de la sociedad y convertían a los trabajadores en esclavos y a los ciudadanos en general en carne contributiva sin derecho alguno. ¿No se entiende todavía?... Piense, lector: ¿qué economista de qué país acertó siquiera por aproximación por dónde iban a ir las cosas?... Ninguno, ¿verdad?... ¿Y no le parece raro que desde Oriente a Occidente no haya habido un solo cerebrito capaz de prever algo de lo que ha pasado o algo de lo que queda por pasar?... Y si no son capaces de preverlo, ¿acaso no será porque no sigue esta crisis ninguna pauta económica, sino que es una maniobra de destrucción controlada del sistema?... No creo, en cualquier caso, que haya mayor evidencia que los propios hechos de cada día. Mira a su alrededor, y vea que, con la excusa de satisfacer a unos “mercados” que no tiene cara ni nombre (deje ya creer esa estupidez que "mercados" son los que invierten en bolsa, porque me refiero a los que ponen miles de millones o billones de euros para crear este desconcierto), todo lo que era público ya no lo es, ya carece usted prácticamente de sistema sanitario, se ha deteriorado irreversiblemente el sistema educativo, la mayoría de los servicios públicos están en manos de internacionales, la industria está completamente arrasada, más de un cuarto de las familias españolas carecen de vivienda propia mientras sobran casi tres millones de ellas que se están deteriorando día a día por estar deshabitadas, se han producido más de cinco millones de desempleos y casi seis de subempleos de miseria y, para guinda –que no De Gindos- que colma el pastel social, nuestras deudas siguen creciendo y creciendo sin que un solo personaje pase por los tribunales ni haya un solo culpable aparente. Nos están robando no el país, sino todo el futuro nuestro y de nuestras venideras generaciones. Europa es el timo del tocomocho, como es una estafa el actual sistema especulativo. Tal vez sea hora de recurrir a las viejas fórmulas, cerrar Europa, las bolsas y sellar esa cueva de ladrones que son los "mercados", y enrocarnos en solucionar nuestros propios problemas por nosotros mismos, con nuestra moneda y nuestra forma de ser. Es necesario, según demuestran las evidencias, regresar al punto en que nos perdimos, al final de los setenta, y repensar en qué fuimos engañados por atlantistas y europeístas, por aquellos que liquidaron España y sus industrias a favor de estos maulas que ahora nos están liquidando como un bien de consumo, y de ahí en más reanudar el camino con las lecciones bien aprendidas y habiendo castigado con severidad a todos los que nos pusieron en esta tesitura. Hoy mismo, el errático señor Montoro, lo mismo ayer el señor De Gindos y el innombrable señor Rajoy, clamaba por la desaparición de España como país, pidiendo ser absorbido de facto por los mismos a los que nos vendieron. No hace mucho, unos meses apenas, esto sería motivo para invocar la palabra traición. Ya no se cortan un pelo ni tienen bastante con vender un pedazo de nuestro patrimonio bajo cuerda, sino que ya quieren vender el lote completo, con ciudadanos y todo, en el más infame estilo feudal, cual si la propia ciudadanía fuéramos reses de su propiedad. ¿Qué más se necesita para comprenderlo?... ¿No hay ya bastantes evidencias?... Que nadie espere que un partido político, que ninguno de este medio millón de vivales que nos están vendiendo día a día, o que ningún sindicato u organización social de las de antes, nos solucionen ninguna cosa, porque todos ellos son brazos del mismo monstruo que nos está devorando, todos ellos son el enemigo delegado. Pueden parecer distintos, que incluso hay rivalidad entre ellos, pero fíjese bien y comprenderá que sólo lo parecen para engañarle: en realidad, son los mismos, sólo que cada uno hace lo que hace para acallar al segmento de la sociedad que conviene, porque es a ese segmento al que están extorsionando en esa andanada. Izquierdas o derechas, ahí están las evidencias, son la misma pandilla con distinto delantal. Nuestro problema desde luego que es Europa y el euro, y debemos salir de ellos a escape; pero también lo es la política especulativa, y es imprescindible cerrar la bolsa de inmediato, como, sobre todo, lo son los políticos, esta infernal caterva de medio millón de vagos y tunantes que nos está vendiendo a pedazos y es posible que pronto de España no hayan dejado sino algún eco disperso en las páginas de la Historia Antigua. Nos están vendiendo a la barata, ¿no lo comprende todavía?... La crisis es un truco, es una mentira, es un circo de todos estos payasos. Puedes conocer toda la obra de Ángel Ruiz Cediel: Un autor que no escribe para todos (Sólo para los muy entendidos) |
Empiezas a escribir, y unas líneas después, tras uno de esos espacios blancos y silenciosos, entras como en un pequeño paseo por la imaginación, por la unión con la memoria, por el tránsito de la poesía a la novela pasando por el teatro. ¡Es como una conjunción de estrellas! A veces, al escribir se nos pueden presentar dos dramas: uno, la imposibilidad de parar el tiempo porque escribes más y más, y dos, la imposibilidad alguna vez de decir lo que realmente queremos expresar.
Actualmente, frente al relativismo y el escepticismo parece que cada vez es más necesario, un enfoque o planteamiento universalista de los problemas económicos y sociales. El neoliberalismo individualista no reconoce los Derechos Humanos en su integridad, lo que impide el logro de la justicia social y también la consolidación de políticas solidarias, que apoyen suficientemente a las capas desfavorecidas, de las sociedades de los diversos países.
Sophie Barut transforma el bronce en historias de resiliencia. Esta arquitecta de interiores, escultora y escritora francesa ha convertido su propia experiencia vital en un testimonio sobre el poder transformador de la fragilidad y la belleza que emerge de las circunstancias más adversas.
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